EL CAPITALISMO HA TRIUNFADO SOBRE EL FEMINISMO

Si no fuera por nosotras, tú no podrías opinar” es tan solo una de las muchas atribuciones que el feminismo se creado para hacer de la mujer un instrumento de activismo social y político. Ha secuestrado logros que no le pertenecen a través del revisionismo histórico, y con ello, ha condicionado nuestro accionar, nuestras opiniones y nuestra identidad. Antes de entrar en materia, hagamos un recuento de lo que se supone fue “gracias al feminismo”, que nos obliga a rendirle honores y no atrevernos a cuestionar sus banderas, sus razones y sus formas.

Existe una idea generalizada de lo que significa “olas del feminismo”, pues fue una herramienta útil en su momento para diferenciar las banderas que sí representan a la mujer como sujeto político en contraposición del feminismo actual, cuyo accionar en Occidente no tiene mucho sentido. Se usó como herramienta para exponer un feminismo aislado de sus “inicios” y sus bases. Sin embargo, esta idea no deja de ser imprecisa y alejada de la compleja realidad, ya que son muchas las mentiras que suelen rodear estas premisas.

DESVIRTUANDO LOS HECHOS

Erróneamente se le llamó feministas de primera ola a las sufragistas, quienes en el marco de las revoluciones liberales exigían su inclusión en los espacios políticos con el sufragio femenino como herramienta para que la voz de la mujer –perfectamente capaz–, pudiera ser escuchada en la toma de decisiones importantes para el rumbo de un territorio. Para este momento, no existía la palabra feminismo como la conocemos; en ese entonces, esta palabra explicaba una condición médica derivada de la tuberculosis que generaba una feminización en el cuerpo masculino que nada tenía que ver con las luchas sociales del momento y que luego fue usada por Alejandro Dumas (hijo) para referirse a éste en un sentido político, convirtiendo la secuela de una enfermedad en un movimiento.

Sin embargo, el feminismo actual absorbe una lucha que no le pertenece para tomarla como suya, y además, busca reforzar esta retórica engrandeciendo el sufragismo de forma desmedida sin ningún respeto por la historia y la realidad. El feminismo suele mencionar que esta “primera ola” luchaba por el derecho al trabajo, la propiedad, al sufragio universal y a la educación. Sólo hace falta un poco de historia para darse cuenta que era ilógico que el feminismo buscara el derecho a la educación en ese momento, cuando muchas de las sufragistas como Emily Davison, Christabel Pankhurst, Alice Paul –que acumuló siete títulos académicos, incluyendo dos doctorados–, entre otras, eran mujeres con profesiones universitarias; o como en el caso de España, en el cual Victoria Kent y Clara Campoamor debatieron si debían dejar votar o no a la mujer –ya no eran sólo abogadas de profesión, sino también diputadas–. Al parecer lograron superar dichos obstáculos sin ayuda o siquiera presencia de un feminismo, más que su valor individual como mujer y el contexto social de Occidente que les permitió alcanzar estos logros.

Otra mentira generalizada, es la del sufragio universal ¡Las sufragistas no querían el voto de todos, incluyendo a la mujer! Querían el voto de las mujeres de clase alta –y ojalá de izquierda, como en el caso de España–, discriminando aún así a las mujeres de raza negra. El sufragio universal fue bandera de los movimientos laboristas, no de las sufragistas y mucho menos del feminismo que brilló por su ausencia en la época.

EL FEMINISMO, DESDE SIEMPRE UN BANCO DE PRIVILEGIOS

El derecho a la propiedad de la mujer no empezó a existir gracias al feminismo. Es una falacia afirmar que las mujeres eran propiedad de sus maridos hasta que llegara el feminismo a “salvarlas”, puesto que la mujer tenía derecho a la propiedad, incluso desde la edad media en el continente europeo, del cual se basó también el sistema de leyes de cobertura anglosajón, y si bien no era un derecho como lo conocemos hoy en día, lo cierto es que beneficiaba más a la mujer que al hombre, es decir, la mujer no era oprimida por un sistema patriarcal, era privilegiada por éste. Al casarse, la propiedad de hombre y mujer pasaba a ser una sola porque constituían una sola personería jurídica, administrada por él; pero si la mujer lo deseaba, podía mantener la autonomía de sus bienes, lo que evidentemente no sucedía para el varón –por los privilegios que esto implicaba, ya que las leyes permitían justo lo contrario–.

Las “Leyes de Toro” del 7 de marzo de 1505, se promulgaron en nombre de Juana I de Castilla, inspirada por Isabel la Católica –su madre–, dos mujeres que establecían en su ley número 62 que las mujeres no deberían ir a la cárcel por deudas o causas civiles; es decir, que cuando ésta cometía un delito, quien pagaba la condena de cárcel era el esposo al ser una sola persona jurídica en un sistema legal que privilegiaba una de las partes: la de la mujer, desde luego.

EL CAPITALISMO: EL MEJOR ALIADO DE LA MUJER

La sociedad occidental, con sus bases en la cultura judeocristiana, en las revoluciones liberales y en el desarrollo del mercado; son las que nos permitieron a las mujeres de todas las clases alcanzar no únicamente la educación como derecho universal –algo que se dio relativamente reciente– sino el derecho al trabajo, y a una sociedad cada vez más libre que protege a hombre y mujer con igualdad ante la ley, cuyos retos de aplicación en la realidad es algo que debemos asumir con libertad y responsabilidad individual.

Tan grande es el logro del capitalismo sobre el feminismo, que no sólo nos dio a las mujeres lo que éste no pudo, sino que además lo ha transformado en otro producto más del mercado; que para lograr que fuese aceptable para el público en general, se ha buscado convertirlo en una imagen atractiva para ser consumida como una marca. Gana el capitalismo y pierde el feminismo ¡Porque no empodera y no combate el patriarcado! Y no sólo porque no existe en Occidente, sino porque está de moda hacer a la mujer cada vez más víctima de una de las sociedades más libres del mundo, y esto, vende. El feminismo y la mujer hoy posan para el mercado de la moda, de la belleza y de la estética, en aras de hacerlo un producto de “feminismo cool” y venderlo; consumido tanto por hombres como por mujeres, actualmente, el feminismo no logra traspasar la estética del capitalismo, lo cual en principio es una contradicción profunda con sus banderas, y sobre todo, una derrota.

CONCLUYENDO

Esta perspectiva no es negacionista de la existencia de nuestra realidad, en la cual existe el machismo, por supuesto, como también el hembrismo y la misandria; pero que no debe ser combatido desde el Estado, sino desde la sociedad misma sin colectivizar ni secuestrar identidades y voces de forma autoritaria, permitiendo así, la diferencia, y sobre todo, el poder liberarse de estos movimientos que no les importa la mujer más que como votante.

Carol Borda Acevedo
Carol Borda Acevedo

Politóloga de la Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Cofundadora de “Empoderadas” y directora de “Nazer”, organizaciones colombianas creadas por jóvenes con la convicción de defender los derechos humanos desde la concepción y en las que también se habla de fuerza y de mujeres. Miembro del grupo base del medio “El Bastión” y columnista en “Al Poniente”.

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