Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino» Apocalipsis 6:6
Este fragmento, del libro del Apocalipsis de la Biblia, muestra que al Apóstol Juan, una voz sirviendo de mensajero le vaticinó claramente, como la hambruna azotará a la humanidad en el fin de los tiempos según el cristianismo. Ese anuncio, que lo refleja la figura del jinete del caballo negro con su balanza, afirma que esta vendrá por una súbita subida de precios y escasez de los alimentos de primera necesidad, además de sugerir, el ser racional en el consumo de los que no se verán tan afectados «aceite y vino».
En paralelo con nuestra realidad y guardando las líneas de respeto que se merece. Muchos, servimos también como simples mensajeros así como la voz, vaticinado sobre la crisis económicas que se gestaba en el fondo. Nuestro mensaje era; que la cuarentena obligatoria mal llevada o extendida más de la cuenta, crearía una destrucción empresarial sin precedentes, lo cual hacía necesario buscar modelos más flexibles para detener el virus sin asfixiar a la economía. Aunque siendo honesto, solo recibimos ofensas por decirlo pero, era mayor el miedo a la peor consecuencia que trae una crisis económica tan profunda como esta; la hambruna.
Lastimosamente, la confirmación del mensaje lo hizo la ONU, al nombrar como una hambruna de proporciones bíblicas al informe emitido por el Programa Mundial de Alimentos (PMA); donde ha calculado que, el impacto económico de la pandemia del nuevo coronavirus durante 2020, expondrá a la inseguridad alimentaria severa a 265 millones de personas, casi el doble de los registros del año anterior, cuando se contabilizaron 135 millones. Esto, en cálculos más simples, son cinco veces y media la población total de Colombia.
Realidad innegable.
Este desgarrador futuro próximo, era uno de los escenarios más temidos cuando escuchaba a los políticos populistas de este país pregonar que; “primero salvamos la salud y después la economía; porque la economía se recupera”. Una acción egoísta y totalmente irresponsable, que sólo estaba justificada por sus ansias de ganar algo popularidad. Con eso, embaucaron a muchos que los siguen apoyando en incluso ideas tan locas, como la de apagar la economía por tres meses. Totalmente delirante, pero ya hoy se empieza a evidenciar la locura que significa eso y las oscuras intenciones de los que lo propusieron.
Por otro lado, toda vida vale, eso es indudable y aunque no pretendo hacer una comparación. Si deben saber, que de solo fallecer el 1% del total de la población en riesgo, por la inseguridad alimentaria, estaríamos hablando de 2 millones 650 mil almas condenadas. En contraste, hasta el día de hoy, 30 de abril de 2020, van fallecidas por coronavirus en el mundo; 227.940 personas. Dejare estos datos a su consideración, ya que me abstengo rotundamente a adjudicar me algo tan delicado, como la siguiente decisión de la sociedad ante este problema de magnitudes bíblicas y nunca mejor dicho. Pero si los invito a la reflexión para juntos, encontrar la solución que atienda ambos problemas.
Lo que sí es seguro.
Quedarse inmóviles por el miedo, no solucionara nada. El hambre ya viene, y con ella, todos los problemas sociales que nacen de su existencia. Por lo que es imperante también, cuestionar todos los actos de nuestros gobernantes. Con este nueva problemática, no nos podemos dar el lujo de caer en los falsos profetas que se alzan durante las crisis. Ello, sólo nos condenaría más, en lo que en sí, ya es una situación dramática.
Tampoco duden que debemos, de la mejor manera, reactivar la economía en pleno. Es nuestra única arma para mantener el flujo de alimentos, los productos de sanidad y garantizar la generación de ingresos para las familias, porque es falso y soy categórico en esto, que exista subsidios permanentes o planes de gobiernos que nos incluya a todos, para salvarnos milagrosamente.
A lo que señalo, por último; que así como la economía es nuestra arma, la solidaridad natural del ser humano es nuestro escudo en estos tiempos oscuros. Pero ¡cuidado! Incluso a ella, la han usado como bandera para politiquería, como lo señalé en mi articulo «solidaridad de una sola vía». Por eso, me refiero exclusivamente a ese sentimiento innato que todos tenemos, y nos motiva ayudar al prójimo. Ignoren por completo, les suplico, lo que cualquier político quiera imponer, arbitrariamente, como definición de solidaridad.
Por mi parte, solo puedo concluir que…
Galopante, temido y despiadado; viene hacia nosotros, el jinete del hambre. Anunciando una prueba mucho más dura para la humanidad, que la puesta por el Covid 19.