EL FUNDAMENTALISMO DE ESTADO

Engendrado entre el populismo más radical y la creencia ciega en la superioridad del Estado como “agente del cambio social” nace el liberticida más eficaz y peligroso que jamás hemos conocido: El Fundamentalismo de Estado (FE).

Muy posiblemente, esta sea la primera ocasión en la que ha leído algo sobre este sigiloso y sagaz liberticida. Y no es de extrañar, ya que es una de sus más agudas características. Una amenaza latente que promete destruir los principios elementales de la sociedad, curiosamente, convirtiéndose en uno.

Comenzaré por aclarar esa característica de sigilo que mencioné antes y, siendo más exacto, hablo es de mimetización. Las propuestas populistas, actualmente empiezan a tener más y mayor resistencia en el electorado, debido a varios factores ampliamente conocidos como, por ejemplo, el constante fracaso en la praxis de esas propuestas en otros países donde hoy reinan la miseria y la pobreza.

Esto, le ha quita su principal asidero de propagación: el discurso vacío pero grandilocuente. Al verse sin él ha mutado y entendido que, el mejor reemplazo, es camuflarse como función básica estatal. Es decir, pasar de prometer subsidios a diestra y siniestra esperando votos y aplausos, a buscar formas de homologar sus propuestas como función natural del Estado.

Para ello, usa su mejor arma y segunda característica: el activismo judicial, un arma que tergiversa y explota la extralimitación de la interpretación de las leyes, normas y decretos para alienarlos a su conveniencia; todo, con el fin de expandir la función estatal en sentido a favor de sus propuestas. Así, El Fundamentalismo de Estado logra ir más allá que el populismo, hostigando por activa y pasiva para asegurar sus fines por vías fuera de los procesos democráticos. Un ejemplo hoy por hoy es la constante intención de volver realidad, vía Ley, la Renta Básica Universal, medida totalmente populista que carece –en Colombia– de una fuente de financiación factible o, como mínimo, medianamente sensata.

En otra época, una de las formas más efectivas de luchar en contra de este tipo de propuestas era la de exhibir la ideología del populista proponente. Así, se generaba el espacio de duda en la mente de las personas que no simpatizaban con dicha ideología, logrando frenar no sólo la propuesta en mención, sino también cualquiera en el futuro. Sin embargo, esta defensa se pierde con El Fundamentalismo de Estado, siendo esa su tercera característica.

Para comprender mejor debo remarcar que la propuesta bajo el FE ya no es concebida por el elector como algo proveniente de “x” o “y” político con esta u aquella ideología, sino que se vende como la ampliación natural y necesaria de la función estatal por encima de esas ideologías: eso conocido como “ni de izquierda ni de derecha”. Así, de llegar a aprobarse y fracasar, porque –obviamente– era algo imposible de realizar, dicho fracaso no será adjudicable a ese político ni a esa ideología; por el contrario, se asume como la falta de poder estatal para la realización de sus funciones naturales y convirtiéndose, de paso, en razón para ampliar su poder.

Pero ¿Cómo realizar dicha expansión del poder estatal? Simple, con su cuarta característica: la distorsión semántica y funcional de la democraciaSemántica porque le cambia sobre la marcha su definición real a conveniencia, y funcional porque le implanta la finalidad de expandir la función estatal, o sea, la democracia es igual siempre a más Estado y menos democracia. Se debe ser consciente que la democracia no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para sostener la república siendo el verdadero fin. Olvidar esta realidad es uno de los grandes avances de dicho liberticida.

Por último, y la más clara de todas es su quinta característica: la creación de seguidores con el pensamiento irrestrictico de la superioridad de la función estatal, de ahí que en su nombre este la palabra fundamentalismo.

Para todo esto no existe ninguna organización por fuera del Estado capaz de crear un verdadero cambio social y atacando sin piedad cualquier iniciativa privada –con lucro o no– por no estar sometida, vigilada y controlada por el Estado. En síntesis, pretenden volver al Estado “el Alfa y el Omega”.

Carlos Noriega
Carlos Noriega

Barranquillero. Administrador de empresas y maestrante de finanzas públicas. Director ejecutivo (CEO) y miembro fundador del medio digital liberal/libertario El Bastión y de la Corporación PrimaEvo.

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