Para gobernar con puño de hierro y botas con espuelas se requiere conocer muy bien las dinámicas del poder absoluto, tal cual lo han demostrado los peores tiranos de nuestra historia reciente. Eso sí, si a usted le interesa ejercer la tiranía, debe saber que por supuesto existen reglas.
El manual de reglas para usurpar los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y gobernar con una sola mano comienza siguiendo al pie de la letra los lineamientos de uno de los dictadores más brutales: Adolf Hitler. Por otra parte, para sostenerse en el gobierno es necesario cuidarse las espaldas con sus aliados y destruir, sin contemplación alguna, uno a uno a todos sus adversarios, algo que nadie ha hecho mejor que Sadam Huseín. Luego, ¿qué es mejor para mantener sometida o “a raya” a la población que se encuentra bajo su yugo? ¿Sembrar el amor? o ¿el miedo? Sin duda, la respuesta correcta reposa sobre el obrar de Idi Amin “El carnicero de Uganda”. Y si de desinformar, censurar y crear propaganda se trata, Iósif Stalin descubrió la forma de hacerlo a la perfección, controlando la verdad como ninguno (si no me cree, observe no más como uno de sus herederos ideológicos, Gustavo Petro “El Stalin de Ciénaga de Oro”, lo ha hecho y continúa haciendo). Ahora bien, ¿qué debe pensar el tirano sobre la libertad de expresión y el derecho para convocar asamblea? Acá resulta conveniente citar a Muamar el Gadafi, quien entendió que para erigir una “nueva sociedad” a su medida –sin embargo, su rigor se debilitó conforme pasó el tiempo– debía reprimir TODAS las libertades individuales. Se sabe también que, lograr el poder cuesta ¡aunque conservarlo mucho más! En Corea del Norte, tomándolo como el más reciente y lamentable ejemplo, la saga Kim desentrañó el secreto de gobernar por siempre autoproclamándose “salvadores incontestables de su patria”.
Si alguien con paso en ocasiones lento pero ¡muy seguro! y en otras apresurado y colosal ha recogido lo mejor del manual para ser un tirano rastrero y despreciable, siguiendo uno a uno a los personajes en mención ¡y a muchos otros! evidentemente ese ha sido el flamante alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle. No contento con ser “El Independiente” o “El Hijo del Tricentenario”, actualmente es merecedor del galardón “Tirano del piso 12”, ya que desde dicho recinto en uno de los edificios del Centro Administrativo La Alpujarra, lugar donde se administran los gobiernos departamental (Antioquia) y municipal (Medellín), ejerce la autocracia en la que nos hemos convertido.
Algo por resaltar es que, como todo buen tirano, tiene delirio de carroñero. Al igual que aquel que se alimenta de tejidos en estado de descomposición, Quintero Calle busca que nuestras instituciones adquieran aspecto y condiciones similares, pretendiendo también sobrevivir con los despojos mortales de nosotros los ciudadanos. Ningún burgomaestre, hasta ahora, ha lanzado ponzoña y desacreditado la institucionalidad de Medellín –careciendo, claro, de pruebas y argumentos– como este lo ha hecho; tampoco nadie se ha esforzado tanto en hacer ver a quienes las concibieron y desarrollaron como la peor banda de criminales que hayamos tenido en el Valle de Aburrá (caso distinto a él, a su mujer, y demás recua de familiares y aliados de poca monta que tiene trabajando a su lado), ni tampoco querido coartar la libertad de expresión de los que no van con su manera de hacer las cosas (la forma en cómo se ha comportado con el diario El Colombiano, lo dice todo); mucho menos, alguien se había expresado con tal desprecio acerca de su gente (recordemos sus declaraciones tras el penoso incidente en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot). Eh ahí la razón por la cual no da el brazo a torcer en su afán de reestructurar a su antojo la institucionalidad existente por una jauría de hienas corruptas e incompetentes, respaldado claro, por diferentes sectores del Partido Liberal, los verdes y otros tiranos con entelequias carroñeras como él (Juan Manuel Santos, su peor referencia); he ahí la razón por la que ha ridiculizado y subestimado tan crudamente a los que nunca le hemos creído y hemos participado activamente en la cada vez más urgente necesidad de revocarlo.
Ningún ciudadano escapa a la responsabilidad de trabajar en pro del futuro de nuestro país formando, a su vez, en las ideas correctas. Por ende, apoyar el proceso de revocatoria para que Daniel Quintero Calle salga de la oficina dispuesta para el alcalde en el piso 12 debe consolidarse como una meta para todos los que aún creemos en la democracia y en la construcción de un mejor porvenir, tanto para Medellín como para Antioquia y toda Colombia. El próximo 31 de octubre, quienes hemos apoyado este proceso desde el inicio, lograremos su primer hito: entregar las firmas requeridas por la Registraduría Nacional del Estado Civil para convocar a elecciones, y así, definir si la actual administración debe ser revocada o no –a ciencia cierta, debe serlo. Se debe aprovechar también que “El Tirano del piso 12” se está quedando solo. Hace unos días en A fondo –el podcast de María Jimena Duzán– el periodista Jesús Abad Colorado expuso varias de las razones que lo llevaron a arrepentirse de haber votado por Quintero Calle; a la postre, tomó distancia de este el concejal Luis Bernardo Vélez (fuente AQUÍ).
Razones para que “El Tirano del piso 12” pierda su cargo existen de sobra, las cuales he tratado en detalle en otras columnas. En ellas he hablado sobre sus innegables populismo y desatinos (ver ACÁ y ACÁ), el fracaso político que en sí representa (enlace AQUÍ) y el saboteador natural que es (enlace ACÁ). Y, para profundizar aún más sobre el entramado de corrupción que gira alrededor de tan oscuro personaje, El Colombiano recientemente publicó una investigación sobre la firma que figura como la que más dinero aportó a su campaña para llegar a la alcaldía (los detalles AQUÍ). Empero el acontecimiento culmen que debe llamarnos a todos los que residimos en Medellín a participar en su revocatoria es su despropósito frente al proyecto Hidroituango. El indiscutible e irracional odio que profesa desde que era viceministro de Santos –o desde siempre, quizás– por las empresas del departamento de Antioquia, independiente de que sean privadas o estatales, lo ha plasmado en una horrorosa campaña de desprestigio a fin de cambiar a los contratistas de EPM. Como buen tirano, hace caso omiso a cualquier sugerencia que provenga de otras jerarquías estatales. Para Quintero Calle no existe ley fuera de la suya.
Su intransigencia que raya en lo tóxico, los agravios perpetrados contra los contratistas y su notorio ausentismo a la hora de buscar dialogar y crear consensos resultarían catastróficos si tenemos en cuenta que Hidroituango proporcionará cerca del 15% –creo que más– de la demanda nacional de energía eléctrica, fuera de que los retrasos para la apertura oficial de su operación y puesta en marcha, en el evento tal de cumplir su capricho de migrar a nuevos contratistas, no solo desequilibrarían las finanzas de EPM, sino del país. Según informó IFM Noticias (fuente AQUÍ), Quintero Calle fue denunciado penalmente ante la Fiscalía por las firmas constructoras del proyecto; los demandantes señalaron que el alcalde incurrió en injuria y calumnia cuando hizo declaraciones públicas en las que indicó que las empresas cometieron actos de corrupción, disminuyeron la calidad de los materiales usados y modificaron los diseños del proyecto, generando así potenciales pérdidas a Hidroituango. Pese a esto, “El Tirano del piso 12” aseveró que cambiará de contratistas, a más tardar, el próximo 31 de diciembre, de acuerdo a información provista por el mismo portal (enlace ACÁ).
Entre otras, no se puede evadir –como para poner “la cereza del pastel”– el peligro que representa la cercanía de Quintero Calle a Gustavo Petro. Esta se pone de manifiesto con el caso Medellín Imparable, fundación “sin ánimo de lucro” de la que varios de sus miembros han sido o son contratistas del municipio de Medellín y que en redes sociales hace una defensa a ultranza de su administración. No en vano la fundación en mención se adhirió hace poco al “Pacto Histórico”. La extrema izquierda tiene muy claro lo crucial que es Antioquia para definir un triunfo en los comicios venideros… ¡Están acechándonos! Lo he dicho antes.
Así las cosas, todos los que habitamos en esta bella ciudad debemos abrazar la revocatoria de Daniel Quintero Calle. Debemos cerrar filas para favorecer el éxito de esta iniciativa libre de cualquier tinte político. A otras administraciones, por más nefastas que también fueron, los medellinenses han sobrevivido; ergo, la era Quintero Calle puede y debe abolirse para que no aplique ese viejo adagio que reza “Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen” ¡NO! Medellín es demasiada hermosa como para merecer semejante tragedia.
Por eso y por más no desfalleceremos, y ¡REVOCAREMOS AL TIRANO DEL PISO 12!