NO ES OBLIGATORIO COMPRAR TODO EL COMBO

¿Se puede estar a favor del rumbo económico del gobierno argentino y en contra de su “batalla cultural contra la ideología de género”? Claro que se puede, es lo que haría cualquier liberal. Explico por qué.

Hace unos meses, pasados apenas tres minutos en una entrevista del Gordo Dan a Agustín Laje, uno de los principales intelectuales mileístas, alguien en el panel acota: “Está lleno de SIDA España ahora”. Al comentario le siguen risas. La respuesta de Laje consiste en contar la anécdota de cuando vio en el subte de Madrid que una persona con la bandera LGBTIQ+ estaba sangrando y entonces pensó: “Que no me salpique”. Más risas.

Un tiempo antes, en una charla con un pastor evangélico, Agustín Laje no pudo encontrar nada positivo frente a la pregunta del pastor acerca de qué haría si alguna vez tuviera un hijo homosexual. Sus respuestas incluyeron, entre otras cosas, referencias a la militancia LGBTIQ+ como “un ambiente de mucha enfermedad” o aclaraciones acerca de que “no le retiraría el amor” a un hipotético hijo gay. Claro que, ante esa eventualidad y acaso si ese hijo gay no estuviere conforme con su orientación homosexual, entonces intentaría “ayudarlo”, agregando que él conocía “muchos casos de éxito” de unas “terapias” sobre las que no se explayó demasiado, pero todos sabemos a qué se refiere.

En otro video viralizado en TikTok, publicado por una cuenta autodenominada Liberales libertarios, consultado acerca de la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, Laje explica:

Cuando uno dice que los homosexuales tienen derecho a adoptar, o los transexuales tienen derecho a adoptar, nos estamos olvidando de que el derecho de la adopción no es del mundo adulto, es del mundo de los niños. Es el derecho a que se le restituya lo que ha perdido. En el caso de una pareja homosexual, al faltarle la otra figura, no le permite naturalmente devolverle al niño el contexto que este ha perdido. El niño ha perdido un contexto donde había una mamá y había un papá. Si una pareja homosexual no puede restituir ese contexto para el niño, entonces no está cumpliendo con el fin de la adopción.

Por si alguno sigue con dudas, recordemos además que Agustín Laje es coautor de El libro negro de la nueva izquierda (Unión Editorial, 2016), una crítica al feminismo, a la “ideología de género” y al “homosexualismo” (sic). Quien firma el libro con Laje es Nicolás Márquez, que en la obra usa 38 veces la palabra “sodomita” para referirse a los homosexuales. Esto, además de decir que el escritor español y activista LGTBIQ+ Paco Vidarte fue un “jactancioso maricón” que “por sus hábitos licenciosos murió de SIDA en el año 2008”.

Al igual que Laje, Márquez se opone a la adopción homoparental y rechaza el principio liberal de igualdad ante la ley, puesto que, cito textualmente de la página 148 del libro en mención: “La desigualdad ante la ley en este caso debe prevalecer tal como existe en el caso de los ciegos y la licencia de conducir, [ya que] adjudicarle discriminación al Estado por no avalar el ‘matrimonio homosexual’ equivale a considerar que el Estado es discriminatorio cuando se niega a otorgarle el carné de conducir un automóvil a un ciego”. Es que, ustedes entenderán: “El matrimonio gay erosionará el matrimonio tradicional, puesto que si el vicio se sienta al lado de la virtud […] se sabe que es la virtud la que se degrada al ser equiparada con un subproducto irregular”.

MILEI Y LA DERECHA CONSERVADORA

Al leer esto alguien podría objetarme que una cosa son Agustín Laje y Nicolás Márquez, y otra cosa muy distinta es Javier Milei. Por supuesto. Lo que hace ruido en ese argumento es que en 2019 ambos escritores compartieron escenario con el ahora presidente en un evento organizado por la ONG Cruz del Sur, cosa que volvieron a hacer en 2022, cuando tanto Milei como Márquez fueron los presentadores de otro libro de Laje titulado La batalla cultural: Reflexiones críticas para una nueva derecha (Hojas del Sur, 2022).

A mediados de 2023, poco antes de las PASO, Milei compartió pantalla con Laje en una entrevista que les hizo Viviana Canosa. Al hablar de “posmarxismo”, Milei sostuvo que es “trasladar la lucha de clases a distintos aspectos de la vida”, frase tras la cual miró a Laje y le dijo: “Aprendí bien, ¿no?”, reflejando la admiración que sentía por las ideas de este politólogo que es furor en YouTube. La admiración es tanta, que Laje ha sido designado director ejecutivo de la Fundación Faro, un think-tank que, como mínimo, ha sido impulsado por el gobierno, pero que sus administradores afirman que se financia con donaciones privadas.

Con Nicolás Márquez el presidente no se muestra más en público, pero se reunió con él nada más ni nada menos que en la Casa Rosada para permitirle escribir la biografía presidencial Milei: la Revolución que no vieron venir (Hojas del sur, 2024).

Es en este contexto en el que Milei pronuncia en Davos esta ya célebre frase: “En sus versiones más extremas, la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil”, segundos después de haber citado el caso de una pareja de homosexuales condenada a 100 años de cárcel en los Estados Unidos por haber violado a sus hijos adoptivos. A la luz de lo expuesto, ¿a quién le extraña que esta afirmación –entre varias otras– haya sido tomada como un ataque a las minorías sexuales y a la diversidad en todos sus ámbitos?

Si Milei comparte orgullosamente trinchera con dos de los más claros exponentes de la derecha latinoamericana, quienes están abiertamente en contra de la adopción homoparental: ¿Cómo no pensar que lo de Milei podría llegar a poner en duda la igualdad de derechos para todos?, ¿Cómo no entender, al menos, una marcha en donde el colectivo que se sintió amenazado sale a protestar para defender sus libertades?

LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

Pero… ¿cómo te vas a tomar esto a mal? Milei es clarito, habla de la ideología de género, no de los gais”, argumentan algunos. A lo que agregan, creyendo que son empáticos: “Si vos querés meterte no sé qué cosa por no sé dónde, a Milei no le molesta. Si querés disfrazarte de puma está todo más que bien. Milei solo habla de la ideología de género, porque Milei solo quiere terminar con los privilegios”.

En primer lugar, no a mucha gente le queda claro de qué se habla cuando se usa la expresión “ideología de género”. Y en esa ambigüedad se termina mezclando todo, cayendo en estas confusas asociaciones entre los colectivos LGBTIQ+, educación sexual integral, libros con imágenes eróticas y pedofilia, y demás. En segundo lugar, hablar de “ideología de género” tiene connotaciones despectivas, porque tratar de entender el fenómeno de la existencia de personas trans y sugerir que puede haber un sexo biológico distinto al género no tiene por qué ser una ideología; puede perfectamente ser una teoría, que puede ser discutida o no, pero al catalogarla como ideología, ya estamos cancelando el debate racional, una cancelación no woke en este caso, por supuesto.

Si le sumamos a lo anterior que todo se da en el marco de una “batalla cultural” contra la izquierda y sus preocupaciones, ¿cómo no acudir sistemáticamente al ridículo, la estigmatización o el acoso escolar? En un artículo de 2023 mostré mi preocupación por esta campaña liderada por personas que hoy se muestran fanáticas de Milei. Entonces, cuando dicen que sus ataques no son contra la diversidad sexual, sino contra la “ideología de género”, en el mejor de los casos –y haciendo malabarismos para justificar lo injustificable– nos salvamos del ataque los gais y las lesbianas, pero no las personas trans, a quienes directamente se les está negando la existencia.

LIBERALISMO NO ES FASCISMO

Tras el escándalo que generaron sus dichos en Davos, el presidente publicó un largo posteo en su cuenta de X. Ahí, en medio de un mar de justificaciones y enojos varios, sostuvo que “el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo es parte de nuestro ADN”, pero que no va a tolerar los privilegios y las ideas que hacen crecer el gasto público.

Su mentor intelectual en esta batalla, Laje, publicó una nota en Infobae un día después, en la que explica el wokismo, pero sin decir nada sobre la “ideología de género”. Tampoco hay acá menciones a los abusos infantiles o a los hombres que piden que los pasen a cárceles de mujeres para cometer violaciones. Se puede decir que bajaron un cambio, pero no se puede borrar con el codo lo que se escribió con la mano.

Una curiosidad: hace al menos 20 años que estoy en contra de los privilegios y el crecimiento del gasto público, y nunca tuve la necesidad de, por eso, insultar a transexuales o menospreciar a gais y lesbianas. Algunos consideran que eso es de tibio. Otros, que el combo debe comprarse o rechazarse por completo, que la homofobia es un elemento troncal de un programa económico liberal.

Lamento decepcionarlos. Defender la libertad integral y la igualdad ante la ley no es de tibio, sino de liberal, algo que muchos de los que la cuestionan claramente no son. Y no, el combo no se compra completo, existe un importante grupo de personas que quiere libertad económica para progresar y tolerancia e inclusión para convivir en forma pacífica. Esperemos que Milei vaya acercándose cada vez más a este grupo y abandone a los que creen que para arreglar una economía hace falta restaurar valores que marginaron históricamente a las minorías, condenándolas a vivir sin libertad y sin respeto por su proyecto de vida.

NOTA:

La versión original de esta columna apareció por primera vez en Revista Seúl: Política y sociedad desde Corea del Sur.

Iván Carrino
Iván Carrino

Economista, escritor, conferencista internacional y docente. Actualmente, dirige «Iván Carrino & Asociados»: empresa de investigación y asesoría económica y financiera. Es investigador asociado de FARO UDD: Núcleo de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad del Desarrollo (Chile), y entre 2018 y 2022 fue subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas del Instituto Universitario ESEADE (Argentina). Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires, máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de España y máster en Economía Aplicada de la Universidad del CEMA de Argentina. Ofrece además, charlas y conferencias en congresos especializados, reuniones empresariales y eventos no gubernamentales; asesora a empresas en temas de coyuntura macroeconómica y sectorial.

Es profesor de «Historia del Pensamiento Económico» en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad del Desarrollo, donde también dicta el curso «Economía, Política e Instituciones». Escribe columnas en medios como La Nación, Ámbito Financiero, El Cronista, Infobae, Al Poniente, entre otros. Cuenta en su haber como autor con cinco libros: «Cleptocracia» (2015), «Estrangulados» (2016), «Historia Secreta de Argentina» (2017), «El Liberalismo Económico en 10 Principios» (2018) y «La Gran Desproporción: economía y política de la pandemia de Covid-19» (2021).

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