“Puedes afirmar –como hace la mayoría de la gente– que tú nunca has sido influenciado por la filosofía. Te voy a pedir que cuestiones esa afirmación. ¿Alguna vez has pensado o dicho lo siguiente?: «No estés tan seguro ¡Nadie puede estar seguro de nada!». Esa noción la tomaste de David Hume (y de muchos, muchos otros), aunque ni siquiera hayas oído hablar de él. O: «Esto puede ser bueno en teoría, pero no funciona en la práctica». Eso lo tomaste de Platón. O: «Fue un acto horrible, pero es sólo humano, nadie es perfecto en este mundo». Lo tomaste de San Agustín.
O: «Puede ser verdad para ti, pero no es verdad para mí». Lo tomaste de William James. O: «¡No pude evitarlo! ¡Nadie puede evitar nada de lo que hace!». Lo tomaste de Hegel. O: «No puedo demostrarlo, pero siento que es verdad». Lo tomaste de Kant. O: «Es lógico, pero la lógica no tiene nada que ver con la realidad». Lo tomaste de Kant. O: «Es malo, porque es egoísta». Lo tomaste de Kant. ¿Has oído a los activistas modernos decir: «Actúa primero, piensa después»? Lo tomaron de John Dewey.
Algunas personas podrían responder: «Por supuesto, he dicho esas cosas en momentos diferentes, pero no tengo por qué creer esas cosas todo el tiempo. Puede haber sido verdad ayer, pero no es verdad hoy». Lo tomaron de Hegel. Podrían decir: «La consistencia es el duende de las mentes pequeñas». Lo tomaron de una mente muy pequeña, Emerson. Podrían decir: «Pero, ¿uno no puede ceder y tomar prestadas ideas diferentes de filosofías diferentes de acuerdo a la conveniencia del momento?» Lo tomaron de Richard Nixon –quien lo tomó de William James–.”
Fragmento parafraseado tomado de “Filosofía ¿Quién La Necesita?” (1ª ed., 2009 [1982]), por Ayn Rand. CABA, Argentina: Editorial Grito Sagrado.
Saber que aún existen jóvenes en Colombia y en el resto de Latinoamérica con anhelos de emprender es, indudablemente, reconfortante y muy meritorio; un comportamiento que debe ser aplaudido por sus pares –pues estos serían los que obtendrían beneficio a partir de ello– y alentado por los mayores –ya que son los que podrán guiarlos desde sus vivencias y experiencias de vida–.
Es claro que el emprendimiento (entrepreneurship) cuenta con sus propios módulos de estudio e implementación, desde la formación en gerencia de proyectos hasta la psicología motivacional, pasando por la inteligencia emocional, la neurociencia aplicada, el aprendizaje sobre la correcta gestión del talento humano, entre otros. No obstante, mal haríamos –a la hora de mentorear, dar acompañamiento y favorecer la formación de nuestros jóvenes– en dejar de lado una base filosófica sobre la que se apoyen y que, además, justifique lo que buscan.
Es por eso por lo que el Objetivismo puede cumplir con creces ese papel como orientador. Si nos remitimos a las letras de su autora: Ayn Rand, tanto en sus obras de ficción como de no-ficción, comprobaremos rápidamente este punto del cual hablo. Pero, antes de proseguir, ahondemos un poco sobre en qué consiste la filosofía en mención.
AYN RAND
Sobre Ayn Rand he hablado ya en otras columnas, y he compartido parte de su historia de vida. Un dato curioso por añadir, es que cambió su nombre de pila, Alisa Zinóvievna Rosenbaum, cuando emigró a Occidente –su apellido fue por elección en honor de la máquina de escribir Remington Rand que llevó con ella en su viaje–. Entre otros, cursó estudios de filosofía en la Universidad de Petrogrado, y luego de su llegada a los Estados Unidos, trabajó como escritora de guiones en Hollywood. Sus novelas con alto contenido filosófica se convirtieron en un éxito desde que fueron publicadas. Rand es la fundadora de la Filosofía Objetivista.
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La idea central de sus trabajos es que la felicidad es el fin moral de la vida del hombre (la especie humana), la productividad es la actividad superior, y la razón su absoluto. En el Manifiesto Romántico (1969) explica la importancia de la estética y el arte para la conciencia humana: “la expresión artística –sostiene– solidifica lo que de otro modo serían meras abstracciones filosóficas, lo cual apoya su elección de la literatura como modo de hacer filosofía”.
OBJETIVISMO: LA FILOSOFÍA DE AYN RAND
¿Qué es el Objetivismo?
Ayn Rand llamó a su filosofía Objetivismo, describiéndola como la filosofía para vivir en la Tierra.
El Objetivismo es un sistema integrado de pensamientos que define principios abstractos en los que el hombre debe pensar y actuar, si es que quiere vivir la vida propia de un hombre. En primer lugar, Rand la presentó a través de las novelas, ambas best-sellers: The Fountainhead (1943) –traducida al castellano como El Manantial– y Atlas Shrugged (1957) –La Rebelión de Atlas–. En ambas obras de ficción, presenta al hombre como un ser heroico y un individuo racional digno de vivir en la Tierra, ya que puede lograr lo mejor de sí mismo. A la postre, presentó su filosofía en formato no-ficción.
Desear algo, no lo convierte en una realidad
La filosofía de Ayn Rand: Objetivismo, comienza aceptando el hecho básico que la existencia existe. La realidad es, y para vivir debemos descubrir la naturaleza de la realidad y aprender a actuar con éxito dentro de ella.
Existir es ser algo, poseer una identidad específica. Esta es la ley de identidad: A es A. Los hechos son hechos, independientemente de un ser humano en especifico y su consciencia. Ninguna cantidad de deseos apasionados, anhelos desesperados o súplicas esperanzadoras; poseen la capacidad de alterar los hechos. Así como tampoco es posible borrar los hechos ignorándolos o evadiéndolos; los hechos siguen existiendo, inmutables.
En la filosofía de Ayn Rand, la realidad no debe ser reescrita ni evadida, sino encarada con solemnidad y orgullo. Una de sus frases favoritas es de Francis Bacon: “La naturaleza, para ser comandada, debe ser obedecida”.La realidad –lo que existe– no tiene alternativas, ni competidores, ni nada que la “trascienda”. Aceptar la existencia es rechazar cualquier noción de lo sobrenatural y lo místico, incluyendo la creencia en un ente superior que mueve los hilos de este vasto universo.
PRINCIPIOS BÁSICOS DEL OBJETIVISMO
1. Metafísica
“La realidad, el mundo exterior, la existencia independiente de la conciencia del hombre; emancipada de cualquier conocimiento, creencia, sentimiento, deseo o temor”. Esto significa que A es A, los hechos son hechos, las cosas son lo que son; y la tarea de la conciencia del hombre es percibir la realidad, no crearla o idealizarla (inventarla). Así, el Objetivismo rechaza toda creencia en lo supranatural, y cualquier aclamación de individuos o grupos que dicen crear su propia realidad.
2. Epistemología
La razón del hombre es íntegramente competente de conocer los hechos de la realidad. La razón (facultad conceptual) es la potestad del hombre que identifica e integra el material provisto por sus sentidos. La razón es el único medio de este para adquirir conocimientos. Así, el Objetivismo rechaza al misticismo (no acepta la fe y los sentimientos como medios para lograr e identificar el conocimiento) y al escepticismo (que proclama la imposibilidad del conocimiento y/o estar seguro de algo).
3. La naturaleza humana
El hombre es un ser racional; la razón, único medio de conocimiento de este, su medio de supervivencia. El hombre es un ser de conciencia volitiva, por eso el ejercicio de la razón depende de la elección de cada individuo. Nuestra conciencia es lo que solemos llamar alma –o espíritu–, y a lo que llamamos “libre albedrío” es a la libertad que tiene la mente de pensar o no –esta es la única elección que tenemos–; es la elección que controla todas las otras elecciones que hacemos, y determina nuestra vida y nuestro carácter. Así, el Objetivismo se opone a toda forma de determinismo: la creencia de que el hombre es víctima de fuerzas ajenas a su control –dios, el destino, los genes, las condiciones de nacimiento o económicas, por mencionar algunas–.
4. Ética
La razón del hombre es la única fuente que le permite juzgar sus u otros valores, y guiarlo hacia la acción. Un estándar de ética correcto es: la supervivencia del hombre, es decir, lo requerido por su naturaleza para sobrevivir como un ser racional, no es una momentánea supervivencia física como elemento básico libre de mente.
Los tres valores fundamentales del hombre son: razón, propósito y autoestima; lo que conlleva a que sus tres virtudes correspondientes sean racionalidad, productividad y orgullo. El hombre es un fin en sí mismo, y no un medio para los fines de otros. Debe vivir por su propio propósito, sin sacrificarse para otros o sacrificar a otros para sí; debe trabajar por su propio interés racional y lograr su propia felicidad como el proyecto moral más alto de su vida. Así, el Objetivismo, no concilia con cualquier forma de altruismo –el cual afirma que la moralidad consiste en vivir para otros o para la sociedad–.
5. Sociopolítica
El principio social básico de la ética objetivista es que ningún hombre tiene el derecho de buscar valores ajenos valiéndose de la fuerza física; ningún hombre o grupo tiene el derecho de usar la fuerza física contra otros –salvo cuando actúa en defensa propia y sólo contra quienes inicien su uso–. Los hombres debemos tratar unos con otros como comerciantes, dando valor por valor, por medio de un libre y mutuo consentimiento y beneficio.
El único sistema social que erradica de las relaciones humanas a la fuerza física, es el capitalismo de laissez-faire (libre mercado).
El capitalismo es un sistema basado en el reconocimiento de los derechos individuales y protege a la humanidad de aquellos que inician el uso de la fuerza física. Así, el Objetivismo rechaza cualquier forma de colectivismo como el fascismo/nazismo o el socialismo/comunismo. También refuta las actuales y mal llamadas “economías mixtas”, nociones en las que el gobierno interviene como ente regulador de la economía y redistribuye la riqueza (caso concreto de Colombia y la mayor parte de Latinoamérica).
6. Estética
El arte es una recreación selectiva de la realidad, acorde al juicio metafísico del artista; es concretizar su visión fundamental de la existencia. Ayn Rand describe su aproximación al arte como Realismo Romántico: “Yo soy Romántica en el sentido de que presento a los hombres como deberían ser. Soy Realista en el sentido de que los ubico aquí, ahora y en esta Tierra”.
La intención de las novelas de Rand no es didáctica, sino artística; la proyección de un hombre ideal: “Mi propósito, primera causa y desencadenante, es el retrato de Howard Roark, o John Galt, o Hank Rearden, o Francisco d’Anconia; como un fin en sí mismo, y no como un propósito para un fin posterior”. Por otra parte, sus obras de no-ficción exaltan al capitalismo, fuera de lo ya dicho, como el único sistema que ampara a los empresarios: la minoría más atacada por políticos y líderes culturales (como las celebridades, por ejemplo), castigo que por cierto, es muy injusto, y olvida la importancia de los productores como los motores del mundo y los generadores de la riqueza que los demás disfrutan.
OBJETIVISMO: ACTIVO VITAL PARA EL EMPRENDIMIENTO
“Puedes afirmar ¿Por qué no han hecho más los empresarios para protegerse contra los crecientes abusos del gobierno?
Las ideas y las acciones de un hombre no están determinadas por su nivel económico como dicen los marxistas. El hecho de que alguien sea un empresario no le da automáticamente las ideas correctas o le dice qué hacer o cuáles son sus intereses. Ser un empresario no garantiza que uno hará lo que es apropiado para proteger sus negocios. De hecho, los empresarios son quizás más culpables de su propia destrucción que cualquier otro grupo.
En una «economía mixta», el mayor daño a cualquier grupo siempre está impuesto por ese mismo grupo, pues los «intereses especiales» dentro de cada grupo, operan a corto plazo; cada grupo contribuye a otorgarle al gobierno más y más poder. Ha habido y sigue habiendo muchos empresarios, igual que hay hombres en cualquier otro grupo, que creen en los «atajos pragmáticos»: correr al gobierno y vender su futuro a cambio de una ventaja momentánea y perecedera.
Históricamente, muchos empresarios –aunque no los mejores entre ellos– tenían un «interés» en apoyar la legislación anti-monopolio. La noción que las leyes anti-monopolio protegen la libre competencia, es una falacia económica muy extendida. Sólo en los últimos años –y especialmente desde el caso General Electric– se han empezado a dar cuenta los empresarios que las leyes anti-monopolio no benefician a sus negocios.
¿Por qué los empresarios –o cualquier otro grupo– no se han defendido mejor y luchado por sus derechos? Lo remito a La Rebelión de Atlas: el enemigo del capitalismo es la moralidad altruista. Mientras se les diga a los hombres que la moralidad requiere que una persona se sacrifique, el capitalismo no podrá sobrevivir mucho tiempo. Usted no puede tener una sociedad feliz, exitosa y próspera; que exista basada en un código moral que depende de –y exige– la miseria, el sacrificio y la renuncia a uno mismo. Ese conflicto está destruyendo nuestra civilización. Los empresarios como creadores de la riqueza material, tendrían necesariamente que ser sus primeras y principales víctimas.”
Fragmento parafraseado tomado del libro “Ayn Rand answers, the best of her Q&A” (1963), en respuesta a una pregunta después de su presentación “America’s Persecuted Minority: Big Business” (Chicago Illinois).
A continuación, según los libros de Rand: La Rebelión de Atlas y La Virtud del Egoísmo, analizaremos todo lo que el Objetivismo puede aportar al ecosistema emprendedor, para que así, los jóvenes echen mano de una referencia de sus propios valores y lo relevantes que sus iniciativas resultan para nuestra especie.
Como ya mencioné, los tres valores fundamentales del hombre son razón, propósito y autoestima; conllevando a que sus tres virtudes correspondientes sean racionalidad, productividad y orgullo.
Los tres valores
La razón es la facultad que le permite al hombre identificar e integrar la información provista por sus sentidos; sostenerla como valor es decidirnos a pensar, conocer, entender, pero nunca funcionar por defecto. El propósito es el valor que nos sirve para integrar jerárquicamente todos los otros valores, y que para el hombre como ser racional es inherente a su trabajo productivo y a su felicidad. La autoestima es la certeza inviolable de que nuestra mente se encuentra habilitada para pensar, y de que somos dignos de vivir plenamente y alcanzar nuestra felicidad.
Las tres virtudes
La racionalidad consiste en aceptar que la razón es nuestra única fuente de conocimiento, así como nuestro compromiso de mantenernos enfocados y con atención plena, y para dedicarnos a la expansión continua de nuestro conocimiento. Por su parte, la productividad es el reconocimiento de que a través de nuestro trabajo productivo nos hacemos a nuestra provisión y sustento, obtenidos con base en el esfuerzo y la valentía, y valiéndonos de todos nuestros talentos. Finalmente, el orgullo nos invita a sostenernos a nosotros mismos como nuestro principal valor, entendiendo que tenemos que avivarlo forjando nuestro carácter.
¿Cómo se aplica la ética objetivista en el mundo emprendedor?
Se aplica logrando que los emprendedores –futuros empresarios– conserven sus valores y ejerzan las virtudes objetivistas, explicando permanentemente la razón de ser de lo que son capaces y de lo que necesitan.
El emprendedor requiere la razón para identificar e interpretar la información a su alrededor, definir sus interés propios y detectar necesidades insatisfechas; la razón traerá consigo nuevas e innovadoras ideas, y facilitará el descubrir nuevas oportunidades en el mercado. El propósito hace las veces de motor, de norte, direccionándolo para alcanzar sus metas –el propósito es el valor que está por encima de los demás valores–; aclara su panorama y le aporta energías para embarcarse en la odisea de las ventas. La autoestima le recuerda en todo momento que puede y que tiene lo que se necesita para lograrlo, y que no renuncie a sus sueños; puesto que la recompensa viene para quien es esforzado y valiente, para quien logra ser idóneo.
Luego, la racionalidad le permite planificar su proyecto de emprendimiento, estableciendo metas apropiadas, capacitándose en lo mejor y con los mejores, y entrenando a su equipo de trabajo; todo, sin depender del azar ni sumergiéndose en vorágines emotivas y descontroladas que no se apegan a los hechos. La productividad lo impulsa a crear, innovar, manufacturar, multiplicar y a no sucumbir ante los intentos (prueba y error); así como a lanzarse al mercado, querer siempre satisfacer cada vez más clientes, expandir sus líneas de producto, abrir nuevas sucursales, y hacer uso de la digitalización para que su negocio despunte mucho más (esto incluye ventas en línea, publicaciones y publicidades constantes en RRSS, entre otros). El orgullo le hace reconocer y no temer el éxito, felicitarse por lo logrado, reconocer el trabajo de sus colaboradores –incluso de su competencia– tener dominio propio y templanza en épocas difíciles, y conservarse de pie frente a los desafíos; esto, acudiendo a un entusiasmo –que debe ser inagotable–, emanado del amor por la vida propia y lo que se hace con ella.
CONCLUYENDO
Para no quedar inmersos en filosofías que no nos conciernen y que pueden estar bastante erradas, conviene tener una filosofía que nos pertenezca; y con esto, no necesariamente hablo de crear una filosofía de cero –lo cual, podría ser–, sino a que las premisas fundamentales –que pueden haber sido planteadas por otros– de la filosofía acogida, sean además, adoptadas por nuestro pensamiento crítico.
No quedarnos sólo con el campo técnico, resulta muy oportuno, pues identificar y explicar a consciencia los valores que nos representan y las virtudes que ponemos en marcha día tras día, contribuirán a que la misión y visión de nuestro emprendimiento sea integral ¡Hagamos que nuestro lente filosófico sea transversal a nuestra misión y nuestra visión de negocio! Para ello, disponemos plenamente de toda la filosofía de la que Ayn Rand fue artífice; específicamente, de la “ética objetivista”, sobre la que puede apoyarse cualquier emprendimiento.