NOTA:
La parte anterior a esta entrega puedes leerla AQUÍ.
El libre mercado de ideas, y el libre mercado de productos y servicios están conectados por el mismo elemento común: la construcción y la destrucción creativa de ideas mediante la palabra o de prototipos para los productos. Para que dichos mercados produzcan resultados positivos, su volumen, fluidez y velocidad de procesamiento deben ser enormes y la interferencia en esos procesos muy baja o nula, porque de esa montaña de material que se extrae y se lava se obtienen muy pocas ideas que alcanzan a llegar a la muy estrecha banda de la funcionalidad y la utilidad.
UTILIDAD, VIABILIDAD Y FUNCIONALIDAD EN EL LIBRE MERCADO DE LAS IDEAS
De las ideas o prototipos que se obtienen, solo una fracción llega a formar sistemas útiles complejos y de alto valor práctico o teórico como precursores de otras ideas o productos. Muchas menos son las capaces de generar toda una economía en donde hay bienestar material como reflejo del bienestar emocional y la solidez ética, del intercambio y comercio libres sin temer por la vida, al tiempo que se satisface el deseo de autorrealización del ser humano que asume responsabilidades y se echa al hombro voluntariamente su propia vida sin necesidad de que haya entes que lo obliguen o se lo impidan.
Sin libre expresión, los sistemas humanos y sus interconexiones son pobres, rudimentarios, elementales y frágiles, igual que sus productos y las personas que los habitan.
El agua (la idea) es la que esculpe la roca (la materia), no al contrario. La idea no se deriva de la materia, es la materia la que deriva su forma concreta de la idea. La ingeniería inversa es solo aprender a hacer las partes, pero no a producir lo que produce las partes. Se puede reproducir una pieza, pero no la discusión que la hizo posible y menos el ambiente que, a su vez, hizo posible esa discusión. Por eso “transferir tecnología” es un pequeño acto, tanto de ignorancia, como de ingenuidad, porque justifica evitar tener que cuestionar nuestros supuestos fundamentales.
Colombia es un enorme basurero ideológico que apesta a corrupción y es un cementerio de teorías importadas, porque al individuo no se le permite participar en la construcción de su sociedad si sus ideas no son primero aprobadas por el ente de autoridad. Ya vemos el resultado. La labor de los administradores de bienes públicos no debe ser otra que la de mantener los cauces de la discusión dentro del marco civilizado, lo que implica el intercambio pacífico de ideas con el propósito de buscar la verdad.
MORAL Y PRODUCTOS: IMPOSIBLES SIN LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Hallar lo que es bueno y lo que es verdadero y distinguirlo de lo falso e incorrecto, y hallar lo que es necesario y lo que es conveniente, es un ejercicio permanente de intercambio y mezcla de ideas, así como lo es hallar el mejor producto o el mejor servicio. Para encontrarlos, es indispensable que exista la libertad de expresión, es indispensable que se pueda criticar, que se tenga la posibilidad de cometer equivocaciones, de deshacer y de reconstruir, y de agregar o suprimir piezas o secciones enteras del discurso sin sufrir castigos, torturas o la muerte.
Basado en la estructura biológica de nuestro cerebro, la moral es el esfuerzo consciente del individuo por categorizar los valores sociales; formar una jerarquía con base en la que establecemos cuáles comportamientos son aceptables y cuáles no, y en qué medida y contexto, así como cuáles son superiores y cuáles no. Comúnmente se asocia a la religión, sin embargo, la religión es la última etapa de codificación, pues es una forma muy organizada y simplificada. La religión, además, agrupa los valores morales en compartimientos específicos de dominios y utilidad particular, como las costumbres comerciales, los ritos matrimoniales o funerarios, entre otros.
La moral requiere del concurso e interacción de los individuos que están directamente afectados por la norma moral que se ha establecido o se crea para resolver un conflicto o conflictos dentro de un dominio, o para varios dominios, e incluso la estructura religiosa completa. Para esto, es indispensable que haya libertad de expresión, porque es mediante el discurso que se consigue la modificación de la norma y que luego se pone a prueba en la práctica para comprobar la validez de su premisa o premisas.
La moral es un patrón de comparación general contra el cual se miden nuestros actos. Algunos preceptos tienen miles de años y aun son tan válidos como el día en que fueron propuestos y probados. La importancia de la moral, no solo es su contenido, sino que provee un excelente ejemplo de una estructura bien organizada, cuya sola existencia sirve para organizar otros sistemas.
En la siguiente entrega de este artículo hablaremos sobre el libre mercado como un mecanismo de verificación de premisas morales.
NOTA:
SOBRE LA OBRA EN LA IMAGEN DESTACADA DE ESTA ENTREGA: Leutze, E. (1851). Washington cruzando el río Delaware [Óleo sobre lienzo]. Nueva York: Museo Metropolitano de Arte. https://www.metmuseum.org/art/collection/search/11417.