“–La felicidad es el estado de éxito en la vida, el dolor es un agente de la muerte. La felicidad es ese estado de consciencia que procede de alcanzar los valores de uno. Una moralidad que se atreve a decirte que encuentres la felicidad renunciando a tu felicidad –que valores el fracaso de tus valores– es una insolente negación de la moralidad. Una doctrina que te ofrece como ideal el papel de un animal expiatorio tratando de ser inmolado en los altares de otros, te está dando la muerte como tu estándar. Por la gracia de la realidad y la naturaleza de la vida, el hombre –cada hombre– es un fin en sí mismo, existe por su propio beneficio, y alcanzar su felicidad es su más alto objetivo moral.
–Pero ni vida ni felicidad pueden obtenerse persiguiendo antojos irracionales. Así como el hombre es libre de intentar sobrevivir de cualquier manera, al azar, pero perecerá a menos que viva como su naturaleza requiere, también es libre de buscar su felicidad a través de cualquier fraude insensato, pero la tortura de la frustración es todo lo que hallará a menos que busque la felicidad que es propia para el hombre. El objetivo de la moralidad es enseñarte, no a sufrir y a morir, sino a disfrutar y a vivir.
–Quítate de encima a esos parásitos de aulas subvencionadas que viven de los beneficios de la mente de otros y proclaman que el hombre no necesita ni moralidad, ni valores, ni código de conducta. Ellos, que se hacen pasar por hombres de ciencia y afirman que el hombre es sólo un animal, ni siquiera le conceden la inclusión en la ley de la existencia como le han concedido al más insignificante de los insectos. Reconocen que cada especie viviente tiene un modo de supervivencia exigido por su naturaleza; no declaran que un pez pueda vivir fuera del agua o que un perro pueda vivir sin su sentido del olfato; pero el hombre, afirman, el más complejo de los seres, el hombre puede sobrevivir de cualquier manera, el hombre no tiene identidad, ni naturaleza, y no hay ninguna razón práctica por la que no pueda vivir con sus medios de supervivencia destruidos, con su mente coartada y colocada a disposición de las órdenes que a ellos se les ocurra dar.
–Quítate de encima a esos místicos consumidos por el odio que se hacen pasar por amigos de la humanidad y predican que la mayor virtud que el hombre puede practicar es considerar que su propia vida no tiene valor. ¿Te dicen que el objetivo de la moralidad es cohibir el instinto de autopreservación del hombre? Es justamente para la autopreservación para lo que el hombre necesita un código de moralidad. El único hombre que desea ser moral es el hombre que desea vivir.”
Fragmento de “Soy John Galt quien habla”, tomado de “La Rebelión de Atlas” (2ª ed., 2009 [1957]), por Ayn Rand. CABA, Argentina: Editorial Grito Sagrado.
Muchos de ustedes se preguntarán: ¿Quién es Ayn Rand? O, dado que ya no está presente físicamente, más su legado aún prevalece ¿Quién fue Ayn Rand? Ayn Rand fue, esencialmente, una mujer que amó su vida como ninguna otra persona quizás pudo haberla amado; y que jamás inmoló su amor o sus valores por nada ni por nadie. Novelista, filósofa e ícono; Ayn Rand concebía y visualizaba de formas única y exquisita al ser humano ¿Qué tipo de persona fue requerida para crear los héroes –ficticios– de extraordinarias historias de amor sobre las que, además, se establecieron importantes bases que motivaron el desarrollo de una nueva filosofía de la razón? Esa persona, fue Ayn Rand. Hoy, en el Aniversario No. 116 de su Natalicio, desde El Bastión le rendimos un merecido homenaje a través de estas letras.
Con su innovadora filosofía: Objetivismo, a la que ella misma contemplaba como “una filosofía para vivir en la Tierra”, ha logrado impactar las vidas de miles de personas de los últimos tiempos. El Objetivismo, cada vez más, goza de una mayor trascendencia sobre la cultura norteamericana; un movimiento que se expande rápidamente por todos los confines de mundo, y que, para felicidad nuestra, Latinoamérica no es ajena a tal fenómeno; su origen se remonta a los ideales de los héroes de sus más emblemáticas obras: El Manantial (1943) y La Rebelión de Atlas (1957) –de la cual, ya había tenido el placer de haber tratado–, para, posteriormente, consolidarse en otros libros y ensayos. Objetivismo es entonces: un cúmulo de ideas y principios que definen cómo el hombre debe pensar y actuar, si ha de vivir la vida propia de alguien digno de llamarse así. Para ti como individuo, son ideas que te ayudarán a alcanzar las tan anheladas felicidad y prosperidad.
AYN RAND: EL ORIGEN
Alisa Zinóvievna Rosenbaum, mejor conocida como Ayn Rand, nació en San Petersburgo (Rusia) el 2 de febrero de 1905. A los seis años de edad aprendió a leer por sus propios medios, y dos años más tarde, descubrió a su primer héroe de ficción en una revista francesa para niños, capturando así la visión épica que mantendría hasta el ocaso de su vida. Con tan sólo nueve años de edad, decidió que se dedicaría de pleno a la escritura de novelas. Rand sostuvo una postura diametralmente opuesta al misticismo y al colectivismo de la cultura rusa, tanto así, que se consideró a sí misma una escritora europea, sobre todo después de saber del legado de Víctor Hugo: uno de los autores a quien más admiró.
Durante su paso por la escuela secundaria, fue testigo tanto de la Revolución de Kerensky –la cual apoyó– como de la Revolución Bolchevique de 1917, a la que se resistió férreamente desde el primer momento. Tras estos acontecimientos, su familia migró a Crimea, lugar donde culminó sus estudios básicos. A la postre, y como consecuencia del triunfo del comunismo en Rusia, la farmacia de su padre fue confiscada; luego, ella y toda su familia, vivieran en carne propia la inclemencia de padecer el hambre. Estando en sus últimos años de secundaria, conoció la historia de los Estados Unidos; casi como una epifanía, Rand identificó a dicha nación como un referente, como el lugar en el que le encantaría pasar el resto de su vida.
Una vez su familia regresó de Crimea, Ayn Rand se inscribió en la Universidad de San Petersburgo en los programas de filosofía e historia. Graduada profesionalmente en 1924, Rand se enfrentó a la desintegración del libre pensamiento y a la expropiación de la universidad a manos del régimen comunista. Teniendo una penosa expectativa de vida sometida y subyugada a las disposiciones de un grupo de personas que jugaban a ser “Dios”; los mayores placeres de Rand se concentraban en las operetas vienesas, las películas del viejo Oeste y las obras de teatro. Ya que le gustaba tanto el cine, se inscribió en 1924 en el Instituto Estatal para Arte de Cine, y con ello, poder desarrollarse como guionista. Durante esta época, consiguió publicar por primera vez una gacetilla sobre la actriz Pola Negri (1925) y otra similar titulada Hollywood: American Movie City (1926); las cuales, fueron reimpresas en 1999 en los llamados Escritos de Rusia en Hollywood.
Finalizando 1925, obtuvo permiso para salir de Rusia, a fin de visitar unos familiares en los Estados Unidos. Pese a manifestar a las autoridades soviéticas que su visita sería corta, Rand estaba decidida a nunca más regresar a la tierra que la vio nacer. Fue así como arribó a Nueva York en febrero de 1926; pasando los siguientes seis meses con sus parientes en Chicago, para, subsiguientemente, obtener una prórroga de su visado e instalarse en Hollywood con el propósito de seguir una carrera como guionista.
AYN RAND: LA NOVELISTA
Ya estando en Hollywood, el reconocido productor y director de cine: Cecil B. DeMille; le ofreció trabajo, primero como extra y luego como lectora de guiones. En aquel entonces, rodaba la recordada cinta Rey de Reyes. Días más tarde, conoció al actor Frank O’Connor, con quien se casaría tres años después (1929) y permanecerían juntos hasta la muerte de éste en 1979.
Durante varios años, Rand luchó desempeñándose en diferentes oficios para poder conseguir su sueño: el poder trabajar como escritora. En 1932, le vende a Universal Pictures su primer guión: Red Pawn (Peón Rojo), y pudo contemplar cómo tomaba forma su primera obra de teatro: Night of January 16th (La noche del 16 de enero), inicialmente en Hollywood y luego en Broadway. Su primera novela: We the Living (Los que Vivimos), fue concluida en 1934, aunque tuvo que soportar ser rechazada por varias casas editoriales, hasta que, en 1936, The Macmillan Company (Estados Unidos) y Cassells and Company (Reino Unido), dieron el aval para su publicación. Los que Vivimos es, quizás, la más autobiográfica de sus historias, pues está basada en lo que le correspondió vivir bajo la tiranía soviética.
Rand comienza a escribir The Fountainhead (El Manantial) en 1935, tomando un breve receso en 1937 para escribir su primera obra anti-colectivista: Anthem (Himno). Howard Roark, un arquitecto de renombre, constituyó por primera vez, el tipo de héroe que iría en línea con el objetivo principal de su trabajo como escritora: la presentación del hombre ideal, el hombre como “podría y debería ser”. El Manantial soportó también, el rechazo de varias casas editoriales –doce específicamente–, hasta ser aceptada por la Bobbs-Merrill Company. Fue publicada 1943, para en menos de dos años, convertirse en un “best-seller” sólo por referencias voz a voz, resultando en el reconocimiento definitivo de Ayn Rand como afamada novelista y paladín del individualismo.
Para finales de 1943, Rand retorna a Hollywood (ya había asentado su residencia permanente en Nueva York) para la escritura del guión de El Manantial, pero las restricciones estando en plena Segunda Guerra Mundial, retrasarían la producción hasta 1948. Trabajando a tiempo parcial como guionista de la Hal Wallis Productions, empieza la redacción de la que seria su principal novela: Atlas Shrugged (La rebelión de Atlas). Corría el año de 1946.
En 1951, se muda nuevamente a Nueva York para dedicarse exclusivamente a terminar La Rebelión de Atlas.
Publicada en 1957, La Rebelión de Atlas fue su obra maestra y su última obra de ficción. En esta novela, plasmó su excepcional filosofía en una historia de misterio intelectual que integra ética, metafísica, epistemología, política, economía, sexo, entre otros aspectos propios de nuestra especie.
Aunque Ayn Rand se consideraba, principalmente, escritora de novelas, notó que para poder crear héroes de ficción bien definidos, se requería identificar los principios filosóficos que hacen posible que este tipo de personas puedan existir. Howard Roark, John Galt, Dagny Taggart, Henry “Hank” Rearden, Francisco d’Anconia, entre otros; son los héroes de El Manantial y La Rebelión de Atlas: famosos por las ideas que albergan sus mentes y por no tener punto de comparación.
Las historias de Rand, repletas de drama e intriga, muestran a empresarios, inventores, profesionales en diversas áreas, trabajadores y científicos como figuras nobles y apasionadas. ¿En qué otro lugar, podría uno encontrarse un inventor que redescubre el significado de la palabra «yo», una joven que desafía a un régimen comunista, o un empresario que le toca hacerse pasar por playboy? ¿Y un filósofo-pirata? ¿Y un arquitecto que es ferozmente egoísta y a la vez sumamente benevolente? ¿Y un hombre que promete paralizar al motor del mundo –y cumple con su cometido–? Sin temor a equivocarme, en ninguno. Al crear sus novelas, Rand trató de hacer realidad su visión exaltada del hombre y de la vida “como un faro –escribió– elevado sobre las oscuras encrucijadas del mundo, diciendo: «esto es posible»”–. Para millones de lectores a lo largo de los últimos setenta años, el poder entrar en el universo de Rand, es una experiencia inolvidable –me incluyo–.
AYN RAND: LA FILÓSOFA
Para crear sus historias y personajes tan únicos, Rand debió definir las ideas, y los principios y valores que moverían a sus héroes. Se encontró en la labor de crear una nueva filosofía. “Estoy interesada en principios filosóficos –escribió–, sólo en cuanto afectan a la existencia real de hombres; y en hombres, sólo en cuanto reflejan principios filosóficos”. Para Rand, la filosofía no era un tema esotérico –al fin y al cabo, su formación académica fue en ella–, sino una fuerza vital que proporciona sentido al individuo y a la humanidad misma.
Como ya lo mencioné, formalmente, Rand llamó a su filosofía Objetivismo, pero informalmente la llamó “una filosofía para vivir en la Tierra”.
Así es como la propia Ayn Rand describió al Objetivismo en su artículo Introduciendo Objetivismo, publicado en Los Angeles Times el 17 de junio de 1962 (las partes resaltadas, son propias del autor del presente texto):
“En una conferencia de ventas en Random House, con motivo de la publicación de Atlas Shrugged, uno de los vendedores de libros me preguntó si yo podía presentar la esencia de mi filosofía mientras me apoyaba en un solo pie. Lo hice así:
1) Metafísica: Realidad Objetiva, 2) Epistemología: Razón, 3) Ética: Interés propio, 4) Política: Capitalismo.
Si quieres esto traducido a un lenguaje simple, sería: 1) «La Naturaleza, para ser comandada, ha de ser obedecida», o «Desearlo no lo hará realidad». 2) «No puedes tener tu pastel y comértelo a la vez». 3) «El Hombre es un fin en sí mismo». 4) «Dame la libertad o dame la muerte».
Si mantuvieras estos conceptos con total consistencia como la base de tus convicciones, tendrías un sistema filosófico completo para guiar el curso de tu vida. Pero mantenerlos con total consistencia –entenderlos, definirlos, demostrarlos y aplicarlos– requiere volúmenes de pensamiento. Y por eso, la filosofía no puede ser discutida mientras uno está apoyado en un solo pie –ni con los dos pies a ambos lados de cada muro–. Esta última es la posición filosófica predominante hoy, sobre todo en el campo de la política.
Mi filosofía, Objetivismo, afirma que:
«La realidad existe como algo absoluto y objetivo: los hechos son los hechos, independientemente de las emociones, los deseos, las esperanzas o los miedos de los hombres. La razón (la facultad que identifica e integra el material provisto por los sentidos del hombre) es el único medio del hombre para percibir la realidad, su única fuente de conocimiento, su única guía para la acción, y su medio básico de supervivencia.
El hombre –cada hombre– es un fin en sí mismo, no un medio para los fines de otros. Debe existir por su propio provecho, ni sacrificándose para otros ni sacrificando a otros para él. Perseguir su propio interés racional y su propia felicidad es el más alto objetivo de su vida. El sistema político-económico ideal es el capitalismo laissez-faire. Es un sistema en el que los hombres tratan unos con los otros, no como víctimas y verdugos, ni como amos y esclavos, sino como comerciantes, por libre intercambio y consentimiento voluntario para beneficio mutuo. Es un sistema en el que ningún hombre puede obtener ningún valor de otros recurriendo a la fuerza física, y ningún hombre puede iniciar el uso de fuerza física contra otros. El gobierno actúa sólo como un policía que protege los derechos del hombre; usa fuerza física; solamente, en retaliación, y, solamente, contra aquellos que inician su uso, como contra criminales o invasores extranjeros. En un sistema de capitalismo total, debería haber (pero, históricamente, aún no la ha habido), una separación total entre Estado y Economía, de la misma forma y por la mismas razones que existe la separación entre Iglesia y Estado.»”
AYN RAND: EL ÍCONO
Durante toda su vida, Rand fue un personaje muy famoso y controvertido. Se hizo autora de “best-sellers”, llevando también, su mensaje a las aulas universitarias, a Hollywood, al Congreso de los Estados Unidos, y a diferentes casas editoriales y programas de radio y televisión. Por eso la pregunta inicial de este breve homenaje escrito es ¿Quién es Ayn Rand? Pues su muerte en 1982, en lugar de condenarla al olvido, la mantienen ahora más viva que nunca, y su legado en filosofía sigue y sigue trascendiendo fronteras.
Actualmente, sus libros se venden como pan caliente. Tan importante sigue siendo Rand, que sus ideas fueron objeto de un documental nominado a un Premio Oscar; y su nombre es ahora el de un sello de correos de los Estados Unidos, el de varias carreras universitarias, y el de una sociedad filosófica dedicada al estudio de su pensamiento (El Ayn Rand Institute). Impulsados por su visión del hombre como un ser heroico y por la filosofía original detrás de Ayn Rand, más y más personas –de todos los ámbitos posibles, desde empresarios hasta estudiantes; pasando por docentes, artistas y deportistas– no temen en afirmar: “Los escritos de Ayn Rand han cambiado mi vida”.
Gracias a su mente privilegiada –quizás, y para mí, la mujer más brillante del siglo XX–, por primera vez en la historia de nuestra especie; existe un sistema filosófico completo, lógico, integrado, basado en la realidad, y por lo tanto, práctico. Sus ideas son originales y eternas, aunque no por eso incuestionables: tan necesarias como siempre y más necesarias que nunca.
CONCLUYENDO: EL #AynRandDay
Con motivo del aniversario del natalicio de Ayn Rand, hoy se celebra en todo el mundo, el #AynRandDay: en honor a un genio de la literatura universal a la par de figuras como Víctor Hugo y Fiódor Dostoyevski, y cuyas novelas han vendido más de 25 millones de copias y han sido traducidas a más de veinte idiomas; su obra maestra: La Rebelión de Atlas, ha vendido más de 7 millones de copias y ahora, mucho más que antes, su alcance no conoce de barreras. Pero Ayn Rand es también un genio de la filosofía universal, y por eso será recordada dentro de mil y más años: quienes vivan entonces, le agradecerán su contribución, igual que hoy hacemos con Aristóteles. Ella, así como los héroes de sus novelas, desafió la cultura prevalente de los últimos dos milenios; exaltando el individualismo, la razón, el egoísmo y el capitalismo. Ayn Rand revolucionó el pensamiento mundial, resolviendo magistralmente diversos dilemas en cada una de las ramas del “amor a la sabiduría”: la filosofía, por supuesto.
Es por esto, que hoy se llevará cabo un evento online para celebrar el #AynRandDay, convocado por el Ayn Rand Center Latin America (ARCLA) y su CEO María Marty; el cual contará con un panel encabezado por celebres difusores de la libertad: Gloria Álvarez, Eduardo Marty, Agustina Vergara Cid y Juan Ignacio Ardón; en el que se hablará sobre cómo las ideas de Ayn Rand pueden generar un cambio positivo en la región, desde la filosofía, la política, la economía y la psicología (Dado que el evento tiene aforo limitado, confirma cuanto antes tu inscripción, dando clic AQUÍ).
Claramente, las ideas gobiernan el mundo y a nuestras vidas. Nuestra región –Latinoamérica– es la consecuencia de las ideas filosóficas que la mayor parte de nosotros, sus habitantes, hemos abrazado; y no existirá un cambio realmente positivo a mediano y largo plazo, mientras dichas ideas continúen sin cuestionarse y sin contemplar unas nuevas. Como he dicho repetidas ocasiones, los problemas que padecen nuestras naciones, más que estructurales son filosóficos; por eso se necesita una revolución filosófica, y el Objetivismo puede proveernos –aunque sea inicialmente– de los principios metafísicos, epistemológicos, éticos y políticos para que ésta sea posible.
Todo gran cambio, comienza, primeramente con un cambio individual. La filosofía de Ayn Rand es para ti; ser humano e individuo: una herramienta para que tus pensamientos, tus emociones, tus decisiones y tus acciones ¡Te lleven a vivir una vida plena!
Hoy, en el #AynRandDay, el legado de esta grande, nos invita a que: Tú debes tener un punto de vista particular sobre el tipo de mundo en el que vives, la manera óptima de entenderlo y tratar con él, y a qué debes aspirar a la vida. Tu única opción es si tus premisas filosóficas han sido adquiridas por tu propia estructura de pensamiento –pensamiento independiente–, o para tu tribulación, absorbidas incuestionablemente de quienes te rodean.