EL PROFETA Y LOS CABALLOS: UNA LECCIÓN PARA COLOMBIA

Esta estrofa resonante pertenece a la canción Experiencias Vividas, del cantante vallenato Diomedes Díaz. En esta canción, el artista narra su historia de vida, sus éxitos y sus fracasos, sus alegrías y sus tristezas, sus amigos y sus enemigos.

NOTA:

SOBRE LA OBRA EN EL COLLAGE DE LA IMAGEN DESTACADA: Moreau, G. (1865). Diomède dévoré par ses chevaux (Diomedes devorado por sus caballos) [Óleo sobre lienzo]. Museo de Bellas Artes de Ruan (Musée des Beaux-Arts de Rouen), Ruan Francia. https://mbarouen.fr/fr/oeuvres/diomede-devore-par-ses-chevaux.

La estrofa en cuestión hace referencia a una situación que le ocurrió a Diomedes Díaz cuando fue traicionado por personas que se aprovecharon de su generosidad y de su confianza. El profeta es el propio Diomedes, que se consideraba un líder y un guía para sus seguidores. Los caballos son las personas que lo rodeaban y que se beneficiaban de su fama y de su dinero. El profeta les enseñó a “comer carne”, es decir, les dio un nivel de vida alto, les ofreció lujos y comodidades, les permitió acceder a cosas que antes no podían. Pero el día que “no hubo carne”, es decir, el día que Diomedes tuvo problemas legales, económicos o de salud, los caballos se lo comieron a él; en pocas palabras, lo abandonaron, lo traicionaron, lo atacaron.

Esta metáfora puede interpretarse desde una perspectiva libertaria: filosofía política que defiende la libertad individual, el derecho a la propiedad privada y la economía de mercado. Desde esta óptica, el profeta representa al Estado, que pretende ser el benefactor de la sociedad, que ofrece bienes y servicios públicos, que subsidia a los más necesitados, que regula y controla las actividades económicas. Los caballos representan a los ciudadanos, que dependen del Estado para satisfacer sus necesidades, que se acostumbran a recibir sin dar nada a cambio, que pierden su iniciativa y su responsabilidad. El día que “no hay carne” representa la crisis del Estado, cuando ya no puede sostener su gasto público, cuando se endeuda y se corrompe, cuando colapsa y deja de funcionar. “Los caballos se comen al profeta” representa la rebelión de los ciudadanos, que se sienten defraudados y engañados por el Estado, que le exigen más y más, que lo culpan de todos sus males.

La moraleja de esta metáfora libertaria es que el Estado no debe intervenir en la vida de las personas, sino dejar que sean libres de elegir y de actuar según sus propios intereses. El Estado no debe ser el padre ni el patrón de los ciudadanos, sino el protector de sus derechos y libertades. El Estado no debe ser el proveedor ni el regulador de la economía, sino el facilitador del mercado y la competencia. El Estado no debe ser el salvador ni el juez de la sociedad, sino el garante de la paz y la justicia.

Esta metáfora tiene una gran relevancia para Colombia en la situación política actual. El país vive una crisis social y económica sin precedentes, agudizada por la pandemia del COVID-19 y por las marchas masivas contra el Gobierno de Gustavo Petro. Estas protestas han expresado el descontento y la indignación de amplios sectores de la población por las reformas radicales propuestas por el Gobierno, especialmente, por la reforma a la salud, que pretende aumentar la politización e intromisión del Estado en la vida de los individuos.

Aunque el Gobierno no ha logrado aprobar la reforma a la salud, entre otras reformas, no significa que este haya abandonado su posición sectaria y autoritaria sobre su forma de implementar sus políticas, renunciando casi que totalmente al debate y a una postura pragmática sobre la situación actual del país. Existe desaceleración económica, aumento de la inseguridad y una inflación que golpea a todos, principalmente, a los menos favorecidos. Se da por visto que no existe un verdadero consenso sobre las decisiones políticas en un momento tan importante como el que nos encontramos viviendo.

¿Qué nos dice la metáfora del profeta y los caballos sobre esta situación? Nos dice que el Estado colombiano ha perdido legitimidad y credibilidad ante los ciudadanos. Nos dice que el Estado colombiano ha sido incapaz de garantizar el bienestar y la equidad en la sociedad. Nos dice que el Estado colombiano ha abusado de su poder y ha violado los derechos humanos. Nos dice que el Estado colombiano se enfrenta a una crisis de gobernabilidad y de representación.

Pero también nos dice que los ciudadanos colombianos tienen una responsabilidad y una oportunidad. Una responsabilidad de ejercer su ciudadanía de forma pacífica, democrática y constructiva. Una oportunidad de participar activamente en la definición del rumbo del país, de proponer alternativas y soluciones, y de exigir transparencia y rendición de cuentas. Una responsabilidad y una oportunidad de ser libres y responsables, de ser dueños de su destino, de ser caballos que no se comen al profeta, sino que lo superan.

SOBRE EL AUTOR:

Nelson Rueda: Contador Público de la Universidad Popular del Cesar, con interés en temas económicos, políticos y sociales desde una perspectiva liberal libertaria. Creo en la libertad individual, el libre mercado y el Estado de derecho como pilares de una sociedad próspera y justa.

Columnista Invitado
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