Recuerdo cuando era pequeño que mis padres siempre decían que nadie debía poner precio a tu trabajo. Esto es cierto y en todo momento se aplica.
Ahora, que si hablamos de poner precio al trabajo de otra persona no hay nadie más efectivo que el estado, aun cuando este salario está mal asignado debido a que el estado carece de cálculo económico; es decir, que no sabe cuánto es mucho o cuanto es poco. Es por eso que para el estado un salario mínimo, como el actual, es más que suficiente para cubrir con las necesidades básicas de las personas, pero es que las necesidades básicas han aumentado desde aquella ley 6 de 1945 que habla sobre el establecimiento de un salario mínimo.
Para ese entonces, 1945, se hablaba que ese salario debería garantizar el saneamiento básico de las necesidades de las personas, esto incluye alimentos, vestuario, vivienda y una que otra cosa como servicios de medicamentos ofrecidos por los boticarios. Pero aquí es donde surge el problema, el estado es carente de inteligencia y no reconoce que el individuo por si mismo puede mejorar su calidad de vida, y que día a día las necesidades más básicas se fueron cubriendo gracias a las dinámicas propias del mercado y que otras necesidades, por la mismas dinámicas, fueron floreciendo a medida que la humanidad fue avanzando. Es así como hoy en día dentro de lo básico que puede y debe cubrir una persona, se encuentra el pago de un servicio de televisión por cable o por un plan de datos de telefonía celular, el pago de servicio de entretenimiento vía streaming, tales como netflix, amazon prime, HBO Go, etc. Y que esto para el estado es transparente pues se quedó con la idea de aquel 1945, donde el salario mínimo debe cubrir solo alimentos, vestuario, salud y arrendamiento. Este salario establecido por el estado no contempla el ocio, el entretenimiento y el ahorro, como medidas de necesidades básicas.
Pero este debate no es solo local, ya en otros países se ha dado y se ha implementado las medidas más sanas que son aquellas donde el salario se fija por las justas leyes del mercado que otorga a cada quien según produzca, y que permite al trabajador tomar autoridad sobre su propio precio de mano de obra y llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso tanto para el como el empleador. Estas medidas han dado resultado muy positivos, al nivel tal, que esos países donde se implementó esta medida son hoy en día los salarios medios más altos del mundo y una calidad de vida realmente envidiable. Esto en Colombia es apenas un pensamiento, puesto que los sindicatos, cuyo conocimiento de economía e interacción humana es nulo y que se encuentra el servicio de políticos populistas, no permite que se aplique esta solución liberadora e individualista para los trabajadores que ellos tanto dicen defender. Es completamente injusto que sea un grupo pequeño de sindicalistas, gremios y políticos quienes determinen cuanto deben cobrar los trabajadores, como si de migajas regaladas se tratara.
Pero insisto, este debate no es nuevo y se ha venido dando a lo largo de la historia, de hecho, hay claros ejemplos en libros como El Quijote de la Mancha, obra insigne de la literatura universal, que narra el hecho de asignación de salarios; Cuando Sancho amenazaba con ir a la huelga, Sansón Carrasco, también conocido como un “perpetuo trastulo y regocijador de los patios de las ecuelas salmanticenses”, ofreces sus servicios y, de pronto, Don Quijote ve un mercado: ¿No te he dicho yo, Sancho, que me había de sobrar escuderos?(2.7.683). Cervantes reconoce aquí, junto con Adam Smith y David Ricardo, que pagar por el trabajo conlleva incentivos, eficiencias y ventajas competitivas que la coerción no. El hecho de que el trabajo era ahora una mercancía, permitió a Don Quijote y Sancho superar la esclavitud, negociando un salario para el escudero. Esto lo vemos sin ninguna fuerza coercitiva ajena como el estado, y que dicho arreglo se llegó entre los dos de manera voluntaria después de una negociación. ¿Será acaso que Cervantes era un Neoliberal?, para nada, claro que para los movimientos progresistas y los sindicalistas este improperio lo usarían igual, a pesar de desconocer que el Quijote de la Mancha se escribió un poco más de 150 años antes de que Adam Smith escribiera la riqueza de las naciones. Pero luego acaso ¿Es Cervantes, un adelantado a su época por hablar los problemas económicos que hay hoy en día? Sí, pero esto se debe a la influencia de los Escolásticos tardíos como lo fueron los sacerdotes Jesuitas y Dominicos, que profundizaron el estudio de la economía con temas tan complejos como salarios, inflación y divisas, y que de dichos trabajos se desprende la escuela Austriaca, pero ese no es el tema de este post, aquí hablamos de que ya en los años 1.600 se hablaba de los salarios y de su libre negociación.
¿Es entonces un retroceso que en pleno siglo XXI, que no se nos permita negociar nuestro propio salario y que sea un ente tan torpe y ayudado de entidades tan nefastas como los sindicatos y las agremiaciones quienes estipulen cuanto debe cobrar un trabajador por su trabajo? La respuesta es clara y es un SI rotundo. Se le debe dar dicha libertad de negociación a cada trabajador, puesto que es el único que sabe cuáles son sus necesidades básicas y cuales sus necesidades más aspiracionales las que debe cubrir con el salario que cobrará por poner a disposición su fuerza laboral como mercancía en el mercado.