Durante décadas se ha discutido si los cristianos deben participar en política o no. Y las posiciones dominantes han sido entre escoger un pietismo (es decir, un escapismo total), donde el cristiano ve la política como algo que es “del mundo o del diablo” y no debe participar, o escoger la vía del caudillismo, en donde las facciones cristianas se arrodillan al tirano de turno. Veremos que estas posiciones son incorrectas, ya que ambas terminan siendo aliadas del colectivismo, más concretamente, del socialismo y del progresismo más ruines que han existido.
LA POLÍTICA EN LA COSMOVISIÓN BÍBLICA
Históricamente el cristianismo siempre ha tenido una posición política y desde sus orígenes ha tenido una guía para los gobernantes; palabras como evangelio (del griego euangelion) que significa “una buena noticia dado por una autoridad” la cual era, generalmente, entregada por un monarca, y presbítero (del griego presbites) que viene de “anciano” o “líder” y que, habitualmente, se usaba como autoridad en una comunidad determinada en los primeros siglos de la era cristiana. Es claro que muchos de los términos de la Biblia son sacados de los ámbitos políticos.
Según la cosmovisión bíblica, el magistrado civil (el gobernante) tiene dos funciones: proteger al bueno y castigar al malo (para ver esto, se puede consultar el libro de Hechos, capítulo 13 de la Biblia), es decir, proteger al buen ciudadano y castigar al delincuente. Toda acción fuera de ese ámbito es una acción ilegítima, puesto que no sigue los lineamientos bíblicos como deben ser las autoridades.
GOBIERNO LIMITADO
Autores como Samuel Rutherford y George Gillespie en el siglo XVII, John Locke en el siglo XVIII, William Wilberforce en el siglo XIX, Abraham Kuyper y Rousas John Rushdoony en el siglo XX, y Nancy Pearcey y Matthew J. Trewhella en el siglo XXI, por mencionar unos pocos, quienes han sido ejemplo de cómo el cristianismo histórico ha configurado el pensamiento político del cristianismo protestante, llegan a un punto en común: existen diferentes esferas de la sociedad y cada una de ellas tiene una autoridad que pone el orden y la ley, pero no a discreción y no de manera autoritaria, sino basándose en el concepto de Gobierno limitado.
Así, tenemos cuatros esferas en las cuales se constituye la sociedad y su respectivo gobernante:
- El Autogobierno: Aquel referente a la persona, en donde la sobriedad y el equilibrio son necesarios para no caer ni en la rigidez total ni en el libertinaje absoluto.
- El Gobierno familiar: Referido al hombre y a su mujer como ayuda idónea en el hogar, que, a través de las limitaciones dadas, manejan los asuntos de la casa mediante la llamada mayordomía.
- El Gobierno de la Iglesia: Este manifiesta la conjunción de familias alrededor de la fe cristiana; la Iglesia, por supuesto, es otra esfera que tiene una autoridad, y en este caso son los líderes, pastores o ancianos que dirigen esta institución, no a su antojo, sino por preceptos bien definidos en la Biblia.
- El Gobierno civil: Atañe a la unión de las familias e iglesias que forman una nación. De ahí la necesidad de una autoridad para manejar un territorio, pero no según las visiones de un iluminado o de ningún tirano, sino bajo los preceptos de un Gobierno que le ponga límites al poder.
ESCAPISMO Y CESARISMO: DOS EXTREMOS QUE SE TOCAN
Viendo como se forman las autoridades en una nación, hay muchos denominados “cristianos” que, por ignorancia o por mala intención, rechazan estos principios universales de gobernanza. Empezamos a caer en dos extremos peligrosos. Uno es el llamado pietismo (el cual nació como un movimiento alemán luterano en el siglo XVIII), en el que las comunidades cristianas rehúyen del mundo por su “perversión y pecado” (también lo podemos ver en los siglos III y IV D.C. cuando los cristianos se fueron al monaquismo, tras retirarse a monasterios para una vida de solo contemplación religiosa y mística) y se convierten en “apolíticos”, dejando todos los espacios libres en la acción política; si seguimos a Hayek en Camino de servidumbre, siempre dentro de las corrientes en pro del “bien común”, los peores y más incapaces son los que tomarán los puestos políticos mas relevantes. Lo que nos muestra la historia es que nunca habrá vacíos políticos ¡siempre serán llenados! y sino son por los mejores y más virtuosos ciudadanos, serán ocupados por las escorias de la sociedad. En el momento, esto lo evidenciamos con socialistas, progresistas, conservadores ortodoxos y colectivistas de todo tipo.
Y en el otro extremo está la iglesia cristiana arrodillada al “César de turno”: al “tirano de moda”. Así como fue al final del Imperio Romano, hoy recordamos como católicos romanos y luteranos protestantes se arrodillaron al césar germánico. Adolf Hitler es arquetipo de esta situación. O cómo la Alianza Evangélica de Venezuela le abrió las puertas a Hugo Chávez y, posteriormente, a Nicolás Maduro, para justificar su tiranía chavista. Incontables ejemplos existen de esta tendencia, yendo contra la cosmovisión bíblica.
EL CASO CRIOLLO COLOMBIANO
Colombia tiene muchos ejemplos históricos de este tipo de comportamiento, pero en el 2022 se aprecia como un personaje nefasto que se dice pastor sin prueba alguna, llamado Alfredo Saade, desde Valledupar (Cesar), ha mantenido un movimiento llamado Levántate Colombia que es parte del Pacto Histórico (el cual corresponde a la unión de todos los partidos y organización de la izquierda revolucionaria colombiana); fue conocido en el año 2021 como el “aliado de Gustavo Petro” para llevar un millón 500 mil votos a este candidato (Fuente AQUÍ). Un tipo ambivalente que, para el año 2018, fue a buscar aval en el partido Centro Democrático (Enlace AQUÍ) y que peleaba contra el “matrimonio igualitario”, el aborto y el lobby LGBTI+ desde una posición “conservadora cultural”, común en un perfil cristiano. Pero como sus planes no pudieron ser desarrollados en este ámbito, terminó abrazando el llamado cesarismo cristiano, definido como el aval de la iglesia cristiana a lideres caudillistas tiránicos, solo con la intención de mantenerse a flote al lado del poder.
El “César de turno” no es otro que Gustavo Petro, hombre declarado contra la fe cristiana, afín al progresismo (en otra columna podemos demostrar como el cristianismo y el progresismo/socialismo son íntegramente antitéticos), y que apoya programas como la Agenda 2030 hecha por la ONU y los 17 puntos ODS u Objetivos de Desarrollo Sostenible (Fuentes AQUÍ y AQUÍ) en total contraposición a la cosmovisión bíblica y cualquier sociedad libre. Pero como dicen por ahí “en la noche todos los gatos son pardos”, la politiquería es bien pragmática. Este candidato, ante el auge de personajes como Alejandro Gaviria, declarado ateo, y una cantidad numerosa de cristianos en el país, decidió de manera populista agarrar las banderas del Cesarismo cristiano. Ahora es el “ungido” de los cristianos progresistas del país.
En una jugada magistral, Alfredo Saade monta su propia candidatura aparte de Petro, pero dentro del Pacto Histórico como una manera a lo “Julio César” de “divide y vencerás”. Sabiendo que Saade no tiene posibilidad de ganar en primera vuelta en las elecciones presidenciales, todo ese voto pseudo-cristiano que tomará en estos comicios sería trasladado en segunda vuelta a Gustavo Petro. Y como guinda del pastel, hace una semana el apóstata Saade se unió a ese remedo de partido llamado Colombia Justa Libres, un partido pseudo-cristiano liderado por otro impresentable: el Senador John Milton Rodríguez, organización cuestionada por delitos de compro de votos y corrupción (Enlaces AQUÍ y AQUÍ), entre otros manejos dudosos.
CONCLUSIÓN
Atrás parecieran quedar los tiempos de personajes como John Knox (el cual se el enfrentó a la reina católica María I “la Sanguinaria” por tratar de aplastar a la Iglesia Presbiteriana de Escocia a favor de la Iglesia de Roma en el siglo XVI), el marqués de Argyll (mártir de la Iglesia anglicana por defender la Iglesia de Escocia ante la tiranía del rey Carlos II de Inglaterra), Thomas Jefferson (escribiente y guerrero de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, además de haber sido el 3er. Presidente de esta nación), William Wilberforce (miembro de la Cámara de los Comunes, que fue el líder abolicionista que terminó de liquidar la esclavitud en el Reino Unido y la Commonwealth) y de una larga lista de políticos cristianos insignes de la historia (hoy en el año 2022 tenemos al predicador Artur Pawlowski, uno de los líderes del Freedom Convoy de camioneros en Canadá). Actualmente en Colombia no existe ninguno que esté a la talla de estos hombres, todo lo contrario, son los Judas de un estamento político en decadencia. El pueblo cristiano tiene que reaccionar, despertarse y volver al sendero del Gobierno limitado y la defensa de la propiedad privada, banderas del pensamiento político de la cosmovisión bíblica.