Alguna vez escuchamos sobre la formación o sistema dual, pero, ¿qué tanto realmente sabemos? Pues bien, consiste en la formación profesional dividida, una parte en la Escuela de Formación Profesional (FP), y la otra en una empresa. En la legislación ecuatoriana, por ejemplo, la combinación integral entre la formación teórica se ubica entre el 30% y 50% (y la práctica), o entre 50% y 70%; teniendo como base el modelo alemán, se instruye a los estudiantes dentro de una empresa formadora, y a la vez, en un instituto técnico-tecnológico o universidad. Este sistema busca beneficiar tanto el desarrollo profesional de los jóvenes como a la productividad de las empresas de nuestro país.
La formación dual tiene una duración que oscila, según la especialidad, entre dos (2) años y tres (3) años y medio (1/2); de este tiempo, habitualmente, se acude tres (3) o cuatro (4) días a la semana a formarse mediante el trabajo en la empresa, y uno (1) o dos (2) días en la institución educativa donde se cursan las asignaturas correspondientes a la malla académica que previamente se acordó. En la organización curricular, el reparto del tiempo entre la empresa y la institución educativa se hará por bloques de varias semanas que se realizan enteros en un sitio o en el otro. Durante la formación profesional dual, el estudiante (conocido como aprendiz) deberá ir aprobando las asignaturas y ejecutar en la empresa todas las funciones requeridas; para ello, en la empresa existe una persona conocida como formador, quien se encarga de supervisar y enseñar al estudiante, velando el cumplimiento de las funciones encomendadas. El modelo alemán cierra este ciclo con los exámenes finales que la Cámara de Comercio e Industrias respectiva establece para cada profesión, y que constan de una parte práctica y una teórica; en el caso del Ecuador, ese rol aún está pendiente de las Cámaras locales para las titulaciones sin aval de nuestro país, pero, de ser una conjunta, la Cámara de Industrias y Comercio Ecuatoriana-Alemana (AHK) cumple con el rol de coordinar los exámenes a aplicar, para garantizar así los resultados de aprendizaje.
Volviendo a Alemania, el estudiante –o aprendiz– firma un contrato de aprendizaje con la empresa formadora, en el que se regulan las condiciones laborales durante su proceso formativo. De la remuneración se le deducen los beneficios sociales y su seguro de desempleo, por lo que, trabajar en el sistema dual equivale a tener un trabajo en cualquier momento. Claro está, hay un reconocimiento al esfuerzo, aprendizaje y dedicación del estudiante que se refleja en su salario. Ahora bien, para conseguir una plaza en la especialidad deseada, es necesario que una empresa seleccione al candidato; por ello, el primer paso es preparar el Currículum Vitae, la Carta de Presentación y los certificados de estudios, e iniciar la búsqueda de plazas vacantes de aprendizaje en empresas en la especialidad deseada, exactamente igual que si se buscara un empleo. Una vez que ha sido seleccionado por la empresa, esta inscribe al futuro al estudiante (aprendiz) en la Escuela de Formación Profesional correspondiente. La oferta de plazas de aprendizaje se encuentra en distintos portales de empleo, entre los que destaca la bolsa de empleo Jobbörse Arbeitsagentur de la Agencia Federal de Empleo; asimismo, las Cámaras de Industria y Comercio y de Oficios (IHK y HK, respectivamente) suelen tener bolsas laborales en sus páginas web. El momento ideal para buscar una plaza de aprendizaje son los meses de otoño, pues es entonces cuando las empresas comienzan a recibir candidatos para sus vacantes con vistas al curso escolar que comienza en agosto/septiembre del año siguiente en Alemania. A pesar de todos los esfuerzos para captar más estudiantes en este nivel formativo, la oferta de plazas de aprendizaje ascendió a más de quinientos mil (574.200, específicamente), de las cuales, alrededor de 60 mil (57.700) quedaron sin ocupar por falta de candidatos idóneos previo a la pandemia del COVID-19.
Este modelo, trae consigo que Alemania tenga la más baja tasa de desempleo juvenil en comparación con los países de la Unión Europea, y de igual manera con aquellos que tienen formación profesional dual. El nivel de involucramiento es de tal magnitud, que las Cámaras de Comercio asesoran a las empresas que imparten la formación, comprueban el equipamiento de las empresas y llevan a cabo los exámenes. Los sindicatos y las asociaciones de empleadores negocian el nivel de remuneración que reciben los jóvenes durante la capacitación, y participan en la formulación de las normas de formación en las empresas. El Estado financia y supervisa el sistema de Centros de Formación Profesional y apoya a los jóvenes desempleados o desfavorecidos que buscan una plaza de formación profesional; así, se genera todo un ecosistema sostenible tras varias décadas de estar en práctica; incluso el ahorro en costos de las empresas se refleja al tener un aprendiz que, desde edades tempranas, se forma en las labores que requiere la empresa, versus contratar alguien de afuera; el ahorro del 40% que logran, aparte de los beneficios como inculcar tempranamente los valores de la organización, fidelizarlo, desarrollar un plan de carrera, y demás, todo, se puede conocer de primera mano en la misión empresarial que realizó la Cámara de Industrias y Comercio Ecuatoriana-Alemana (AHK) y permitió ser observadores de las interacciones de todos los actores participantes en la formación dual del país en mención, visitando varias ciudades como Múnich, Stuttgart, Fráncfort, entre otras.
En Alemania existe déficit de personal cualificado en diversos sectores, sobre todo, en medicina y enfermería, pero también en cuidado de ancianos, construcción, informática, ingeniería, gastronomía, tecnología de instalaciones sanitarias, calefacción, climatización, profesiones técnicas, comercio al por menor, y oficios en panaderías y carnicerías. Si bien, ahora pueden trabajar en Alemania personas con cualificaciones profesionales no universitarias adquiridas en el extranjero, es preciso que estén alienadas a las casi 350 profesiones de formación reconocidas.
LA REALIDAD EN ECUADOR
Las empresas alemanas con sucursales en otros países suelen propiciar oportunidades para el desarrollo de la formación dual, articulando a actores sociales, organizaciones empresariales y el Estado, y estableciendo normas de calidad a nivel nacional para el contenido de la formación y el personal docente, además de un proceso de evaluación que garantice los resultados de aprendizaje que la empresa requiere. En nuestro país, hay cerca de 95 mil estudiantes en esta modalidad, develado en los siguientes niveles formativos a nivel de educación media o superior: programas de formación dual con titulación alemana, carreras tecnológicas con titulación ecuatoriana y alemana, bachillerato técnico, bachillerato técnico-productivo, y formación dual a nivel técnico-tecnológico o universitario.
Pese a que distamos mucho del país teutón, desde lo normativo, institucional, empresarial, entre otras características, el modelo de formación dual es una alternativa viable para preparar a los jóvenes en las actividades requeridas por las empresas, trayendo consigo en el tiempo que el desempleo juvenil se reduzca. Claro está que requiere una mayor participación de las empresas y gremios respectivos, no solo en definir sus necesidades como organización, sino también para que vean este proceso formativo como una inversión y no como un gasto; la apuesta decidida permitirá garantizar talento humano preparado acorde a las especificidades de cada una de las industrias, así como de igual forma, procurará mejorar la retención de ese profesional cualificado.
Algunas experiencias en Ecuador, muestran que el nivel de contratación de los jóvenes que se incorporan a la modalidad dual se ubicada en el 96% (antes de la pandemia) y ahora está cercano al 85%, aunque en aumento, y alcanzará en poco tiempo estar a los niveles previos al 2020. Asimismo, los alumnos son entre 300% a 400% más productivos que un estudiante contratado de formación tradicional, según las estadísticas de algunas empresas, y más aún, que la inversión se recupera en 18 meses de comenzada la formación, siendo una ventaja competitiva importante para las empresas.
Por tanto, a través de alianzas público-privadas junto con la academia, existiría un crecimiento importante de la formación dual –y más aún si la misma puede estar certificada por la AHK–, pues permite a los estudiantes de esta modalidad tener la ventaja de graduarse ya con experiencia laboral y quedarse trabajando en la empresa formadora; para ello, constantemente la empresa deberá trabajar en planes de carrera para que siga desarrollándose profesionalmente el colaborador proveniente de la formación dual. No deja de ser el principal reto, la dificultad de obtención de recursos para que las empresas puedan asumir la inversión en la formación de los estudiantes; así las cosas, cobra relevancia la coordinación de los diferentes actores, como también la apertura de nuevas carreras y expandir este tipo de formación a otras ciudades, estableciendo incentivos para la promoción y difusión de dicho tipo de formación, que tal cual, a varios países le ha garantizado mejores condiciones laborales y de aprendizajes a nuestros jóvenes, podrá hacerlo del mismo modo con el nuestro.