De seguro, cuando a usted le mencionan la palabra “feminismo”, inmediatamente la asocia con una turba enardecida y radicalizada de mujeres que, en una necesidad casi patológica de querer destruir todo aquello –incluso más– que a lo largo de la historia ha oprimido y vulnerado a su sexo/género, resultan siendo algo mucho peor que eso que tanto daño les han causado. No obstante, usted: ¿Cómo reaccionaría si yo le dijera que, en un principio, el feminismo se encontraba fuertemente ligado al liberalismo clásico, considerando a su vez al capitalismo de libre mercado como uno, o quizás, el aliado por excelencia de la mujer? O ¿Qué cara me haría si le dijera que el machismo, tal cual lo hace ver el feminismo radical de hoy en día, en lo absoluto tiene que ver con ese capitalismo de libre mercado? Y que además, ¿las palabras “misoginia”, “machismo” (de nuevo) y “patriarcado”, son términos que, pese a guardar una relación entre sí, no son sinónimos? Por otra parte, si aún existen tantas situaciones en todos los rincones del planeta que siguen pasando por encima de la mujer y no la visibilizan como lo que realmente es: un individuo más allá de su sexo y de sus gustos o preferencias, ¿existe una posibilidad y una necesidad de un feminismo inherente al liberalismo clásico, o liberalismo libertario, tan propio de nuestros días?, ¿existe la posibilidad y necesidad de un feminismo liberal, por así decirlo? Si quiere saberlo, lo invito a que continue leyendo esta columna.
Antes de entrar en materia, quiero dejar en claro la relación existente entre liberalismo clásico y feminismo, partiendo desde sus significados actuales y su concepción original. Primero que nada, el liberalismo, si bien es un término polisémico, se puede explicar, en general, como una filosofía sociopolítica que defiende el derecho inalienable a la libertad de todos los individuos como precepto ineludible para que todos ellos puedan perseguir sus propios proyectos de vida, y su propia felicidad, coexistiendo pacíficamente. En ese sentido, el liberalismo no es solo una filosofía firme y favorable para la libertad individual, sino también, inicialmente igualitaria, puesto que todos y cada uno de los seres humanos poseemos el mismo derecho fundamental a la libertad. El filósofo inglés Herbert Spencer lo resumió estupendamente en su conocida ley de igual libertad, así: “Cada ser humano posee la libertad de hacer todo aquello que desee, desde que no vulnere la igual libertad de los demás”.
He aquí la razón por la cual el liberalismo, tanto clásico como libertario para ser más específico, resulta enteramente compatible con la primera ola histórica de movimientos feministas o sufragistas. El primer feminismo, o feminismo original, velaba por una plena igualdad jurídica entre varones y mujeres. Ese primer feminismo ondeaba una bandera genuinamente liberal, tal como en su momento lo recalcó el gran Friedrich Hayek: “La lucha por la igualdad formal y contra toda discriminación basada en el origen social, la nacionalidad, la raza, el credo, el sexo, entre otros, sigue siendo una de las características más importantes de la tradición liberal”. Claramente, sin igualdad jurídica, o para ser más explícito, sin igualdad ante la ley, no puede existir ni liberalismo clásico ni liberalismo libertario, en tanto la desigualdad jurídica o ante la ley equivale a imponer la servidumbre de unos individuos en privilegio de otros, aclarando que esa igualdad ante la ley nada tiene que ver con la igualdad social; el hecho de que a cada persona se le reconozca esto, no implica que vaya a usar ese ámbito del mismo modo y con los mismos resultados que sus semejantes, pues la igualdad ante la ley, espontáneamente, conduce a una evidente desigualdad social fruto de la diversidad de gustos y preferencias, y asimismo, de capacidades.
Por todo lo anterior, y en una época en la que, manifiestamente, la mujer es el nuevo sujeto de las revoluciones más frenéticas, pero simultáneamente, las más inspiradoras, ese feminismo que reivindica la igualdad jurídica entre varones y mujeres, ese feminismo liberal, es y será absolutamente consustancial al liberalismo clásico y al liberalismo libertario, en palabras de Juan Ramón Rallo. El feminismo liberal promueve un cambio en aquellas estructuras sociales considerablemente opresivas con la mujer o que hayan surgido amparadas por la coacción estatal, rehusando, tajantemente, el uso de medios violentos para ello. Todo el que se muestre preocupado por la reivindicación de los derechos fundamentales de las mujeres como individuos que son, o por la reparación presente de injusticias pasadas perpetradas en su contra, pueden hallar cabida dentro del liberalismo clásico y el liberalismo libertario, siempre y cuando, rechacen transgredir las libertades de otros varones y mujeres inocentes. Las preguntas que vienen ahora son: ¿Cómo materializar esa posibilidad y necesidad de ese feminismo liberal? Y ¿Acaso alguien ya lo hace? El cómo, respondiendo a la primera, es algo que está en permanente construcción, y que se va moldeando conforme a las circunstancias tan cambiantes en la vorágine de los nuevos tiempos. El acaso, hablando de la segunda, cuenta con un rotundo SÍ; ese sí adquiere forma bajo la batuta de LOLA: Ladies of Liberty Alliance, organización de carácter global cuya misión es educar y empoderar a las mujeres que se mueven dentro del liberalismo clásico y libertario.
LOLA es una red de mujeres líderes independientes y liberales clásicas o libertarias que, a través de sus carreras y/o esfuerzos personales, se dedican a difundir las ideas de la libertad económica e individual, con el propósito de alcanzar una sociedad mucho más libre; la participación en la organización está abierta para cualquier mujer que se identifique o desee explorar las ideas liberales, cuyo paso es libre y autodefinido. LOLA nace en 2009 como una organización sin ánimo de lucro que aborda la escasez de mujeres en el movimiento por la libertad, con la intención de alentar y apoyar a las mujeres a mantenerse comprometidas con la filosofía liberal, promover la libertad a nuevos rostros y elevar su trabajo mediante oportunidades de liderazgo y capacitación; dicha red, se mantiene activa en la forma de los Capítulos Sociales locales de LOLA (LOLA Social Chapters).
Los Capítulos Sociales locales de LOLA son grupos liderados exclusivamente por mujeres ubicados en ciudades de todo el mundo, donde, armadas en su afinidad por las ideas de la libertad, se podrán unir para compartir su pasión por estas, estableciendo una sólida comunidad a través de la construcción de relaciones, en aras de empoderarse mutuamente para ser miembros activos del movimiento por la libertad. Tales Capítulos tienen el objetivo también de educarlas, ampliando la red de mujeres, independientemente de su edad u otros factores ajenos a su voluntad. Los eventos de los LOLA Social Chapters adoptan el tipo de formato que mejor se adapte a las necesidades propias de cada ciudad, incluyendo debates basados en políticas, clases de defensa personal, la presentación de oradores/profesores/líderes locales, debates sobre temas locales, proyección de películas y documentales, y comidas compartidas. Los elementos sociales de estos encuentros permiten a las asistentes conectarse para difundir, en sinergia y de la mejor forma posible, las ideas de libertad. LOLA se encuentra en más de 31 países, con Capítulos Sociales locales en más de 71 ciudades y con una red conformada por más de tres mil quinientas (3.500) mujeres a lo largo y ancho del planeta Tierra.
De hecho, el Capítulo Social de LOLA de mi ciudad: Medellín, hospedó a mujeres de diferentes países de Latinoamérica, hace dos (2) meses, entre el 7 y el 9 de octubre de 2022, en uno de sus principales eventos: La Edición 2022 del Retiro de Liderazgo LOLA en América Latina, en el que participaron personalidades como Antonella Marty (Argentina), María de Lima Moreno (Uruguay) y María Amaré (Venezuela). El evento, permitió, entre muchas de las cosas buenas que allí se produjeron, la consolidación de LOLA como organización aliada y permanente de nuestros medios: El Bastión y Al Poniente (pronto se emitirá formalmente el Comunicado, tanto en castellano como en inglés), y la incorporación a las filas de estos de dos (2) de sus miembros, Cofundadora y Directora Nacional, correspondientemente, de las versiones de LOLA en sus respectivos países: Sara Urquizu de Bolivia y Catalina Saire de Chile, con miras a que más de ellas formen parte íntegra de las organizaciones en mención.
Aunque el evento, por la naturaleza de LOLA, era solamente para mujeres, se me permitió, horas antes de la inauguración del evento, realizar algunas entrevistas con varias de las chicas que estuvieron como ponentes y asistentes; se me permitió además, asistir a la ponencia de Antonella Marty: Impactando en América Latina, ofrecida el sábado 8 de octubre. Todas y cada una de las chicas entrevistadas, me resultaron fascinantes por lo que hacen y por la visión que tienen de nuestra realidad y de la, cada vez más urgente, necesidad que más personas conozcan en qué consisten el liberalismo clásico y el liberalismo libertario, aunados al feminismo original (o liberal) como una vía para lograrlo. Podría, perfectamente, elaborar una columna para cada entrevista, dado que cada chica constituye y representa un mundo único: exponen, espectacularmente, qué es el individualismo, ese, tan aniquilado por toda forma de colectivismo de la actualidad; sin embargo, la intención de esta nota no es conocerlas a profundidad –esto, lo dejamos para posteriores entregas, o más bien, lo dejamos para que las notables acciones de ellas hablen por sí mismas–, sino que se acerquen a sus currículos, y a su invaluable y continua labor como feministas liberales. Con todas ellas, validé porque el feminismo liberal, ¡aún es mucho lo que tiene por cumplir!