IVA CULTURAL: ¿FANTASÍA O REALIDAD?

Desde el desayuno se sabe cómo será el almuerzo” reza el conocido refrán, que por viejo que parezca, no pierde su esencia. Y es que este resume la actual y casi venidera realidad de Colombia, a comienzos de un Gobierno de izquierda ciertamente esnobista y populista.

Tiempo antes de la posesión del nuevo mandatario, ya teníamos indicios de lo que le depararía a Colombia en este cuatrienio con los cuestionables nombramientos de algunos miembros del Gabinete Presidencial. Sin embargo, y como era notorio después de la posesión –con actos polémicos incluidos– del ahora Presidente, las decisiones de su Gobierno no han sido las esperadas –principalmente, para sus electores–, y mucho menos en temas tributarios que fueron el gran bastión de su campaña. En el momento, nos encontramos ad-portas de la propuesta del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, a cuya mayor directriz se le ha ocurrido la nefasta idea de nombrarla “Reforma Tributaria para la Igualdad y la Justicia Social”, y si usted es liberal al igual que yo, seguramente le causó náuseas el solo nombre, lo que simplemente es el ápice de algo mucho peor.

Retomando la primera frase de este artículo, Desde el desayuno se sabe cómo será el almuerzo, vemos que al parecer el desayuno fue malo, pero el almuerzo se prevé peor.

¿QUÉ ES EL IVA CULTURAL?

Entrando en materia, a lo que me gusta llamar el IVA cultural, no comprende los aspectos gravables de aquellos productos y/o servicios relacionados directamente con actos culturales, sino más bien, con las costumbres, tradiciones y/o rutinas que son afectadas por las medidas autoritarias del Gobierno. En principio, en palabras de Ralph Linton (1972):

La cultura de cualquier sociedad es la suma total de las ideas, las reacciones emotivas condicionadas y las pautas de conducta habitual que los miembros de esa sociedad han adquirido por instrucción o imitación y que comparten en mayor o menor grado.

La cultura no puede ser comprendida en un único aspecto global, es decir, esta no puede ser vista bajo un lente monofocal, sino bajo uno multifocal. Ahora bien, ya con ese concepto claro, no podemos incurrir en el error de siquiera pensar que cultura son los rasgos más generales de una sociedad, pues también son aquellas costumbres –por muy pequeñas que sean– que la articulan.

¿EN QUÉ INCIDE EL GOBIERNO EN TODO ESTO?

Volviendo al tema central de esta columna, la Reforma Tributaria que se plantea ser aprobada en el Congreso, toca además el bolsillo de TODOS los colombianos (anulando promesas electorales del hoy Presidente) y fibras sensibles como lo son las tradiciones y costumbres de las familias colombianas. Basta con recorrer algunas calles de cualquier ciudad del país para notar que muchos de los productos que hoy figuran en el proyecto de ley, son el grueso de consumo de la población. Pero eso no es todo. Con este proyecto que pretende el Gobierno, las “tardeadas” después de clases serán más caras; o los famosos partidos que marcaron a más de una generación, donde el máximo premio era una gaseosa; o las divertidas fiestas infantiles donde toda clase de dulces, confites y pastelería fueron la alegría de nuestra infancia ¡y lo siguen siendo en las nuevas generaciones!; o los desayunos “exprés” con cereales, cuando no había mucho tiempo; e incluso los agasajos de todo tipo, donde el protagonismo se lo llevaban los pasabocas, galletas y demás… todo, absolutamente todo, será porcentualmente más caro con este proyecto, de aprobarse.

La situación me hace recordar las palabras de Mises (1949/2021) cuando afirmaba que: “Toda injerencia estatal en la esfera mercantil repercute indirectamente sobre el consumo”. Pero ni siquiera es lo más preocupante. Productos como la carne bovina, sus procesados y embutidos también serán gravados con esta reforma; irónica y grotescamente, alimentos que representan el mayor porcentaje de la dieta de los pobres que Gustavo Petro y los suyos dicen defender a capa y espada. A priori, no significa nada medianamente sustancial, sin embargo, y en palabras del mismo autor: “El gobernante que desea mantener las apariencias externas de libertad, a pesar de procurar seriamente cercenarla, disimula la interferencia directa en el consumo socapa de intervención en la vida mercantil”. Lo último dicho es lo realmente preocupante, pues suscita temor a la hora de ver estas medidas, ya que simplemente serían el comienzo de una serie de otras acciones contra la libertad.

Tan pronto como se cercena la libertad de cada uno para decidir aquello que personalmente prefiera consumir, todas las demás libertades quedan igualmente suprimidas. Quienes admiten ingenuamente la interferencia de los poderes públicos en el consumo, se engañan cerrando los ojos a lo que, con menosprecio, denominan aspectos filosóficos de la cuestión.

–Mises (1949/2021)

No es menor precisar que cada una de las pequeñas acciones que realizamos con cierta periodicidad, se convierten en costumbres y poco a poco se hacen tradiciones, las cuales, finalmente, articulan nuestra riqueza cultural. Ergo, es preciso focalizar toda acción gubernamental que vaya en contra de dichas pequeñas acciones que hacen parte del cuerpo cultural que nos caracteriza.

Así las cosas, es deber de cada uno velar porque nuestras libertades no sean cercenadas vía tributación, puesto que nosotros los contribuyentes somos los únicos capaces de evitar el despilfarro del erario, y llevar consigo la austeridad y efectividad del Estado. De lo contrario, el Estado a través de este mecanismo, recaudará todo el dinero que desee gastar y no se verá el reflejo en la sociedad. Y es que en definitiva, mayor intervención estatal representa mayor imposición y menor libertad, porque evidentemente las regulaciones y alzas de impuestos suprimen la libertad del consumidor para disfrutar el resultado o fruto de su trabajo y, por consiguiente, significa dejarle una mayor parte del resultado del trabajo al Estado para que lo utilice a su voluntad.

Por último, impuestos como el IVA, que no tienen en cuenta los ingresos de una u otra persona, resultan más onerosos para las personas de menos recursos, o al menos así lo describe el gran Ludwig von Mises en su obra cumbre La acción humana: Tratado de economía (Unión Editorial, 2021). Por ende, que alimentos básicos de diario consumo en la dieta de las personas y que representan tradiciones y costumbres en diferentes sectores, reciban un incremento en este impuesto, constituye además de un golpe a las tradiciones, el principio activo de un Estado que va en contra de TODAS las libertades individuales.

El IVA cultural suscita desconcierto, pero mientras seamos vigilantes vehementes, podremos conservar las pocas libertades que aún tenemos y pensar en un mejor futuro para la nación.

REFERENCIAS

Linton, R. (2008). Estudio del hombre. (2.ª ed.). Fondo de Cultura Económica. (Título original publicado en 1942).

Ministerio de Hacienda y Crédito Público [Minhacienda]. (2022). Reforma Tributaria para la Igualdad y la Justicia Social – Exposición de motivos. Bogotá: Ministerio de Hacienda y Crédito Público. https://www.minhacienda.gov.co/webcenter/ShowProperty?nodeId=/ConexionContent/WCC_CLUSTER-200786.

Ministerio de Hacienda y Crédito Público [Minhacienda]. (2022). Articulado Reforma Tributaria para la Igualdad y la Justicia Social. Bogotá: Ministerio de Hacienda y Crédito Público. https://www.minhacienda.gov.co/webcenter/ShowProperty?nodeId=%2FConexionContent%2FWCC_CLUSTER-200757%2F%2FidcPrimaryFile&revision=latestreleased.

Mises, L. v. (2021). La acción humana: Tratado de economía. (14.ª ed.). Unión Editorial. (Título original publicado en 1949).

SOBRE EL AUTOR:

Isaías Zambrano: Estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma del Caribe, y de Filosofía en la organización Nueva Acrópolis. Coordinador Local de Students For Liberty Colombia (SFL Colombia).

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