UN NUEVO PAPA: la misma línea con otra voz

Con la elección del cardenal Robert Prevost como el nuevo papa León XIV, la Iglesia Católica Apostólica del Vaticano (ICAV) entra en una etapa que, lejos de representar una ruptura con el pontificado de Francisco I, parece más bien consolidar una línea de continuidad ideológica y pastoral. No obstante, la figura de Prevost, menos mediática y con un perfil más discreto, podría marcar una diferencia importante en el estilo y el tono con el que se conducirá la comunidad de fe en mención durante los próximos años.

Prevost, nacido en los Estados Unidos, pero formado en América Latina como misionero agustino en Perú, hereda buena parte de las preocupaciones de Jorge Mario Bergoglio: el enfoque pastoral centrado en los más necesitados, la reforma de la curia, la búsqueda de una Iglesia más sinodal y atenta a las realidades del sur global. Además, como prefecto del Dicasterio para los Obispos, bajo Francisco I, tuvo un papel clave en la elección de los nuevos líderes eclesiales, muchos de ellos alineados con la visión progresista del fallecido papa argentino. Su cercanía con ese círculo vaticano hace impensable una marcha atrás radical.

Sin embargo, el hecho de que Prevost provenga de la Orden de San Agustín y no de la tradición jesuita, introduce un matiz interesante. A diferencia de los franciscanos o jesuitas, los agustinos están más marcados por una espiritualidad del orden, la razón y la comunidad. San Agustín, el gran pensador que inspira esta orden, articuló una teología que valora el rol del Estado, la búsqueda de la verdad mediante la razón, y la construcción del bien común desde el equilibrio entre justicia y autoridad.

En ese sentido, es posible que, aunque Prevost comparta el horizonte social y pastoral de Bergoglio, lo exprese con un estilo más institucional, menos confrontacional y con mayor apertura al diálogo con sectores más tradicionales dentro de la ICAV. Su formación intelectual y su vida comunitaria como agustino podrían hacerlo más proclive al consenso que a la denuncia, y más interesado en reconstruir puentes que en agitar las aguas.

Si bien no debemos esperar una reversión doctrinal, quizás sí un cambio de clima. Si Francisco I fue una figura ominosa, que incomodó con sus gestos y palabras –a veces más cercanas a los movimientos sociales que a los diplomáticos vaticanos–, León XIV podría representar una voz que consolide esas reformas, naturalmente, con más discreción y menor carga ideológica. En tiempos de polarización interna y externa, tal moderación no sería menor.

En suma, el nuevo papa no rompe con Francisco I, pero si pudiese matizar su legado. Su elección parece pensada para garantizar continuidad sin tensar más las cuerdas internas. Una Iglesia que sigue caminando hacia las periferias, aunque, ahora con pasos posiblemente más firmes, silenciosos y ordenados.

Kevin Pacheco Del Castillo
Kevin Pacheco Del Castillo

Barranquillero. Abogado y Administrador de Empresas con más de siete (7) años de experiencia en derecho empresarial y administración inmobiliaria. Miembro fundador de la Corporación PrimaEvo.

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