Sin levantar el más mínimo gramo de sorpresa en la mayoría, hace pocos días, el candidato presidencial Alejandro Gaviria publicó su primer “documento programático” donde anuncia seis propuestas que lo posesionan –indiscutiblemente– como el candidato de la socialbacanería criolla.
Entre las seis propuestas anunciadas, la más escandalosa fue la de proporcionar una renta básica a todo joven menor de 30 años. Gaviria –en un movimiento que catalogó como honesto, a pesar de todo– deja claro que será Santos 2.0.
PRIMERO LOS NÚMEROS
Como es costumbre en El Bastión, el análisis de toda propuesta inicia por señalar su costo aproximado, y esta no será la excepción. En el documento publicado no se especifica de cuánto será exactamente esa renta básica, lo que si está claro es que busca beneficiar a un millón y medio de jóvenes. Lo segundo, es que no remplazará los otros subsidios como Jóvenes en acción, sino que es complementario.
Teniendo estos datos, sólo queda presumir cuál sería el valor de esa renta básica complementaria que, en lo personal, considero tendrá un valor máximo de quinientos mil pesos (COP$ 500.000) por joven.
Con ello claro, las cuentas son estas:
- El programa de trasferencias monetarias de “familias y jóvenes en acción” tuvo en el 2021 una inversión de 2,4 billones de pesos. El detalle, es que el programa requiere tres billones para satisfacer la demanda completa, así las cosas, este programa arrancó en este año con un déficit de 1,8 billones de pesos.
- Si la renta es de 500 mil pesos y lo multiplicamos por la meta de 1,5 millones de jóvenes beneficiados, estamos hablando de 750 mil millones de pesos anuales.
- Dado que es complementario, estamos hablando que el rubro de trasferencias monetarias necesitaría 3,75 billones de pesos, lo que deja un déficit de 2,5 billones de pesos.
Solamente con estos cálculos –hechos a vuelo de pájaro– queda expuesto uno de los más terribles fallos de la socialbacanería criolla. Esas constantes ansias por proponer –y en muchos casos ejecutar– propuestas sonoramente encantadoras, pero de dudosa factibilidad, que al final quedan incompletas o desfinanciadas dejando un hueco fiscal más grande y, por consecuencia, requiriendo más deuda e impuestos.
Colombia no puede continuar en este ciclo suicida de gastos. La situación de recaudación no pinta bien para este año y, la supuesta recuperación, ya la sentenció la reforma 4.0 o como irónicamente la llamaron “ley de inversión social”. En definitiva, más de lo mismo.
DESCONEXIÓN CON EL MERCADO
“El mercado hasta donde sea posible. El Estado hasta donde sea necesario”. Esta frase que detesto con total visceralidad fue un dogma del gobierno Santos I y II que, obviamente, Gaviria no sólo recupera, sino que maximiza. Y lo deja a la vista en el punto tres de su “documento programático”.
Promoción del empleo digno
Cuidando mucho de no ser específico con las herramientas precisas para lograr esa meta, este punto señala que se usarán los mismos subsidios de toda la vida –que no han funcionado y que no lo harán– para bajar la alta tasa de desempleo juvenil; se pagarán temporalmente algunos costos indirectos de contratación.
De hecho, esta propuesta es una mala noticia para los mayores de 30 que estén desempleados porque, como en toda manipulación estatal sobre la economía, son más los afectados que los beneficiados. Para el caso en concreto, con esta propuesta no habrá INCENTIVOS para contratar a los mayores de 30 años.
Por otro lado, y pidiendo excusa por adelantado por las formas a usar, estos pepobucos social-bacanes no han aprendido –aún con los garrafales fallos que ocasionan– que el mercado laboral, en principio, es parte del mercado en general. Por ende, le rigen las mismas reglas que los demás bienes y servicios transados.
Aunque esto les haga botar espuma por la boca –como perros con rabia– si no existen políticas que propendan la transición de emprendimientos en empresas formales que, en últimas, son las únicas que aumentan el número de plazas de trabajo, la oferta de empleo seguirá siendo inmensamente superior a la demanda. Esto trae una serie de consecuencias negativas conocidas por todos, como bajos salarios en empleos poco especializados, fuga de cerebros, mayor exigencia para contratar y, por supuesto, mayor inestabilidad laboral.
EN CONCLUSIÓN
Quienes ven un gobierno refrescante bajo Gaviria, les tengo muy malas noticias. Sus propuestas son extraídas del baúl de la socialdemocracia, misma que ha permitido este nefasto capitalismo de amigotes, la creación de una oligarquía política y, parafraseando al gran Javier Milei, “Una sociedad infectada culturalmente de socialismo light”.