PIEL DE OVEJA: LA EXTREMA IZQUIERDA BUSCA DESMARCARSE DEL RÉGIMEN CHAVISTA

La extrema izquierda latinoamericana ha encontrado en el Foro de São Paulo un refugio ideológico y operativo para articular su agenda política en la región. Sin embargo, en los últimos tiempos, el desprestigio del régimen de Nicolás Maduro ha llevado a algunos de los miembros más destacados del Foro a adoptar posiciones ambiguas o distantes respecto a Venezuela, buscando conservar un halo de legitimidad democrática. Este juego de sombras evidencia no solo que la izquierda regional es cómplice, sino también su destreza para camuflarse bajo una retórica de “moderación” mientras perpetúan las mismas lógicas de poder autoritario.

EL FORO DE SÃO PAULO: LA CÚPULA DE LA AGENDA AUTORITARIA

El Foro de São Paulo se fundó en 1990 como una respuesta de los movimientos y partidos de izquierda al final de la Guerra Fría y al colapso de los regímenes comunistas en Europa del Este. Presentándose como una alternativa al “neoliberalismo” (sic), este espacio ha servido como una red para coordinar estrategias políticas, compartir recursos y fortalecer alianzas entre movimientos que, en muchos casos, buscan imponer agendas estatistas y totalitarias.

Nombres como el Partido de los Trabajadores (Brasil), el Movimiento Al Socialismo (Bolivia) y el Partido Socialista Unido de Venezuela destacan entre sus miembros más prominentes. Bajo el auspicio del Foro, estas organizaciones han promovido reformas constitucionales para perpetuarse en el poder, controlar los medios de comunicación y llevar a cabo una férrea persecución a sus opositores. Nicolás Maduro es uno de sus mayores “beneficiarios”, consolidando un régimen dictatorial que inició Hugo Chávez y que ha derivado en una crisis humanitaria sin precedentes.

EL ROL DE VENEZUELA COMO EPICENTRO DEL FORO

Venezuela ha sido el eje central del Foro de São Paulo en los últimos años, no solo por el simbolismo que representa su resistencia al modelo neoliberal1, sino también por los recursos que el chavismo ha puesto al servicio de esta plataforma. Los petrodólares venezolanos financiaron movimientos y gobiernos afines en toda la región, permitiendo la expansión de esta ideología. Sin embargo, el desplome económico del país y las evidencias contundentes de violaciones a los derechos humanos han puesto a prueba la lealtad de sus aliados.

LA AMBIGÜEDAD CÓMPLICE: PETRO, LULA Y SHEINBAUM

Las elecciones presidenciales de Venezuela del 28 de julio de 2024, plagadas de irregularidades y ampliamente consideradas fraudulentas, se convirtieron en un punto de inflexión para la izquierda y la extrema izquierda continental. A pesar de las denuncias internacionales, los gobiernos de Gustavo Petro (Colombia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Claudia Sheinbaum (México) enviaron representantes a la toma de posesión de Maduro, legitimando de facto su “reelección” y contraviniendo sus declaraciones previas en las que aparentaban prepararse para desconocer el resultado anunciado por el sistema criminal chavista.

Petro: diálogo como excusa

El presidente colombiano, Gustavo Petro, justificó la asistencia al acto de juramentación de Maduro como un gesto para mantener canales de diálogo abiertos. No obstante, esta postura contrasta con su discurso de promoción de los derechos humanos y la democracia. En la práctica, su acción refuerza el poder de Maduro y socava los esfuerzos de la oposición venezolana.

Petro ha utilizado su plataforma política para argumentar que la solución a la crisis venezolana pasa por la “reconciliación” y el “entendimiento”. Sin embargo, esta narrativa parece ignorar que el régimen de Maduro no solo reprime a sus opositores, sino que también manipula sistemáticamente las instituciones para perpetuarse en el poder. Este tipo de ceguera selectiva coloca a Petro en la categoría de los líderes que prefieren la complicidad política a los principios democráticos.

Lula: pragmatismo o hipocresía

Lula, quien ha mostrado una histórica cercanía al chavismo, adoptó una estrategia más calculada. Aunque no asistió personalmente, sí envió representantes diplomáticos. Esta acción, interpretada como una señal de “neutralidad”, refleja cómo el pragmatismo político prevalece sobre los principios democráticos, comprobando la hipocresía de su discurso.

El presidente brasileño ha sido un defensor público de la “no intervención” en los asuntos internos de otros países. No obstante, su historia de respaldo al chavismo y la falta de condena a las violaciones de derechos humanos en Venezuela ponen en duda la sinceridad de su postura. Lula parece apostar a mantener su influencia en la región, incluso a costa de su credibilidad internacional.

Sheinbaum: la imparcialidad” como cómplice

En México, Claudia Sheinbaum también optó por una posición ambigua, justificando la participación de su gobierno como un acto de “respeto a la autodeterminación”. Esta postura ignora las evidencias de fraude y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en Venezuela, revelando una doble moral en su gestión.

México, bajo el liderazgo de Sheinbaum, parece seguir una tradición de “neutralidad” que en realidad opera como un escudo para no condenar dictaduras afines. Este enfoque, lejos de promover la paz o el diálogo, refuerza la percepción de que el gobierno mexicano prioriza sus complicidades ideológicas sobre los valores democráticos.

El caso Boric: la excepción que confirma la regla

En contraste con sus pares, Gabriel Boric, presidente de Chile, ha optado por una postura crítica hacia el régimen de Maduro. Su negativa a reconocer los resultados oficiales anunciados por el régimen de Maduro y su insistencia en la defensa de los derechos humanos parecen desmarcarlo de la narrativa hegemónica de la izquierda regional. Sin embargo, su aislamiento dentro del bloque progresista levanta suspicacias sobre cuán genuina o sostenible es esta postura en un entorno dominado por el Foro de São Paulo.

Boric ha intentado posicionarse como un líder progresista diferente, comprometido con los principios democráticos. Aun así, la presión interna y externa para alinearse con los intereses del Foro podría poner a prueba su determinación.

LA RESPONSABILIDAD DE LA IZQUIERDA CONTINENTAL

Aunque abundan los analistas y operadores que siempre buscan hacer una distinción entre la izquierda democrática y la autoritaria en Iberoamérica, la realidad que se pone de manifiesto es que el bloque continental de la misma carga con cierta responsabilidad cuando se trata de la consolidación de regímenes comunistas en la región.

Muchos han sido los líderes supuestamente moderados que solaparon, idolatraron y homenajearon al Che Guevara, a Fidel, a Chávez, e incluso a Ortega, esto sin contar el aparataje cultural movido por el bloque del FSP y que permeó en casi todos los países del continente.

Esta red de apoyo al chavismo perpetúa el sufrimiento de millones de venezolanos, quienes enfrentan una crisis humanitaria jamás vista: migración masiva, pobreza y violaciones sistemáticas a los derechos humanos. La narrativa de “diálogo” o “imparcialidad” es un velo que oculta la responsabilidad directa de estos gobiernos en la prolongación del régimen.

El impacto en la región

La complicidad de estos líderes también tiene implicaciones más amplias para América Latina. Al respaldar a un régimen autoritario, atentan directamente contra la libertad de las personas y favorecen la consolidación de regímenes antiliberales que someten a todo el que se les opone. Además, envían un mensaje peligroso: las violaciones a los derechos humanos pueden ser toleradas si están alineadas con los intereses ideológicos del bloque.

LOS LOBOS Y SU PIEL DE OVEJA

La izquierda iberoamericana, bajo el paraguas del Foro de São Paulo, ha demostrado una y otra vez su habilidad para camuflar sus verdaderas intenciones. Mientras se presentan como defensores de los derechos humanos y la democracia, sus acciones indican lo contrario: son cómplices activos de un régimen que ha destruido a Venezuela.

El liberalismo, como contrapeso a estas tendencias dictatoriales, debe seguir denunciando estas hipocresías y abogando por un modelo político basado en la libertad individual, la responsabilidad y el respeto por las instituciones. Solo asumiendo un compromiso firme con estos principios, Latinoamérica podrá superar las sombras del autoritarismo y construir un futuro más próspero y justo.

Es crucial que los ciudadanos de la región reconozcan la realidad detrás de estas posturas ambiguas y demanden de sus líderes una política exterior coherente con los valores democráticos. La historia juzgará a quienes eligieron apoyar dictaduras en nombre de la “neutralidad” o del “diálogo”, así como a aquellos que se beneficiaron del sufrimiento de un pueblo sin alzar una sola palabra en su defensa.

La complicidad de la izquierda regional con el chavismo no solo condena a Venezuela, sino que amenaza con arrastrar a toda América Latina hacia un abismo de totalitarismo y miseria. Es hora de desenmascarar a estos lobos con piel de oveja y reafirmar que la libertad, la democracia y los derechos individuales no son negociables.


NOTAS:

  1. Cuando hablamos de “neoliberalismo”, nos referimos a la idea torcida y manipulada que los operadores de izquierda emulan cuando utilizan dicho término. ↩︎

Víctor Márquez Cassinese
Víctor Márquez Cassinese

Apasionado por la libertad individual, cuenta con estudios en el programa de Letras de la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello) de Caracas, y es profesional en Marketing Digital con experiencia de más de cinco (5) años en el campo de redes sociales y comunicación digital. Habiendo adquirido conocimientos en literatura, marketing de contenidos y estrategias de comunicación para redes sociales, ha forjado una carrera como redactor y creador de contenido especializado. En su faceta como columnista ha escrito para los portales digitales del Movimiento Libertario de Venezuela y México Libertario, así como en la revista Ideas de Libertad, entre otros espacios.

Este analista político venezolano se destaca por ofrecer una visión de la realidad política y social tanto de su país de origen, como de Uruguay (su país de residencia) y la región. Su compromiso va más allá de la escritura: aboga fervientemente por los derechos individuales, la propiedad privada y la soberanía personal en cada contenido que crea. Su enfoque se centra en el diálogo constructivo y la promoción de ideas que fomenten la libertad, el capitalismo de libre mercado y la prosperidad de los individuos.

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