Ya definidos los candidatos del balotaje: Luisa González y Daniel Noboa, por quienes los ecuatorianos optaremos el próximo 15 de octubre, este Gobierno se encontrará marcado por ser el primero que surge de unas elecciones anticipadas, convirtiéndose así en un Gobierno de transición; se sumirá en un sinnúmero de urgencias por atender que son parte del clamor social: inseguridad, desempleo, corrupción… y la lista sigue. El panorama es complejo para cualquiera de los dos que llegue al Palacio de Carondelet.
A continuación se exponen los 20 principales desafíos que deberá atender nuestro nuevo mandatario, y aunque la lista es bastante larga, se priorizaron aquellos que generarían la estabilidad necesaria para gobernar y sentar bases para el siguiente Gobierno Constitucional que se asumiría en mayo de 2025.
El primero de estos grandes desafíos será garantizar la estabilidad política para que pueda emprender su Agenda de Gobierno, por lo cual será fundamental concertar con los diversos bloques partidistas que estarán representados en la Asamblea Nacional. Ninguno la tendrá fácil. Por un lado, la candidata González, en caso de llegar al poder, y pese a contar con el bloque más numeroso, no le alcanza para a ser mayoría, y algunos bloques (especialmente Construye) no pactarán acuerdos con ella –en un escenario hipotético–. Por otro lado, a Noboa le sucederá algo similar que a Lasso; su bloque será la cuarta o quinta fuerza política, pero podría encontrar más acuerdos que desacuerdos con las otras tiendas políticas, aunque dependerá de qué funcionarios coloque en las áreas estratégicas fundamentales y de la Agenda Legislativa que plantee.
El segundo desafío será el combate a la inseguridad y delincuencia organizada, que ha alcanzado niveles incontrolables de violencia, reflejado en decomisos de drogas, sicariatos, hurtos, extorsión, entre otros, consolidándose como la principal preocupación de los ecuatorianos, ligeramente por encima de las de carácter económico. Los estados de excepción, toques de queda, Alertas de Gobiernos extranjeros, por mencionar algunos, no han frenado, y más bien, se agudizó en los últimos meses está problemática. La consecuencia se manifiesta en la reducción de la actividad económica, cierre de negocios, eliminación de puestos de trabajos, reducción de recaudación tributaria, y demás.
Un tercer desafío es concertar una reforma laboral que establezca las condiciones para la creación de empleo, dado que el subempleo y desempleo afectan en gran medida a los jóvenes entre 16 y 30 años, además de a las mujeres. Nuestro Código Laboral tiene más de 70 años y no va de la mano con las dinámicas actuales de contratación. Será una tarea titánica, pues hay muchos grupos como los sindicatos de trabajadores que no desean reformas. La pregunta es: ¿De qué sirve un Código Laboral que solo permite tener a 35 de cada 100 ecuatorianos con empleo adecuado?
El cuarto desafío es el combate a la corrupción, que sigue latente. No se ha logrado recuperar lo robado, menos aún desterrar la corrupción del sistema hospitalario, de los procesos de contratación pública y de otras instancias en las que se comprueban estas prácticas que nos siguen perjudicando e hipotecándonos el futuro. Esto, sin duda, es un alto coste de oportunidad para la sociedad.
El tamaño de la deuda externa representa el quinto desafío. Históricamente, los niveles de la misma han sido altos, con características preocupantes para el país, y reflejada en altas tasas de interés y a plazos cortos. Si bien se han renegociado algunos tramos en los últimos años, todavía se siguen complicando las finanzas del país, más aún a partir de 2025, cuando los vencimientos empiecen y los pagos de capital se vuelvan ineludibles.
Tenemos ahora la situación de seguridad social (sexto desafío): cada vez, exhibe más fragilidad un sistema de pensiones y de salud que es una bomba de tiempo, por lo que urge tomar acciones que solucionen el problema de raíz; las alternativas ya planteadas desde la sociedad civil y la Comisión Presidencial sugieren reformas específicas para tal sistema, las cuales, deben ser evaluadas y observada su implementación. Del mismo modo, un séptimo desafío son los ingresos tributarios, que en lo que va del año muestra que no se alcanza la meta esperada por el Servicio de Rentas Internas, manifestando que la actividad económica no cuenta con el impulso suficiente debido a la falta de incentivos duraderos; a esto se añade que en 2024 el Gobierno ya no contará con las contribuciones temporales establecidas en la reforma tributaria de 2021, por ello, urge una revisión de los impuestos en la economía y su correcto direccionamiento (no es viable, por ejemplo, que lo recaudado por impuesto a la renta e IVA interno, sea para pagar casi exclusivamente los sueldos del sector público).
En la línea de los ingresos, se presenta un octavo desafío: la reducción de los ingresos petroleros, que se enfrenta a serios problemas: a) caída de la producción petrolera nacional por falta de inversiones en el sector; b) el vaivén del precio en el mercado internacional; y c) dejar de explotar el bloque 43 del ITT, significando una reducción de entre 800 a 1.200 millones de dólares anuales para el país que merman los recursos para el Gobierno de turno. Esto, lleva a su vez a un noveno desafío: el creciente gasto social producto de aprobaciones dadas en la legislatura de años anteriores, lo que indica mayores erogaciones al Fisco; por ejemplo, aprobación sin sustento técnico en las remuneraciones de los docentes, así como también los aumentos automáticos de presupuesto en algunas áreas. Se suma el décimo desafío: los subsidios estatales, especialmente, los combustibles que siguen siendo un despilfarro, puesto que no cumplen con el propósito para los que son concebidos: no llegan a los sectores más vulnerables de la sociedad y continúan su fugas por las fronteras del país; ¿cómo es posible que se destinen más recursos a los subsidios que a sectores como educación o salud?… Todo lo anterior, conduce al undécimo desafío: el inefectivo gasto público, reflejado, especialmente, en la calidad del gasto; si bien existe una “planificación presupuestaria”, la misma no es concordante con su ejecución, llegando casi siempre al último tramo de cada año a gastar con tal de cumplir lo establecido, generando compras inadecuadas de productos o la adquisición de servicios no requeridos o sobredimensionados, conllevando al crecimiento del déficit público.
Un decimosegundo desafío es continuar con la apertura comercial que se viene trabajando en los últimos años, necesaria en fortalecer la dolarización, así como también para la creación de empleo que, naturalmente, debe fomentar la diversificación de la oferta exportable, como también continuar con el desarrollo de más acuerdos comerciales con las principales economías del mundo.
El decimotercer desafío será garantizar la seguridad jurídica del país para impulsar la inversión extranjera. De esta manera se potenciarán diversos sectores productivos. El Ecuador sigue siendo uno de los seis (6) países que menor inversión extranjera recibe en América Latina debido a la falta de institucionalidad. Esta pugna entre los poderes del Estado y otros factores nos llevan a atender el decimocuarto desafío: reducir el riesgo país, el cual recoge la percepción de los agentes externos considerando algunos criterios, especialmente de carácter político, económico y social; nuestro riesgo país ha alcanzado la barrera de los dos mil (2.000) puntos, en gran medida por la inestabilidad política que vivimos, la falta de consenso entre los diversos actores políticos e institucionales, la inseguridad, y los limitados logros económicos de los Gobiernos y la preocupación permanente sobre quienes dirigirán el rumbo de la nación en los próximos años.
El resguardo de la reserva internacional se convierte en el decimoquinto desafío por enfrentar, ya que surge el preocupante interés de “tomar” una parte de la misma, cuando por normativa legal no es posible. Cabe recordar que la reserva pertenece a los ciudadanos, los bancos, los Gobiernos seccionales, entre otros, y que el Banco Central del Ecuador es su administrador, más no su dueño.
Los desafíos siguen… Como decimosexto y decimoséptimo desafíos tenemos fomentar la investigación, la innovación y el desarrollo en aras de mejorar las capacidades productivas del país, para de esa manera generar un mayor dinamismo en los sectores productivos. Se debe conjugar una mayor interacción de la academia con las empresas en un adecuado entorno que se genere desde el Gobierno contando con alianzas público-privadas (un punto importante para impulsar el crecimiento económico).
El decimoctavo desafío consistirá en reducir las tasas de interés, y que no se logra por decreto. No. Se logra a través del impulso a la competencia, por lo que la internacionalización del sistema financiero será importante.
La atención al fenómeno del Niño es el decimonoveno desafío, pues su impacto se prevé será duro, evidenciado en potenciales inundaciones que afectarán a la producción agrícola y las vías, y generará desplazamientos migratorios –probablemente, constantes en algunos casos–. Eso a su vez, afectará al consumo interno (desabastecimiento de productos y su encarecimiento), la recaudación tributaria disminuirá y el desempleo aumentará.
Finalmente, el último desafío (el 20), y que producirá importante atención por parte de los otros, redunda en alcanzar el fortalecimiento de la dolarización. La dolarización ha permitido darle sostenibilidad a la economía ecuatoriana, a pesar de las diversas adversidades que el país ha atravesado y que no hemos sabido aprovechar porque no se han realizado las reformas estructurales requeridas para obtener más beneficios de este esquema monetario.
Los desafíos están vigentes desde hace muchos años, y aunque el próximo Gobierno durará menos de año y medio, es importante que siente las bases para el futuro que todos queremos.