EL ESTADO PARASITARIO Y NUESTRA AMÉRICA LATINA: ESPEJO DE “LA REBELIÓN DE ATLAS”

Cada 2 de septiembre, quienes hemos leído La rebelión de Atlas recordamos que no se trata de una simple novela publicada en 1957. Es más bien, un grito de advertencia. Ayn Rand describió un mundo donde el Estado se convierte en un parásito insaciable: castiga al productor, glorifica el sacrificio y disfraza la coerción de “justicia social”. Preguntar, resulta inevitable: ¿Es América Latina, hoy por hoy, ese “grito de advertencia” hecho realidad?

Lo cierto es que nuestra región parece calcada de esas páginas. Gobiernos que regulan hasta el último detalle, controles de precios que asfixian la innovación, subsidios que premian la dependencia y una inflación crónica producto del costo de financiar un gasto público desbordado. El éxito es visto con sospecha, mientras la mediocridad se premia con prebendas. ¿No es eso exactamente lo que Rand denunciaba?

La corrupción, además, se ha institucionalizado. No es un accidente, es un sistema. El Estado, lejos de ser garante de derechos, se convierte en botín de guerra. La lealtad al poder vale más que el mérito, y la confianza entre las personas se erosiona al punto de que muchos ciudadanos entienden que el progreso no depende del trabajo, sino de la cercanía a los burócratas.

En el trasfondo se encuentra lo que Rand llamaba la moralidad colectivista: esa idea según la cual el individuo solo vale en la medida en que se sacrifica por los demás. Latinoamérica la abraza con entusiasmo: se exalta el altruismo forzado y se demoniza el interés personal. Sin embargo, el sacrificio no construye progreso, sino más poder para el Estado. Aquí la libertad individual se ve como amenaza, no como virtud.

¿Y dónde queda el innovador, el creador, el empresario? En un callejón sin salida. Quien quiere producir, choca con un Estado que no entiende de creación, sino de redistribución. Cada avance tropieza con impuestos excesivos, trabas burocráticas y regulaciones que paralizan. La tensión entre el innovador y el Estado parasitario es hoy el mayor freno para el desarrollo latinoamericano.

En La rebelión de Atlas, John Galt encarna al creador que se niega a sostener sobre sus hombros un sistema que lo oprime. En nuestra región, los “John Galt” de la actualidad no siempre hacen huelga, pero sí huyen en silencio: emigran, trasladan sus inversiones o simplemente abandonan la vida productiva. La fuga de cerebros y capital son nuestra huelga invisible.

Así que la respuesta se muestra con total contundencia: La rebelión de Atlas no fue solo una advertencia, también un espejo; un espejo incómodo en el que América Latina puede verse reflejada. La magnum opus de Rand nos recuerda que ninguna sociedad prospera castigando a sus productores ni glorificando a un Estado que consume más de lo que crea.

Ahora, la pregunta es personal y urgente: ¿Seguiremos cargando como ATLAS un sistema que nos oprime, o tendremos la valentía de rebelarnos y rescatar la dignidad de la libertad y la creatividad individual?

Katherine Benavides
Katherine Benavides

Barranquillera para más no poder. Profesional en Dirección y Producción de Radio y Televisión por la Universidad Autónoma del Caribe y con estudios en Ciencia Política de la Universidad del Norte. Actualmente, está vinculada al Ayn Rand Center Latinoamérica, donde profundiza en el Objetivismo y en su aplicación a la defensa de la razón, el individualismo y la libertad en general.

También se distingue por su compromiso con la causa israelí y la promoción de las libertades individuales, principios que orientan tanto su trabajo intelectual como su quehacer personal y profesional.

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