El bono escolar, iniciativa propuesta por el economista Milton Friedman: Premio Nobel de Economía en 1974, ha hecho su aparición oficial en la política colombiana. Si bien algunos activistas políticos como Daniel Raisbeck la habían propuesto en 2015, la propuesta revive de la mano de la Senadora Paloma Valencia, quien propone otorgar este beneficio a las familias más necesitadas. Pero, ¿qué retos nos presenta esta propuesta en Colombia? Lo veremos a continuación.
¿DE DÓNDE VIENE LA INICIATIVA?
El afamado economista estadounidense Milton Friedman propuso un esquema de financiación educativo donde se financie a los padres y estudiantes mediante un bono redimible en cualquier institución educativa. Esta propuesta ha sido acogida en distintos países, particularmente en Suecia, con gran éxito. No obstante, hace falta pensar más allá para que el traer un modelo no se convierta en un dolor de cabeza.
RETO 1: Infraestructura vial
Durante la pandemia del COVID-19, los profesores se vieron obligados a desplazarse hasta las casas de los estudiantes para poder proporcionarles materiales de clase y guías de estudio, incluso teniendo que atravesar por caminos de herradura. Pero ojalá el desplazamiento fuera la única barrera: también está la deserción.
RETO 2: Deserción
Como parte del coctel de problemáticas asociadas al sistema educativo y a los demás sistemas, está el de la deserción escolar. De acuerdo con un reciente estudio del Ministerio de Educación Nacional de Colombia, la deserción en el país se da a causa de distintos factores, a saber: 1) factores individuales, 2) factores familiares, y 3) factores escolares. Como factores individuales de riesgo se encuentran el ser hombre, pertenecer a un grupo étnico, ingreso tardío a primaria, haber estado en un mayor número de colegios, desmotivación causada por la situación económica y estar en condición de extra-edad. Entre los factores familiares se encuentran los siguientes: I) vivir en estratos 1 y 2, II) vivir en familias monoparentales, III) la movilidad de residencia, y IV) la falta de recursos monetarios en el hogar. Ente los factores escolares de riesgo están la reprobación, la ausencia de recursos en los colegios, la ausencia de grado 11 (12 para algunos casos) en las sedes educativas, la falta de profesores, la mayor distancia respecto a los colegios y las condiciones precarias en las instalaciones físicas de las escuelas.
RETO 3: Calidad y alta concentración de la oferta
Cruzando los datos del estudio en mención, donde se encuentran los departamentos con mayor deserción escolar, con los que muestra este artículo (clic AQUÍ) acerca de los colegios mejor calificados, según Sapiens encontramos una correlación entre la deserción y la oferta disponible. Mientras en los departamentos de la Región amazónica (Amazonas, Vaupés, Guainía, Putumayo y Caquetá) y en algunos de la Orinoquía como Vichada, el departamento del Chocó en la región pacífica y parte de la región de los llanos orientales se encuentran con alta deserción escolar, la deserción tiende a ser baja en ciudades como Bogotá y departamentos como Nariño, Córdoba, San Andrés y Providencia, Boyacá y Atlántico. Justamente la lista de mejores colegios se encuentra en ciudades capitales como Bogotá, Tunja, Barranquilla, Cali y Cartagena, y algunos municipios como ocurre en el caso de Envigado (Antioquia), Floridablanca (Santander) o Chía (Cundinamarca), donde se concentra una mayor cantidad de colegios por su mayor densidad poblacional frente a los demás departamentos y municipios.
RETO 4: Baja conexión a internet fijo
Si bien la conexión a internet móvil se ubicó, según cifras de la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones de Colombia (CRCOM por sus siglas en español), en más del 77 %, la cifra de penetración del internet fijo en los hogares apenas llegó al 51,3 por cada 100 hogares en 2022. Esto dificulta el acceso a distintos contenidos educativos por parte de los estudiantes, lo que podría generar un mayor desplazamiento de familias hacia los centros urbanos a fin de poder escoger mejor.
CONCLUYENDO
¿Está Colombia preparada para asumir los demás gastos y costos que implicaría una implementación del bono escolar desconectada de la realidad socioeconómica? ¿Qué proponen los legisladores al respecto? Queda la inquietud en el aire, ¡por ahora!, y la pelota en manos de la sociedad y los legisladores, quienes deben llegar a una propuesta que al menos no empeore el estado de cosas actual.