Sin llegar a ser un giro dramático en los acontecimientos, como acostumbramos a ver en las grandes historias, la mayoría de los partidos tradicionales del país doblaron rodillas para suplicar por su porción –tan grande como el nivel de humillación hacia el líder– de la nueva, cremosita y más dulce mermelada con receta ancestral.
EL SOFISMA DEL DIÁLOGO
Estoy totalmente convencido que, la mayoría de la feligresía petrista, está convencida del eje central de las conversaciones que su profeta ha sostenido con esos recalcitrantes y oscuros personajes de la política colombiana –como César Gaviria–. Cosas como aplacar la alta polarización o, como reza su eslogan basura de moda, “construir desde las diferencias”, son los pájaros pintados que tienen en la cabeza.
Sin embargo, para el resto de nosotros, mortales con mayor capacidad de entendimiento, es claro que el nuevo Gobierno no está escatimando en gastos para untar a esos grandes gamonales políticos, y así tener bajo control su mayor amenaza: la ingobernabilidad, siendo el otrora “Glorioso Partido Liberal Colombiano”, la princesa del baile.
Por otro lado, no hay que ser un brujo para tener una buena idea de los temas concretos tocados en esos “diálogos constructivos”: sostenimiento y ampliación de cuotas burocráticas, otorgamiento de mega-contratos a dedo, acuerdos de no agresión y, lo coyuntural, ayuda a la desarticulación controlada de cualquier oposición que surja dentro del Congreso en el futuro.
SIN MIEDO A LA DIABETES
Aunque parece una exageración rimbombante el afirmar que Gustavo Petro no está escatimando en gastos para repartir mermelada, créanme que no lo es. La mejor evidencia de ello es la increíble y repugnante conversión del mayor santista en el Gobierno Petro: Alejandro Gaviria. Este sujeto, sin ética o moral alguna, durante su corta y entusiasta campaña presidencial se dedicó a atacar todos los eslabones del programa del Pacto Histórico implacablemente, a tal punto de encantar al anti-petrismo que también tiene bastante anti-santista.
No obstante, duro fue para sus seguidores ver cómo se apagó su campaña con una escasa votación conseguida en la Consulta de la Coalición Centro Esperanza, pero no más que ver su radical cambio –en apenas días– de acérrimo verdugo a leal escudero del petrismo; un cambio que destrozo el corazón de sus miles de electores y que nos dio, a quienes desde el inicio lo miramos con recelo, la mejor señal del titiritero de estas elecciones.
Al final, las llaves terminaron apareciendo, y ya sabemos que se vendió para mandar en la cartera más dulce, el Ministerio más grande a nivel burocrático y el que, seguramente, más recursos recibirá en el cuatrienio del “Stalin de Ciénega de Oro”: el de Educación.
Lo realmente importante, y la pregunta del millón es: ¿Qué Gobierno entrante entrega el Ministerio más robusto en materia de presupuesto? Teniendo como cereza en el pastel que Petro era consciente del fuerte disgusto que sus bases tendrían al incluir al mil caras de Gaviria en su gabinete, situación cuanto menos sospechosa y que deja otra pregunta: ¿Qué tanto le debe Petro a Juan Manuel Santos?
LO QUE NOS ESPERA
Si bien todavía hay serias dudas sobre cuán tiránico va a ser el Gobierno petrista, lo que se observa es la gestación de un Gobierno Santos 3.0, panorama que tampoco es tan tranquilizador, pero no tan desastroso como un Gobierno Petro en el que se cumplan todas sus promesas de campaña.
Al margen de ambos escenarios, nosotros, los más de diez millones de opositores, pese a que nos quedamos sin representación sensata en las instancias del poder, debemos estar activos y asumir ese rol de oposición que la mermelada ahogó. Desde este medio, en el que se incluyen profesionales y defensores y promotores de la libre empresa como Angela Romero, Juan Ángel y mi persona, junto a activistas y empresarios como David Cancino, Daniel F. Briceño y Julio César Iglesias, además de otros amigos y aliados –tanto desde acá como desde otras iniciativas–, decidimos marcar oposición con la campaña #MermeladaHumana:
Nuestra campaña busca sellar en la memoria de todos la razón real por la cual todos los partidos políticos colombianos se doblegaron hacia el nuevo Gobierno, aun cuando fueron ellos mismos los que se pasaron –día sí y día también– resaltando los grandes peligros de ese populismo totalitarista que representa el Pacto Histórico.
Espero que nos acompañen no solo en ésta, sino en las otras iniciativas que iremos realizando a lo largo del cuatrienio… porque esta oposición ¡Apenas comienza!