El actual gobierno nacional reporta el menor porcentaje de ejecución presupuestal de los últimos 15 años. Además, ha detenido sin base científica las fases de exploración de combustibles fósiles, ignorando la dependencia estatal de estos recursos en las finanzas públicas. También ha aprobado una reforma pensional que, de seguir adelante, llevará al sistema a la quiebra en aproximadamente una década. A esto se suma su política de seguridad, que ha derivado en un aumento alarmante de la violencia en las calles y la expansión constante de los grupos al margen de la ley.
Sé que me quedo corto al enumerar los desastres que este gobierno progresista ha provocado en apenas dos años de gestión. Sin embargo, no se trata solo de criticar al gobierno, sino de cuestionar la casi inexistente ganancia política que el liberalismo libertario colombiano ha logrado extraer de este caos. Y eso, a pesar de contar con el ejemplo cercano de un gobierno vecino que empieza a mostrar resultados prometedores al aplicar nuestras ideas político-económicas.
PERO VAMOS POR PARTES
Sea lo primero en dejar claro, es que no pretendo mostrarme aquí como el poseedor de la verdad absoluta, ni mucho menos como quien tiene la “barita mágica” para cambiar la realidad en tres simples pasos. Este escrito tiene como finalidad generar una reflexión seria y profunda, en espacial a los líderes de varias organizaciones en el país, sobre las formas en que ejercen su accionar político el cual, lastimosa e innegablemente, tiene poca o nula injerencia en el debate político.
Tampoco voy a ahondar en razones ulteriores ni personales, y muchos menos daré nombres de personas u organizaciones. El Bastión no es un portal de chismes ni un lugar para generar fuego amigo, este —y nunca mejor dicho— es un resguardo para la crítica y el análisis como reza nuestro eslogan, aplicable no solo a nuestros adversarios sino a nosotros mismos.
OJO CON EL EXCESIVO ACADEMICISMO
Soy consciente que, para tener una democracia someramente sana, existe la necesidad de una ciudadanía con sólidas bases sobre temas económicos como el P.B.I., la inflación, la correlación entre intervención e incentivos y temas estatales como el gasto público, su forma de financiamiento, estructura impositiva y descentralización fiscal. Pero tal búsqueda, por más lógica que suene, es casi idílica en un país como Colombia donde sus estudiantes de bachillerato salen con serias deficiencias en matemática básica; al punto de que muchos no son capaces de sacar correctamente el porcentaje de una cifra.
Es muy ingenuo pensar que un simposio sobre los efectos fiscales a mediano plazo del proyecto de reforma al S.G.P., va a tener el mismo efecto en la ciudadanía que sacar un TikTok bailando el trend de moda gritando “Petrismo empobrecedor”. Asimismo, poco o nada tiene como competirle las publicaciones científicas de veinte hojas con lenguaje rimbombante y masificadas en PDF frente a los bodegueros del gobierno en la red social X multiplicando un cuento chimbo —o sea que es muy falso— sobre como lograron cambiar la mentalidad de un taxista que era de derecha solo por escuchar los programas de los medios de comunicación que le han sacado todos los trapos sucios a la administración del megalómano.
Colombia no es un país de discusiones políticas profundas, la mayoría de los adultos son intransigentes y las cosas las definen en blanco y negro. Como dirían los activistas políticos de Chapinero en Bogotá, se debe pensar desde la perspectiva de la Colombia profunda. Pero ello ineludiblemente conlleva ponerse el overol y meter las manos al barro. Toca ir y conocer la realidad de muchos municipios, porque queda muy mal hablar de un recorte del gasto público en municipios donde no tienen ni acueducto ni alcantarillado, y ni hablar de seguridad o cualquier institución estatal civilizada del siglo XXI.
LO MISMO PARA LOS EVENTOS
Otro de los lugares comunes para la mayoría de las organizaciones es el afán de demostrar poder de convocatoria a través de los eventos que, sin ánimo de echar sal en la herida, siempre se realizan en sitios elegantes y poco accesibles para el colombiano promedio. No niego que me encanta ir a charlas y eventos donde se ponen de manifiesto temas muy relevantes como a influencia de Estados extranjeros, los problemas que generan las políticas de gobierno y como parte del problema estructural de la pobreza en Colombia nace del pésimo manejo de nuestra moneda, pero, nuevamente, así no se llega a ninguna parte.
Mientras se invierten recursos en esos eventos donde siempre se ven los mismos rostros —motivación principal del nombre de esta columna— la izquierda gestiona formas de solucionarle el día a la gente y así ir inyectando su ideología. No hay punto de comparación, a lo que renta política respecta, entre una charla sobre la política monetaria del Banco de la República en 2024 y un campeonato de futbol por la justicia social, la paz, la equidad y las gestes divergentes; y cuanta entelequia se les ocurra.
CALLE, CALLE Y MÁS CALLE
Por último, pero no menos importante, está la necesidad de salir a las calles y sentir el pulso político y las inconformidades de la gente. Desde las esferas académicas, que muchas veces actúan como cámaras de eco, todas las soluciones pueden parecer lógicas y correctas. Es sencillo concluir que se necesita un ajuste fiscal y recortar el gasto público, pero ¿cómo explicarle eso a un padre de familia cuyo hijo depende del Programa de Alimentación Escolar? ¿Cómo vendes un proyecto político en las zonas rurales donde apenas cuentan con una escuela de básica primaria?
No menciono el sector educativo al azar, ya que este rubro tiene asignado un presupuesto de 70 billones de pesos solo en 2024. No es posible reducir significativamente el gasto público sin afectar este sector. Entonces, surge una pregunta fundamental: ¿quién asumirá el costo político de recortar en educación? ¿Tenemos alguna idea de cómo manejar la protesta social que una medida así podría desencadenar?
En síntesis, podría extenderme aquí con una lista interminable de preguntas sin respuesta que son cruciales y necesarias para materializar un proyecto liberal-libertario serio en Colombia. La falta de respuesta a estas interrogantes se ve agravada por la terquedad de algunos en seguir prácticas ineficaces que, con suerte, solo servirán para inflar temporalmente algunos egos.
Nota: para quienes se pregunten que hacemos nosotros, desde la Corporación PrimaEvo, entidad legal propietaria del medio El Bastión, se ha venido desarrollando actividades en zonas rurales de la ciudad de Santa Marta como Guachaca y a lo largo de la Troncal de Caribe, para aportar soluciones reales a las problemáticas locales desde el activismo cívico con énfasis en promoción de los valores liberales.