Una innegable capacidad de desacierto junto con la carencia de poder proyectar a la que es el centro de innovación más grande del país: Medellín; sumadas a su evidente desconexión de la realidad a la hora de implementar cualquier medida de contingencia, su arrogancia característica, la manipulación de la verdad y los hechos y tanta mentira reiterativa, la inexperiencia en materia administrativa y un tropiezo tras otro producto de la improvisación; nos están remitiendo a un ajuste de cuentas a razón de haber tomado la peor decisión para nuestra ciudad: por haber permitido que llegase a tomar las riendas de la misma un fracaso llamado Daniel Quintero Calle.
En repetidas ocasiones he compartido que, el día que “El Hijo del Tricentenario”, “Don Tomate”, “El Petro Paisa” o como deseen apodarlo; se hizo al cargo de Alcalde de la Capital de la Montaña, desde su cuenta oficial de Twitter manifestó que “La esperanza derrotó al miedo”. Nada más alejado de la realidad. Tanto, que ahora el miedo se convirtió en una constante y se aviva aún más, toda vez que, nuestro honorable mandatario local impone una medida restrictiva a causa de la inevitable propagación del que yo, personalmente, prefiero llamar “el virus chino” (COVID-19).
El filósofo y contrarrevolucionario francés Joseph de Maistre (1753-1821), sostenía que “Cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”. En parte, de Maistre no se equivocaba; más aún con un proyecto de nación como Colombia: inviable desde toda óptica moral, política y económica. No obstante, el caso de nuestra ciudad es distinto. Medellín no tenía porque caer en manos de un personaje tan oscuro.
QUINTERO CALLE: EL “DON NADIE”
Para ninguno de mis amigos, conocidos, seguidores y el mismo Quintero Calle; ha sido un secreto mi visceral rechazo hacia su figura política y hacia su ser persona (acá, ya había escrito sobre él en una primera y segunda oportunidad). Como ya lo expresé: Medellín no tenía porque caer en manos de un personaje tan oscuro. Un personaje del que existen serias denuncias que investiga la Fiscalía sobre cómo adquirió los votos para llegar a ser Alcalde. Sí, así como lo leen. Quintero Calle, el mismo “don nadie” que sacó provecho de sus orígenes para hacer populismo del más barato, está siendo investigado por Fiscalía a razón del delito de tráfico de votos tras denuncia de nexos con grupos criminales, de acuerdo con información provista por IFM Noticias.
La verdad, Quintero Calle jamás ha sido un “don nadie”. Por el contrario, posee gran respaldo de saqueadores como el expresidente Juan Manuel Santos. Pasa que, la figura de “don nadie”, le ha resultado muy útil para sus cometidos. El “don nadie” anda haciendo muy bien la labor de destruir la economía y el tejido empresarial de la ciudad –tendría que estar uno muy ciego, para no darse cuenta del desprecio que nos profesa a los empresarios–. Y no contento con ello; ha atacado la institucionalidad local, pasado por encima de las tradiciones y creencias de las mayorías, y rotó con la esperanza de miles de familias que contemplaban al pasado mes de diciembre como el medio para poder recuperarse de un año que, creo pocos olvidaremos.
A todo lo anterior; se le añaden la manipulación mediática con la que ejerció su primer año de mandato, y la pésima gestión y manejo sobre la cadena de contagios del “virus chino” (recordemos que estuvo en la mira, tras rumorearse que llevó a cabo una tumultuosa fiesta para celebrar el cumpleaños de su hija). Las consecuencias: apagar la navidad representada en unos muy cuestionados alumbrados que actualmente están siendo desmantelados –dinero perdido–, el que muchas familias tuvieran que estar separadas durante esta época pese a que gran parte siempre optaron por ser responsables –dada la coyuntura que nos envuelve–, absurdas restricciones de movilidad y al momento de hacer compras (todavía nos rige el mal llamado “pico y cédula por la vida” y los “toques de queda nocturnos por la vida”, como si el virus solamente se esparciera en los supermercados y durante la noche), y que la ciudad cada vez esté más encerrada y empobrecida por la ausencia de gestión e incapacidad para dirigir de su mandatario y sus huestes.
“Valiente «don nadie»”, quizás dirían nuestras abuelas. Un “don nadie” que hizo que Medellín, en lugar de sobresalir por su pujanza, desarrollo y logros como ciudad; para este año, sobresaliera por las múltiples controversias y los escándalos que él ha provocado.
CANSADOS DE LA IMPROVISACIÓN: MEDELLÍN OPTA POR LA DESOBEDIENCIA CIVIL
Quintero Calle volvió a ser noticia, una vez decidió, a muy pocas horas de que su decreto entrara en rigor, remitir a “toque de queda obligatorio” a todos los habitantes de Medellín, entre las 8pm del viernes 15 de enero y las 5am del lunes 18 de enero. Como era de esperarse, la desesperada medida fue notificada vía Twitter, lugar desde el que, al parecer, al Alcalde le resulta más cómodo gobernar.
Ante esto, la molestia no se hizo esperar, y no sólo de parte de los usuarios de redes, sino de los mismos alcaldes del resto del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, y de empresarios y comerciantes locales y de otras regiones del departamento de Antioquia. Cansados de las decisiones tomadas a último momento (improvisación), en diferentes sectores de Medellín como el barrio Provenza en El Poblado, Laureles, el barrio Alfonso López, la zona rosa de Campo Valdés, San Javier, e incluso el Centro de la ciudad; muchos de los bares y restaurantes se negaron a acatar las ordenes municipales e hicieron caso omiso a los operativos emprendidos por la Policía. Por primera vez en mucho tiempo, parte de la ciudadanía se alzó en desobediencia civil, según informaron Caracol Radio e IFM Noticias.
Pasado este golpe de frente contra el asfalto del Alcalde, quedaron sin fundamento sus falsas declaraciones y engañosos mensajes en Twitter, en los que habló sobre las supuestas mil camas UCI y la adecuación de la antigua Clínica Saludcoop de la 80 para atender la crisis del “virus chino”. Además, quedaron en evidencia las cifras maquilladas de contagios y recuperados; tantas veces desmentidas por médicos, hospitales, la Gobernación de Antioquia y hasta el Gobierno Nacional.
LA GOTA QUE REBASÓ LA COPA
Claramente, Quintero Calle es un fiel exponente de la inexperiencia administrativa, mala fe para decidir y hacer, e incapacidad para gobernar; cosas muy opuestas a quienes por años han servido a la ciudad: un relevo de dudosa trayectoria y reputación sólo para cumplir con oscuros cometidos políticos. Así es como maneja la ciudad: a pruebas de ensayo-error. Y con lo que ha hecho de diciembre para acá, complementado a su tendencia a la mitomanía crónica y a su rampante egocentrismo que lo llevan a la palestra pública en cada trino o mensaje que publica; sólo en aras de figurar ¡Lo confirman con creces! ¡Fueron la gota que rebasó la copa!
Confirman a su vez, la urgente necesidad de revocarlo de su cargo. Lo acontecido el pasado fin de semana, ha permitido que la iniciativa denominada “Pacto por Medellín te salvará. Porque te amamos te vamos a recuperar”; tome más fuerza que nunca y más personas se unan a dicha causa –de la que me siento muy feliz de formar parte–.
El pasado 13 de enero, comenzó oficialmente la Revocatoria de Daniel Quintero Calle después de que Registraduría aprobó la inscripción del Comité del “Pacto por Medellín”. Adicional, tres días después, fue anunciada formalmente la realización de la Audiencia Pública necesaria como nuevo requisito para adelantar el proceso de revocatoria ¡Medellín ya tiene fecha y hora para la Audiencia Pública de Revocatoria de Daniel Quintero Calle!
PARA CERRAR
No seré yo uno más de esos escépticos y conspiranoicos que dudan de la existencia del que llaman COVID-19, ni negaré que éste se puede llevar vidas –aunque no es tan letal como afirman los medios prepago de Colombia– y que hay una gran masa de personas que, con virus o sin virus, poco valoran su vida y son irresponsables siempre. Aún así, era cuestión de Quintero Calle y de sus huestes, y no porque yo me encuentre de acuerdo con la forma en que se maneja este país, sino porque por más fuertes que sean las ideas que me muevan no puedo negar la realidad; haber empleado todo el tiempo que estuvimos en claustro para tomar las medidas requeridas que permitieran se contara con una capacidad hospitalaria suficiente, y así, evitar conducirnos de nuevo al punto de partida. Los confinamientos obligatorios jamás fueron de mi agrado, dada su inefectividad –aunque su impacto hubiera sido positivo bajo la medida de testeos masivo-compulsivos, los cuales, pudieron serle mucho más económicos al Estado, en el evento de haber sido implementados–; por eso, si antes no sirvieron, ahora menos.
Para Quintero Calle, fue más importante durante el año pasado, derrochar el dinero que debía usarse para la salud; en la creación de puestos de trabajo para sus familiares y amigos –y los de su esposa–; e incrementar los gastos administrativos y de operación en secretarías para minorías no representativas y otras dependencias inútiles, obviando el detalle que, la democracia es básicamente lo que dictan las mayorías. En el plano económico, fundamentalmente, acabó con el poco turismo que pudo haber llegado para la Navidad pasada; y tiró por la borda los esfuerzos depositados de hoteles, bares y restaurantes en costear los protocolos de bioseguridad exigidos por él mismo.
Muy probablemente, luego salga con orgullo a decir públicamente que sus estrategias funcionaron y que mermó la ocupación hospitalaria, o a hablar de “austeridad y eficiencia” como ya lo hizo –algo que desde luego, no es verdad–. Aunque yo creería, dados sus antecedentes, que recurrirá a su vieja estrategia de usar a sus fanáticos seguidores y modificar cifras para salir airoso de todo esto–. No obstante, y muy a su pesar, su impopularidad y la insatisfacción generalizada de la ciudadanía permanecerá in crescendo. ¡Jamás, un alcalde paisa había tenido tantas personas manifestándose en contra de sus draconianas imposiciones!
Continuamos a la expectativa de lo que se depara para mi amada Medellín. Lo que si es claro es que, lo peor de enfrentar esta crisis que nos ha perjudicado en todo sentido, es que el barco de mi ciudad haya sido tripulado por un capitán nada idóneo: por un fracaso llamado Daniel Quintero Calle.