La mujer debe defender y luchar por sus derechos: por sus derechos individuales como ser humano, no por el hecho de ser mujer.
– Domingo García | presidente de Objetivismo Internacional (OI).
EL PARADIGMA DE LA AUTONOMÍA
El feminismo liberal se fundamenta en un principio categórico y no negociable: todos los seres humanos poseen, por el mero hecho de serlo, iguales derechos y oportunidades de realizarse sin distinciones de sexo alguno. No es una simple afirmación de moral, sino, ante todo, un postulado práctico y necesario para que las sociedades prosperen y vivan en paz y con igualdad de derechos.
La igualdad, por tanto, no es simplemente una afirmación formal en el marco de la legalidad, sino que se expresa en la aptitud de cada uno para forjar su propio destino, ajustándose a su propio criterio y a su libertad. Para las mujeres esto significa demoler las barreras estructurales que las oprimen en todas las esferas: la del trabajo, la de la familia y la de la vida política.
Así, el feminismo liberal no quiere una igualdad meramente formal y teórica a la hora de dar cumplimiento a la ley. No. El feminismo liberal exige la garantía de que a las mujeres no se les impongan reglas externas que limiten su individualidad y que puedan ejercer plenamente sus derechos como individuos y como ciudadanos.
DESMONTANDO LOS ESTEREOTIPOS Y DEFENDIENDO LA ELECCIÓN: el núcleo de la libertad
La mujer tiene la capacidad de decidir acerca de su vida, y de renunciar a la tutela del Estado o de la sociedad –desde la postura en la que tal convicción supone un motor de sus derechos laborales–, así como también el hecho de autodeterminar lo que se quiere hacer con lo que son sus cuerpos y con lo que es su futuro. Es el mismo individuo el que elige su propósito de su vida, ¡y nadie más!
Por ello, uno de los éxitos más relevantes del feminismo liberal se basa en el hecho de que ha deconstruido los estereotipos de género. Estos, han ido estableciendo muchos de los límites para las oportunidades de las mujeres.
El feminismo liberal no plantea un determinado programa en especial, sino un programa que dice que se ha de dejar la libertad de cada mujer para elegir lo que ella quiera, sea cual sea su decisión: quedarse en casa para cuidar de sus hijos, ser empresaria, política, arquitecta o conductora de autobús, o lo que le plazca. La libertad para elegir es el sentido del feminismo liberal: el argumento o la condición para una igualdad real.
FEMINISMO LIBERAL: defensor de la igualdad de oportunidades (el campo de juego equilibrado)
Desde la óptica liberal del mismo feminismo liberal, la idea de privilegios o de que las mujeres deben tener un trato preferencial es expresión de una mentalidad patriarcal. El feminismo liberal se interesa por aquellos aspectos que van en dirección de la igualdad de oportunidades. Este tipo de feminismo se opone a las “políticas de cuotas” y a cualquiera que requiera que el Estado se involucre en demasía, ya que plantea la necesidad de crear un conjunto de condiciones en las cuales todas las personas tengan las mismas alternativas de crecimiento y desarrollo, independiente de su sexo y/o género. Asociado al liberalismo, este tipo de feminismo ha permanecido siempre en la defensa de la competencia dentro de un mercado abierto, donde el éxito de las personas se define por su mérito y por su capacidad.
El feminismo que nos ocupa lucha para que todos los obstáculos sociales, económicos y culturales que impiden el acceso de las mujeres a nuevas oportunidades se eliminen. Lo dicho implica, pues, el combate frente a la discriminación, la apertura de todas las vías de acceso a la educación y la lucha por un entorno laboral libre de prejuicios.
EL ESTADO & LA IGUALDAD DE GÉNERO: el rol del facilitador
Uno de los rasgos más notables del feminismo liberal y de las demás corrientes feministas es que, para el feminismo liberal, el Estado es concebido como un mecanismo que garantiza, en función de la igualdad jurídica de todos los ciudadanos (hombres y mujeres), las condiciones mínimas que posibiliten la uniformidad legal en todos ellos y no un modo de imposición de decisiones personales.
El feminismo liberal no propugna tampoco que el Estado ejerza una acción agresora, es decir, no propone que cada ciudadano tenga que acertar o errar a través de todo lo que existe, sino, más bien, que el Estado establezca fines, extienda la acción de las mujeres –y de los hombres– a través del bienestar social (la igualdad de sus derechos) y suprima todas las barreras que obstaculicen la libertad de cada individuo. El feminismo liberal no defenderá, a la inversa, antídotos asistenciales, por el contrario, combatirá el poder (del Estado y quienes se encuentren en cama con este) para poder liberar a las mujeres y que estas liberan sus vidas sin dejarse llevar por comité alguno.
FEMINISMO LIBERAL: pilar de una sociedad libre (el futuro es igualitario)
Del feminismo liberal afirmamos que la independencia y la libertad personal son valores sustantivos, y no solo valores, en un concepto más amplio del liberalismo, pues no se reivindican porque se tenga que defender tal o tal conjunto de valores específicos, o para exigir ser favorecida y tener un lugar dentro de una determinada agenda política, sino para realizar el proyecto de libertad pleno, así como el de la posibilidad de acceso a todas las oportunidades que tiene cada ser humano, más allá de que sea hombre o mujer. No solamente tiene el respaldo del liberalismo, sino que resulta ser el feminismo más acertado para orientar a un mundo más justo.
Este feminismo nos conduce a la eliminación de restricciones relevantes y da paso a la igualdad de oportunidades, y facilita abrirse a un mundo en el que las mujeres y los hombres puedan tener su propia vida anclada únicamente en su propio deseo, es decir, sin recurrir a la intervención del Estado. De un modo sintético, el feminismo liberal es, por tanto, parte de la lucha por una sociedad verdaderamente libre, en la que la autonomía de las personas sea tenida en cuenta, y en la que la igualdad no sea ya un principio, sino un hecho social y de todos.
La minoría más pequeña en la Tierra es el individuo. Los que niegan los derechos individuales no pueden alegar ser defensores de las minorías.
– Ayn Rand.