EL ORDEN ESPONTÁNEO Y EL COVID-19

Durante todo el año pasado y en lo que va de este ¡Todos nos hemos convertido en médicos! Es natural, porque quienes estamos en contra de los confinamientos obligatorios –a propósito de la última “iluminada” propuesta que tuvo Gustavo Petro en Colombia, entre otras– hemos tenido también la tendencia a tranquilizar a una opinión pública bombardeada por el pánico. Por ende, hemos actualizado nuestros conocimientos sobre virus, bacterias, contagios, sistema inmunológico, ADN, ARN y más.

Pero, entretenidos en nuestra nueva profesión hemos olvidado el punto central.

La tesis del orden espontáneo de Friedrich Hayek no termina de hacer pie en esta “sociedad construida sobre la base del constructivismo” denunciada por él mismo, similar a la razón instrumental señalada por la Escuela de Frankfurt. Sin embargo, es algo muy sólido. Es el equivalente, en el orden social, a las teorías de la auto-organización de la materia; esto es la teoría del Big Bang y la evolución. Si hubo un Big Bang ¿Por qué la tendencia fue a la auto-organización de la materia y no a un caos originario de elementos? Los físicos están aún tratando de responderlo. Lo mismo en ciencias sociales. Si el conocimiento humano es limitado ¿Cómo pueden los seres humanos interactuar entre sí de modo pacífico? Lamentablemente, la respuesta sigue siendo hobbesiana: no pueden. Un dictador (el gobierno, que al parecer no es humano) debe organizar el caos que somos todos los demás dejados en libertad, por eso este y sus “políticas”: política monetaria, impositiva, exterior, educativa, de salubridad y así hasta el infinito. Y este síntoma de planificación central se da incluso en los liberales clásicos que no pueden dejar de concebir a la educación (excepto Albert LoanHugo Landolfi y nadie más) como un orden deliberado donde tiene que haber un aula, un profesor, apuntes, notas, entre otros. Logran advertir el orden espontáneo en economía pero no en educación. Si eso les pasa a los liberales que leyeron a Hayek ¡Imagínense a los demás!

La argumentación de Hayek es sólida. Hago la cuenta y me sigue dando bien. El conocimiento humano es disperso, y sólo un libre intercambio progresivo y crítico de conocimientos puede hacerlo menos así. El argumento de John Stuart Mill y Karl Popper para la libertad de expresión, sólo Paul Feyerabend se atrevió a orientarlo al tema médico, por ejemplo. También está la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo, de Ludwig von Mises, que “no es sólo en economía”. El Estado planificador central en salud y educación tienen el mismo problema. Por eso la salud pública unificada no funciona, porque no se puede hacer un cálculo económico llevando el sistema al colapso permanente ¡Eso antes del 2020! Además sólo existe UNA opinión médica sacralizada y obligatoria, lo cual imposibilita la discusión crítica y conduce el conocimiento médico a la regresión.

Por lo tanto señores médicos: el debate no es en torno a su labor. El problema no es lo que usted opine sobre el COVID-19. El problema es que hay otras discusiones médicas pero usted las rechaza y, para usted, como para cualquiera, los argumentos de MillPopperHayek y Feyerabend se aplican, aunque usted no lo quiera o no lo pueda ver.

¿Cómo hubiera sido una sociedad libre ante el supuesto (también hay opiniones diversas sobre si este virus fue identificado) COVID-19? Hubiera sido un escenario, ante todo, donde se contaría con una libre oferta de servicios médicos diversos compitiendo libremente. Si un médico o un sanatorio quiere intubar, que lo haga, pero otros médicos hubieran recomendado otras cosas, y luego de nueve meses nuestro conocimiento se habría aumentado. Y allí viene otro tema NO médico, sino ético y moral: Pero entonces ¿Las personas hubieran corrido el riesgo de equivocarse? Sí, porque eso es ser persona, no esclavo ni canario en una jaula. Usted paciente ¿Nunca le pidió a un médico una segunda opinión? El que pone el cuerpo es usted ¿Y no es que el cuerpo es nuestro? ¿No era que “mi cuerpo, mi decisión”? Ah, pero puedo enfermar a otros ¡No! Esa también es una opinión médica, hay otros médicos que piensan diferente. Ah, es que la inmunidad de rebaño no funciona ¡No! Esa es sólo una opinión médica, hay otras ¿Y entonces? Y entonces, consulte a su médico y decida.

Sí, la vida es riesgosa, y si no lo acepta ¡Muérase! Que es lo que hace aceptando de buena gana que lo encierren en su sótano.

La ignorancia supina del orden espontáneo, de que el conocimiento limitado en medicina sólo se minimiza en libre discusión, que la salud pública unificada por el Estado imposibilita el cálculo económico, que por eso la oferta de salud está siempre colapsando, son lo que ha llevado a todo este caos. Precisamente ese caos que la OMS y el gobierno central han tratado de evitar, y como siempre, lo amplificaron ¡Lo aumentaron! MisesHayek y Feyerabend lo explicaron en 1922, 1936, 1975, 1978 y en otros años más en libros importantes que usted: señor médico del Estado, no ha leído ni le interesa leer.

Y eso, en ética, se llama negligencia culpablePorque posiblemente está muriendo gente, no sólo por los servicios de salud que han quedado desatendidos, sino por la ineficiencia de los tratamientos en comparación con los que hubieran surgido en una sociedad libre y por el colapso crónico (no sólo este año) de la oferta de salud fruto del sistema estatal.

NOTA:

Este artículo apareció por primera vez en el blog Filosofía para mí, de Gabriel Zanotti.

Gabriel Zanotti
Gabriel Zanotti

Académico especializado en la relación entre liberalismo y catolicismo; difunde el pensamiento de la Escuela Austriaca de Economía y es autor de numerosas publicaciones. Doctor en Filosofía por la Universidad Católica Argentina, es también conferencista y profesor en universidades argentinas y de otros países.

Entre otras, funge como Director Académico del Instituto Acton Argentina, organización que promueve ideas liberales dentro de la tradición católica. Zanotti es profesor invitado de la Universidad Francisco Marroquín, donde ha impartido diversos cursos, seminarios y conferencias.

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