Tomás de Aquino es uno de los pensadores que más influencia ha ejercido en la base ideológica del liberalismo, incluso cuando el pensamiento moderno ha querido marcar distancia con la Escolástica. A pesar de los cambios y rupturas con la tradición, el diálogo intelectual con Aquino ha persistido.
La herencia tomista del liberalismo es doble. Una epistemológica, al legitimar estructuras racionales desde Aristóteles y Agustín. Y otra ética, que proyecta un orden objetivo en lo social y político. Así, el liberalismo asume que el orden social no es irracional ni arbitrario, sino estable y perfectible mediante la razón.
NOTA:
Este es el séptimo capítulo de una serie de artículos que tratan sobre las diferentes etapas que ha vivido el liberalismo, desde sus cimientes hasta nuestros días. Para poder comprenderla mejor, es recomendable leer los seis anteriores:
LA LEY NATURAL Y SU INFLUENCIA EN EL PENSAMIENTO LIBERAL
Entre fines de la edad media y el renacimiento, la iglesia afianza sus doctrinas y los pensadores escolásticos recuperan el aristotelismo, diferenciando esencia y accidentes. En este contexto, se refuerza la necesidad de leyes humanas que aseguren el bien común, no como expresión del poder arbitrario, sino como aplicación concreta de los principios universales de la ley natural.
La ley natural, entendida como eterna e inmutable, se conoce mediante la razón y sirve de fundamento para el ius naturale. Este, a su vez, legitima el ius civile o derecho humano positivo. Así, se establece una jerarquía normativa donde la racionalidad del ser humano es el medio por el cual se accede a las verdades morales que rigen la vida en sociedad. La influencia de esta doctrina será clave en la formulación del derecho natural moderno, del que el liberalismo extraerá conceptos fundamentales como los derechos inalienables y la idea de legalidad objetiva. Entre fines de la edad media y el renacimiento, la iglesia afianza sus doctrinas, y los pensadores escolásticos recuperan el aristotelismo, diferenciando esencia y accidentes. Reconocen la necesidad de leyes humanas para el bien común, y fundan el derecho natural en una razón universal válida por sí misma. La ley natural, eterna e inmutable, se conoce mediante la razón y fundamenta el ius naturale, mientras que la ley humana concreta deriva del ius civile.
Orígenes y fundamentos de la ley natural
Durante el siglo XIII, Alberto Magno y Tomás de Aquino se enfrentan al reto de integrar la filosofía aristotélica en la teología cristiana. Uno de los puntos cruciales de esta empresa es la formulación de la ley natural, que debe reconciliar la voluntad divina con un orden racional preexistente. A diferencia del voluntarismo teológico, que equipara ley con el querer de Dios, Tomás sostiene que la ley natural es reconocible por la razón y refleja un orden universal accesible a todo ser humano racional.
Este enfoque permite establecer una ética objetiva, no dependiente de la revelación, sino fundamentada en la naturaleza humana. La ley natural se convierte así en el nexo entre la moral, el derecho y la política, al expresar los principios que rigen la vida social en función del bien común. Esta noción influirá profundamente en las teorías políticas modernas, que verán en la ley natural un límite legítimo al poder estatal y una base para los derechos humanos. En el siglo XIII, Alberto Magno y Tomás de Aquino introducen la filosofía aristotélica al cristianismo. Frente al concepto predominante de voluntad divina, Tomás ofrece una visión donde la ley natural se conoce por la razón humana y refleja un orden voluntario y racional del mundo.
TOMÁS DE AQUINO Y SU CONTRIBUCIÓN AL LIBERALISMO
Tomás articula el bien común como fin del Estado, compatible con el personalismo. La persona es un ser social, pero con autonomía individual. En su pensamiento, la ley garantiza la justicia moral, más allá del simple orden jurídico. Su influencia en el liberalismo político es reconocida incluso por pensadores posteriores que modificaron su enfoque.
La libertad individual como pilar del liberalismo
Desde la ley natural, Tomás desarrolla una noción de libertad como disposición racional del ser humano a obrar el bien. Este concepto, basado en la razón natural, incluye dimensiones como la voluntad, la instrumentalidad y la deontología. La libertad individual se convierte en base de la vida social, junto al instinto y la inclinación natural.
Concepto y dimensiones de la libertad individual
La libertad individual se manifiesta en la capacidad de actuar según la razón. No basta con actuar según deseos intensos; para ser libre, la acción debe ser racional y voluntaria. Las ciencias sociales abordan estos problemas considerando factores racionales y contextuales. Una acción no es libre si es forzada, aunque esté realizada voluntariamente.
EL LEGADO DURADERO DE TOMÁS DE AQUINO EN LA FILOSOFÍA POLÍTICA
A diferencia del dualismo agustiniano, Tomás sostiene la unidad del alma y el cuerpo, conciliando razón y fe. La ley eterna es origen de todas las leyes, incluidas las naturales grabadas en la mente humana. Su doctrina permite articular un sistema moral válido en diferentes contextos y sirvió de base al iusnaturalismo clásico.
INFLUENCIA DE AQUINO EN LA TEORÍA POLÍTICA MODERNA
Aquino plantea una doctrina del poder que está fundamentada en la legitimidad racional. Para él, la autoridad siempre debe estar dirigida al bien común y se ha de tener la consideración que tal autoridad se fundamenta en el orden natural que establece la razón. Esta visión de la naturaleza de la autoridad tuvo un fuerte impacto en el pensamiento político moderno, especialmente en aquellos pensadores –que, aunque se separan del marco teológico, conservan el ideal de un poder limitado por la ley moral– que defenderán que el derecho natural sea anterior y superior al derecho positivo y que, en consecuencia, deban ser respetados al máximo la dignidad de la persona humana.
La separación entre ley y moral, el control del poder mediante mecanismos racionales, la aceptación de los derechos del ser humano son elementos claramente tomistas. La idea de un orden social que se basa en la participación racional de los ciudadanos encuentra anticipos evidentes en gran parte de las ideas que posteriormente los autores del contractualismo moderno y el liberalismo clásico defenderán. La adopción crítica del aristotelismo a través de Averroes, y su integración con la doctrina cristiana, le permitió a Tomás de Aquino ofrecer una síntesis que sirvió de puente entre la Edad Media y la modernidad política. Su influencia es visible incluso en escuelas opuestas a sus principios teológicos. Su adopción del aristotelismo, a través de Averroes, consolida su lugar en la tradición cristiana y en la teoría política occidental.
REFLEXIONES EN TORNO A LA PERTINENCIA DEL PENSAMIENTO LIBERAL EN LA ACTUALIDAD Y A LO QUE SUPONE TOMÁS DE AQUINO
La evolución del liberalismo moderno, sobre todo a partir de la crisis de la escolástica y la Ilustración, implicó pasar de una concepción de la libertad relativamente tradicionalista y legitimadora, a otra más secularizada y contextualizada; no en vano, buena parte de los principios que fundamentan la democracia moderna nacen ya en el pensamiento tomista.
El reconocimiento de la dignidad humana, el reconocimiento del derecho natural y la idea de un orden moral que está por encima de todos aquellos que se pueden articular desde la política son, entre otros, aspectos que articuló claramente Tomás de Aquino. En un tiempo de crisis de la concepción de justicia y de la concepción de libertad, se puede decir que la filosofía “aquinense” proporciona un nuevo marco de reflexión entre la razón, la ética y la trascendencia.
Muchos de aquellos valores que parecen arquetípicos del liberalismo: pluralismo, respeto hacia el individuo y responsabilidad colectiva, entre otros, están ya anticipados en su concepción del “bien común”. Por ello, Tomás de Aquino no es solamente una figura del pasado, sino que sigue siendo un punto de partida válido para comenzar a repensar nuevos problemas en la actualidad desde una perspectiva que no excluya la espiritualidad ni la moral. Su legado nos invita a despertar hacia una formulación que reconcilie la libertad con la responsabilidad y la racionalidad con la búsqueda del “bien”.