REFLEXIONES SOBRE LA REFORMA TRIBUTARIA Y EL FUTURO DE COLOMBIA

Un Gobierno lo suficientemente grande para darte todo lo que necesitas, es un Gobierno lo suficientemente grande para quitarte todo lo que tienes.

–Gloria Álvarez.

El actual Presidente de la República de Colombia, junto a su Ministro de Hacienda y Crédito Público, exigen emisión monetaria al más puro estilo de los Estados Unidos. Así, lo ha manifestado el mismo mandatario a través de diferentes trinos citando al economista Paul Krugman (Enlace AQUÍ), aunque en anteriores ocasiones, había ya presentado esta idea, idea que sus seguidores avalan a capa y espada sin siquiera comprender lo que acarrea.

Aumentar la demanda fiduciaria de la moneda, ¿es bueno?, o es ¿la manera más malentendida de todas? Tenemos que recordar que existe un déficit, que el Gobierno debe solucionar dicho problema, y que Colombia claramente no es los Estados Unidos. Por ende, no puede monetizar sus déficits, por lo que, de antemano, ya se desmiente la idea de Gustavo Petro. Acá hay pesos colombianos, no dólares.

El peso colombiano no es la moneda de reserva mundial, a diferencia de la de los Estados Unidos, ergo, no puede exportar inflación. Al no solucionarse estos déficits, las calificadoras de riesgo le quitarán el grado de inversión al país –curiosamente, como ya ocurrió hace ya más de un año, 2021, cuando el Ejecutivo retiró la anterior reforma propuesta por el Ministro Carrasquilla, debido a los estallidos sociales y al descontento que la misma produjo–, y seguido a esto, las tasas de interés subirán, el capital extranjero se fugará y, en últimas, se desencadenará una crisis financiera.

Por tanto, el déficit tiene que eliminarse de alguna manera. Existen dos formas de hacerlo.

Primero, se pueden disminuir los gastos. Esto significa eliminar subsidios, programas de bienestar y departamentos del Gobierno, y despedir empleados públicos improductivos. Resultaría ser la manera más lógica y acertada para acabar con los déficits, sin embargo, dudo que se encuentre entre los planes de Gobierno del Ejecutivo o del Legislativo.

La otra manera de solucionar el déficit es aumentar los ingresos, considerando que hay tres (3) formas en las que el Gobierno puede financiarse. La forma tradicional es simplemente cobrar impuestos como se viene haciendo. La segunda es emitiendo bonos y endeudándose como hace la FED en los Estados Unidos, y la cual, es muy parecida a la primera, solo que en lugar de gravar a la gente hoy, el Gobierno grava con impuestos a la gente del mañana, lo que conlleva a más intereses. Y la tercera forma es la peor y la más malentendida de todas: monetizar la deuda, que es la que propone el Presidente Gustavo Petro, y que se conoce como inflación o impresión de dinero.

Monetizar la deuda consiste en usar al Banco Central (Banco de la República en nuestro caso) para comprar la deuda pública del Gobierno y financiar los déficits, argumentando su independencia. Esto no es nuevo, y se ha intentado en muchísimas ocasiones a lo largo de la historia de la humanidad, sin nunca producir frutos; desde los tiempos del Imperio Romano, hasta la Argentina de hoy en día, donde se hizo, lo único que trajo fue miseria. Evidentemente, como comenta Gustavo Petro, los Estados Unidos lo está realizando, pero es por las causales ya citadas que se le permite llevarlo a cabo, aunque a la larga, solo generará –y ha generado– la devaluación del dólar frente a otras monedas. Imprimir dinero no funciona ¡Y jamás funcionara! Si todo lo que se necesitara para crear prosperidad fuera emitir moneda, países como Venezuela o la ya mencionada Argentina, fuesen también, los más ricos del mundo.

Se debe entender algo: no importa cómo el Gobierno decida financiar sus gastos, el pueblo siempre terminará pagándolos. Si el Gobierno sube los impuestos, la población paga el precio; si el Gobierno se endeuda, la población paga el precio en el futuro con más intereses; si el Gobierno decide financiarse a través de la inflación, la población paga el precio con la pérdida de poder adquisitivo de su moneda. Como expresaba anteriormente, todo lo que el Gobierno gaste debe y será financiado por el pueblo (la ciudadanía), ya que el Gobierno no consta de absolutamente nada, porque simple y llanamente no produce absolutamente nada. “El gobierno es un parásito que se alimenta del sector privado”, se dice por ahí.

Así que, si se estudia economía real, entendiéndose por economía real a autores como Ludwig von MisesAdam SmithFriedrich HayekDeirdre McCloskeyMilton FriedmanHenry Hazlitt, entre otros, y se evalúan los hechos que sustentan tales teorías, se encontrarán países exitosos. Ahora bien, si se estudia economía como la que promueve Gustavo Petro, de autores como John Maynard KeynesKarl MarxJoseph StiglitzMariana MazzucatoHa-Joon Chang,Thomas Piketty, y demás, y los hechos que respaldan sus creencias, se evidenciará lo que le pasó a países como ArgentinaZimbabue y Venezuela: ideas culpables del fracaso de sus economías.

Luego, si se indaga respecto a los primeros autores, será fácil comprender que la mejor forma de financiar el gasto público de cualquier Gobierno es a través de los impuestos, puesto que, si vamos a echar mano de un gran modelo de Gobierno, la mejor forma de financiarlo es mediante los impuestos directos, no mediante deuda, y mucho menos mediante inflación.

Por otra parte, si se quieren impuestos más bajos, se debe estar a favor de reducir el tamaño del Gobierno y argüir por la mínima intervención del Estado en la economía. Ello implicaría, reiterando lo ya dicho: eliminar subsidios, programas de bienestar y departamentos del Gobierno, y despedir empleados públicos improductivos. Esta es la única solución: capitalismo de libre mercado; aumentar y promulgar más sector privado, y limitar al máximo el sector público. Conclusiones que no son nada radicales. Políticas que han sustentado la prosperidad de los países más exitosos de la historia. La receta que convirtió a los EEUU en la nación más libre y próspera de todos los tiempos: la única que se conoce para crear prosperidad sostenida.

Hace más de un año, se demostró que una considerable parte de la ciudadanía en Colombia protestaba, pero ignoraba que se estaba contradiciendo. Personas que quieren tener un Gobierno muy grande, que otorgue subsidios y cree empleos, como lo dejó claro el Programa de Gobierno de Gustavo Petro, y por el cual fue electo; pasa que, esas personas, no quieren pagar por esto –algo totalmente incoherente; lastimosamente, la consistencia no es una virtud por esta época–, y lo peor, es que lo que sueñan, difícilmente pueda hacerse sin perjudicarnos en el mediano y corto plazo.

Nosotros: los que defendemos las ideas de la libertad, no queremos que el Gobierno interfiera en nuestras vidas, nos regale subsidios y nos garantice un empleo; procuramos ser consistentes cuando nos oponemos a un mayor número de impuestos. No queremos nada que provenga del Gobierno. Lo único que pedimos es que se protejan nuestros derechos fundamentales y se nos garantice libertad para poder vivir en paz. Claramente, no todos pensamos así… Si otros quieren que el Gobierno cuide de ellos, intervenga la economía, regule los mercados y les pague a las personas por hacer básicamente nada, como quiere nuestra flamante Vicepresidente, entonces esos otros no tienen ningún derecho de oponerse a más impuestos. Ese, es el precio que deben pagar por apoyar ideas que promueven un gran y nefasto Gobierno. A veces, me gustaría conocer que respaldo o evidencia empírica tienen sobre el hecho de que: aumentando los impuestos, limitando el accionar de las empresas e incrementado la burocracia, habrá más prosperidad; honestamente, no sé del primer país que haya adoptado estas políticas y haya alcanzado un gran desarrollo económico y social.

CONCLUYENDO: disminuir el tamaño del Gobierno es la única forma legítima de disminuir los impuestos, y disminuir el tamaño del Gobierno significa eliminar el Estado de bienestar y el socialismo corporativo, tal como lo promueven las banderas del liberalismo libertario, específicamente, del minarquismo.

SOBRE EL AUTOR:

Cristian Romero: Estudiante de Derecho en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca. Líder y Coordinador del Movimiento Libertario por Cundinamarca (MLC). Columnista y activista político. Defensor de la vida, la libertad y la propiedad privada.

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