El proceso para terminar con alguien es sencillo. El elemento fundamental es el tiempo, pues consiste en aburrir lentamente al enamorado. Para este método es importante empezar con una promesa de amor eterno, esas que siempre se echan en saco roto y terminan en la basura… o en el infierno.
El primer paso consiste en “abrir el corazón” y mostrarte tal como eres. El procedimiento, entonces, requiere que la persona conozca tus defectos y vulnerabilidades, entre más reprimidas y sinceras ¡mejor! Para todos es claro que cuando se conoce demasiado a una persona (o algo), existe una tendencia hacia la muerte del interés. Por eso pocos releen un libro o miran una película por vigésima vez.
El segundo paso será hacerle saber a esa persona que lo amas; entre más real parezca el sentimiento, más efectivo resultará. Se ha demostrado que cuando un conquistador descubre que le perteneces, su instinto será fugarse con todo lo que le has dado y escudriñar en nuevos territorios. Antes de que el animal busque pastos nuevos, háblale de proyectos a futuro o, si se quiere, de matrimonio; esta será la estocada final, se quedará mudo, no sabrá cómo responder a tus sentimientos ni a los suyos, así que intentará huir de su cazador con ímpetu.
Una vez realizados estos pasos, espera pacientemente a la frase “tenemos que hablar” o “necesitamos un tiempo” o “necesito espacio” o “siento que estoy perdiendo mi libertad”, o su versión actualizada, “ya no me das paz”. El espécimen terminará la relación sin que tú le hagas daño.
Esperemos que en este punto no te hayas encariñado, pues esto de abrir el corazón es un asunto de cuidado.