EL PROBLEMA BÁSICO EN EL MUNDO HOY | Parte 4

Por: Ayn Rand.

NOTA:

Esta entrega de este especial corresponde a la cuarta parte de un artículo llamado Textbook of Americanism, escrito por Ayn Rand y divulgado originalmente en 1946 en THE VIGIL, una publicación de la ALIANZA CINEMATOGRÁFICA PARA LA PRESERVACIÓN DE LOS IDEALES AMERICANOS (Beverly Hills, California).

El artículo completo circunscribe al ámbito político y busca definir y aclarar los principios básicos de las cuestiones públicas. La serie quedó inconclusa: las doce preguntas que aquí serán reproducidas constituyen apenas la tercera parte de un proyecto mayor; el resto nunca llegó a escribirse.

Para una mejor comprensión del fragmento que nos ocupa, conviene leer también los anteriores:

8. ¿CUÁL ES LA FUNCIÓN APROPIADA DEL GOBIERNO?

La función apropiada del gobierno es proteger los derechos individuales del ser humano: esto significa proteger a toda persona contra la fuerza física.

En un sistema social adecuado, los seres humanos no utilizan la fuerza unos contra otros; la fuerza solamente puede ser usada en defensa propia, es decir, en defensa de un derecho violado por la fuerza. Las personas delegan en el gobierno el poder de usar la fuerza como retaliación, y solo como retaliación.

El tipo de gobierno apropiado no inicia el uso de la fuerza; usa la fuerza únicamente para responder a aquellos que han iniciado su uso. Por ejemplo: cuando el gobierno arresta a un criminal, no es el gobierno quien viola un derecho; es el criminal el que ha violado un derecho, y al hacerlo se ha situado fuera del principio de los derechos, donde los seres humanos no tienen otro recurso contra él más que el empleo de la fuerza.

Sin embargo, es importante recordar que todas las acciones definidas como criminales en una sociedad libre son acciones que implican el uso de la fuerza, y solo tales acciones son respondidas con la fuerza.

No se dejen confundir por expresiones tan burdas como: “un asesino comete un crimen contra la sociedad”. No es a la sociedad a la que el asesino mata, sino a una persona en concreto. No es un derecho social el que quebranta, sino un derecho individual. No se le castiga por lesionar a una colectividad; no ha lesionado a una colectividad: ha lesionado a otro ser humano. Si un criminal roba a diez personas, sigue sin ser a la “sociedad” a quien roba, sino a diez individuos. No hay “crímenes contra la sociedad”: todos los crímenes se cometen contra personas específicas, contra individuos. Y es precisamente el deber de un sistema social adecuado y de un gobierno adecuado proteger a cada individuo contra el ataque criminal: contra la fuerza.

No obstante, cuando un gobierno se convierte en el iniciador de la fuerza, la injusticia y la corrupción moral resultantes son verdaderamente indescriptibles.

Por ejemplo, cuando un gobierno colectivista ordena a alguien trabajar y lo ata a un empleo bajo pena de muerte o prisión, es el gobierno quien inicia el uso de la fuerza. La persona no ha ejercido violencia contra nadie –pese a que el gobierno emplea la violencia contra ella–. En teoría, no existe justificación posible para semejante proceder. Y, en la práctica, no hay otro resultado posible, salvo la sangre y el terror que puedes observar en cualquier nación colectivista.

La perversión moral implicada aquí es esta: si los seres humanos no tuvieran gobierno ni sistema social alguno, tendrían que subsistir puramente por medio de la fuerza y luchar unos contra otros en cualquier caso de desacuerdo; en tal situación, una persona podría tener una probabilidad justa contra otra persona, pero no tendría probabilidad alguna contra otras diez. No es contra un individuo que se necesita protección, sino contra un grupo. Y, aun así, en semejante estado de anarquía, aunque cualquier pandilla mayoritaria intentara hacer lo que quisiera, una minoría todavía podría plantarles cara valiéndose de cualquier medio disponible; y la pandilla no podría imponer su dominio por mucho tiempo.

El colectivismo se encuentra un nivel por debajo de la anarquía salvaje: le arrebata al individuo incluso la oportunidad de defenderse. Hace que la violencia sea legal, y la resistencia a ella, ilegal. Le otorga la sanción de ley a la fuerza bruta organizada de una mayoría (o de cualquiera que alegue representarla), y convierte a la minoría en un impotente e indefenso objeto de exterminio. Si puedes pensar en una perversión de la justicia más malvada que esta, indícala.

En la práctica, cuando una sociedad colectivista viola los derechos de una minoría (o de un individuo), el resultado es que la mayoría también pierde sus derechos y queda en manos del poder total de un pequeño grupo que gobierna exclusivamente mediante la fuerza bruta.

Si quieres entender con claridad la diferencia entre el uso de la fuerza como represalia (empleada por el gobierno de una sociedad individualista) y el uso de la fuerza como política primaria (empleada por el gobierno de una sociedad colectivista), aquí tienes el ejemplo más sencillo: es la misma diferencia que entre un asesino y quien mata en defensa propia. Un gobierno apropiado actúa bajo el principio de autodefensa del ser humano, pero un gobierno colectivista actúa como un asesino.

9. ¿PUEDE HABER UN SISTEMA SOCIAL “MIXTO”?

No puede haber un sistema social que sea una mezcla entre individualismo y colectivismo. Una de dos: o los derechos individuales se reconocen en una sociedad, o no se reconocen. No pueden reconocerse a medias.

Lo que pasa con frecuencia, sin embargo, es que una sociedad basada en el individualismo no tiene el valor, la integridad y la inteligencia de atenerse a su propio principio de forma consistente en todas sus aplicaciones prácticas. Por ignorancia, cobardía o apatía mental, esta sociedad dicta leyes y acepta reglamentaciones que contradicen su principio básico y que violan los derechos inalienables del hombre. En la medida de tales trasgresiones, la sociedad comete injusticias, perversidades y abusos; si estas infracciones no se corrigen, la sociedad se hunde en el caos del colectivismo.

Cuando observes una sociedad que reconoce los derechos individuales en algunas de sus leyes, pero no en otras, no la consideres un sistema “mixto” ni concluyas que un término medio entre principios básicos, opuestos en teoría, pueda ser viable en la práctica. Tal sociedad no funciona; simplemente se está desintegrando. La desintegración lleva tiempo. Nada se derrumba súbitamente: ni un cuerpo humano ni una sociedad.

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