A veces, el amor no cabe en el cuerpo:
se derrama
tiembla en las manos
gotea de los ojos
se convierte en fiebre.
A veces, el amor es un río queriendo ser mar…
sin saber si el mar lo espera.
Yo te amo, Juan David
como se ama al sol desde la sombra
como se ama al silencio cuando ya no soportas el ruido
como se ama lo que todavía no puede ser,
aunque habite en todos mis futuros.
No estás listo, lo sé
y yo no soy quién para forzar los relojes.
Tu dolor tiene su propio idioma
su propio invierno.
Pero aun así te espero
como se espera sin exigir
como florece un árbol sabiendo que quizá el caminante nunca regrese.
Yo no quiero retenerte.
No quiero que me debas una lágrima
tampoco una decisión.
No.
Solo quiero que seas feliz.
Y si ese futuro no me incluye
que al menos la luz que yace en tu hermoso ser haya sentido la mía,
siquiera unos instantes.
Amo la idea de construir un porvenir junto a ti:
de reírnos de nuestra vejez
de sostenernos los temblores
de ver pasar los años sin miedo, pues nos tendríamos el uno al otro.
Pero también amo la idea
de que tú, sin mí, seas feliz.
Eso también es amor:
amor que me quiebra, pero me salva.
Y si cuando sanes, si cuando mires atrás
descubres que fui hogar
que fui calma, que fui verdad
ojalá todavía estés a tiempo…
ojalá todavía yo esté aquí.
Y si no
sabrás que alguien te amó
como no ha amado dos veces en la vida.
Y que ese amor fue tuyo
sin condiciones, sin medida, sin final.
NOTA:
SOBRE LA OBRA EN LA IMAGEN DESTACADA: Hockney, D. (1968). Christopher Isherwood and Don Bachardy [Acrílico sobre lienzo]. The David Hockney Foundation: colección privada. https://www.thedavidhockneyfoundation.org/artwork/3672.