Ya hablé alguna vez sobre el dolor que experimentamos tras una ruptura amorosa (Enlace AQUÍ), sobre la falta que nos hace esa persona y el vacío que tenemos que aprender a subsanar. Al terminar una relación de pareja comenzamos a buscar la manera de hacer más llevadero lo que sentimos: salimos con amigos, ponemos nuestra energía en algún proyecto profesional, hacemos ese viaje que siempre deseamos o tal vez comenzamos ese curso que siempre habíamos querido tomar. Todo esto es válido porque, como ya lo he mencionado (Enlace AQUÍ) lo importante es volver a centrarnos en nosotros mismos. Y aunque el común denominador es escapar del amor o de las relaciones por un tiempo, hay quienes hacen todo lo contrario. Terminan una relación de dos o más años e inmediatamente después comienzan a salir formalmente con alguien más. ¿Qué sucede cuando en lugar de vivir el duelo buscamos una nueva pareja? ¿Qué sucede si decidimos empezar una relación con alguien que evidentemente aún no cierra un ciclo? Y es que del viejo y conocido refrán “un clavo saca otro clavo” nacen las relaciones rebote, relaciones que en la mayoría de los casos terminan siendo un martillazo en el pie.
Este tipo de relaciones también se conocen como relaciones liana y creo que este nombre me gusta aún más para definirlas porque como Tarzán en medio de la selva, se suelta a una expareja buscando aferrarse a alguien más. Esto no sucede siempre. Personalmente, no creo en la idea de hacer el duelo dentro de una relación, no obstante, si existen casos en los que la nueva relación, aunque precipitada, funciona muy bien, justamente porque de la primera relación no había nada que rescatar y el ciclo se cierra rápida y definitivamente. Pero aquí estamos hablando de relaciones de pareja que se buscan para no tener que vivir la soledad, la separación o la ausencia del otro. Relaciones que se convierten en una especie de anestesia, de negación de la realidad porque si hay algo a lo que los seres humanos le huimos instintivamente es a experimentar el dolor. Tenemos entonces dos personas: aquella que busca desesperadamente algo nuevo y la que se convierte en esa novedad.
ESCOBA NUEVA SIEMPRE BARRE BIEN… O QUIZÁS NO
Y como la novedad es lo que está a la orden del día en este tipo de relaciones, todo se vive de manera muy intensa. En algunos casos se desarrolla un vínculo muy fuerte y se hacen planes a futuro muy rápido como viajar o irse a vivir juntos, y se apresuran momentos como conocer a la familia o los amigos. En otras ocasiones el sexo se convierte en el centro de esta nueva relación y si a medida que el tiempo pasa se le pide al otro un poco más de compromiso aparecerán frases como “vamos demasiado rápido” o “dame tiempo para sentir, no puedo dar lo que tu esperas”. Pero lo cierto es que en realidad esta persona no se ve en la relación y lo que sucede es que se empieza a desgastar emocionalmente. No solamente por el duelo no elaborado sino porque está tratando de acoplarse a unas expectativas, a un ritmo y a una forma de amar diferente. En definitiva, no está preparada para donarse plenamente. Que angustiante resulta intentar buscarle reemplazo a alguien: llenar un vacío con otra persona que en realidad no te satisface.
Una clave para descifrar si se trata o no de una relación rebote es que se vive comparando la nueva relación –o más bien la relación actual– con la relación anterior. Aunque es normal que utilicemos una experiencia previa como punto de comparación, no es algo que se exterioriza o que se comunica abiertamente a la nueva persona. ¿Han vivido primeras citas en las que el tema de conversación es el o la ex? Es claro que esa persona no supera aún esa ruptura, más no en todas las relaciones rebote la comparación aparecerá a primera vista. Al principio este miembro de la pareja puede incluso omitir por completo a su ex, no hablar del tema en absoluto aparentando aceptación o madurez emocional. Luego, la comparación aparece constantemente, casi como compitiendo con un fantasma: “Está muy lindo el detalle, mi ex le hubiese puesto una tarjeta hecha a mano” o “mi ex preparaba este plato de una forma diferente”… y con la comparación vendrán las discusiones. Además de la comparación, también aparecen los cambios de humor, la frustración y la rabia interna contenida que desembocan en explosiones que para la otra persona no tienen mayor sentido.
NO TODOS LOS REFRANES SON SABIOS
¿Puede verdaderamente un clavo sacar a otro? Hay quienes aseguran que sí, aunque yo me atrevería a decir que no es así, al menos no en todos los casos. Las relaciones rebote no surgen como resultado de un vínculo genuino en el que deseas conocer profundamente al otro, por el contrario son fruto de la necesidad, de la dependencia emocional e incluso del deseo de venganza. No es que en esta relación no exista química o atracción, y hasta puede haber cariño, pero ineludiblemente su desarrollo no será sano y ambas personas saldrán muy lastimadas. El desequilibrio será evidente y como ya vimos las comparaciones –que en sí mismas son bastante odiosas– no se harán esperar. Ninguno de los dos miembros de la pareja podrá experimentar paz.
Si eres la persona que no ha elaborado su duelo lo único que estás haciendo es engañándote a ti mismo y, por supuesto, a la otra persona que viene de forma genuina a entregar todo de sí. Sabes que en realidad no quieres estar ahí, que esta nueva persona no te llena plenamente y tampoco aceptas que tu expareja ya no está y ya no quiere seguir contigo. En contraste, si eres la novedad, es decir, la nueva pareja, te sentirás supeditado a la sombra de alguien más y serás objeto de comparación constante, pero además, estarás entregando lo mejor que tienes: tu amor, tu tiempo y tu ternura a alguien que no lo sabe valorar. La mayoría de las relaciones rebote no llega al año y en muchos casos al terminar la relación, lo que sucede es que tú expareja regresa con su expareja, sí, esa que, evidentemente, no pudo superar.
SOBREVIVO SIN TI, PERO NO SÉ VIVIR CONMIGO
Lastimosamente no nos enseñan a lidiar con nuestras emociones o a vivir plenamente el dolor, porque sí, el dolor se debe vivir plena y sanamente. No se trata ni de quedarnos en él y victimizarnos con cada situación difícil que se nos presenta, ni de hacer como si ese dolor no existiera. Tenemos la falsa creencia de que entre menos vulnerables nos mostremos ante el mundo, mejor nos irá. Y no nos enseñan a vivir con nosotros mismos, a conocernos y a buscar dentro ese amor que esperamos encontrar fuera. Superar una ruptura no se trata de borrar a una persona que alguna vez amaste de tu vida, sino más bien de aprender a sanar las heridas, a integrar la experiencia vivida con esa persona y a incorporar a tu vida los aprendizajes que esa relación trajo consigo. Si no elaboramos ese duelo y si no nos permitimos llorar, deprimirnos y sentir rabia, no podremos avanzar ni ser libres para poder amar nuevamente, y por consiguiente estaremos haciendo daño a nuestras futuras parejas. Así que yo les recomiendo alistar una caja de Kleenex, buscar su música favorita de despecho, llamar a un amigo y vivir ese duelo. Me lo agradecerán.