Nota:
Esta es la cuarta entrega de un especial dedicado a develar las intenciones de la izquierda colombiana y de sus más representativos partidos-movimientos políticos. Para poder comprenderla mejor, es recomendable leer las tres primeras:
Desde tiempos inmemorables; La leyenda del Caballo de Troya ha sido reproducida en numerosas obras literarias y artísticas. Retratada magistralmente por los autores griegos Homero y Virgilio, en sus obras cumbre La Odisea y La Eneida, respectivamente, como su mismo nombre lo indica; consistió en un monumental artefacto de madera con forma de caballo, el cual fue usado por el ejército aqueo como estrategia para introducirse en la ciudad fortificada de Troya. A la llegada de la noche, los guerreros que allí se resguardaban; salieron del caballo, asesinaron los centinelas de la ciudad y abrieron sus puertas para permitir la entrada del resto de las tropas aqueas, lo que condujo a la caída definitiva de Troya. Así como el Caballo de Troya fue un artilugio empleado para echar abajo toda una ciudad, existen personas y/o movimientos que operan bajo el mismo patrón; con el fin último de destruir el Estado colombiano.
Así como el partido político Colombia Humana es hablar también de Gustavo Petro, o el Polo Democrático Alternativo hace referencia inmediata al senador Jorge Enrique Robledo, la Unión Patriótica de Colombia nos vincula inmediatamente a una mujer: Aída Avella. No se trata por supuesto de cualquier mujer, sino de una que, desde que ingresó al terreno de la política, se ha movido en ella con el fin último de abonar terreno fértil para instaurar la tan anhelada distopía comunista de los miembros del Foro de São Paulo y la Internacional Socialista. Si bien su objetivo no se ha satisfecho aún, nada de lo hecho hasta ahora ha sido en vano. Por supuesto no ha obrado sola, pero la capacidad de perennemente salir airosa, hacen que siempre, siempre, los que defendemos la libertad del individuo radicalmente, debamos no quitarle los ojos de encima. Aída Avella es nuestro Caballo de Troya: La Dama de Troya.
¿QUIÉN ES AÍDA AVELLA?
Aída Avella Esquivel proviene de una familia boyacense, de específicamente el municipio de Sogamoso, cuya orientación política es “liberal”. Nació el 23 de agosto de 1949 en dicho lugar y es egresada del programa de psicología de la Universidad Nacional de Colombia, institución en la que, siendo todavía alumna, estuvo adherida a su movimiento estudiantil y a la Juventud Comunista Colombiana (JUCO). Sus nexos con estas organizaciones sentarían las bases de su proyecto de militancia política.
Culminados sus estudios de pregrado, ingresó al Ministerio de Educación de Colombia y se unió al mundo sindical. Gracias a ello, llegó a la Federación Nacional de Trabajadores del Estado (FENALTRASE), la cual reunía a todos los sindicatos del sector público colombiano. Estando allí, se dedicó a fundar nuevos sindicatos y reactivar los que estaban moribundos, como los de Caprecom, los Ministerios de Educación y de Hacienda, el Fondo Nacional del Ahorro, Medicina Legal, entre otros.
Sobresalió como líder del Paro Cívico Nacional (1977) emprendido contra el Presidente de aquel tiempo: Alfonso López Michelsen, y en 1985, contribuyó a la creación del que fuese hasta ahora, su principal proyecto político y profesional: la Unión Patriótica (UP).
LA UNIÓN PATRIÓTICA ¿EL PRIMER BRAZO POLÍTICO DE LAS FARC?
El partido político Unión Patriótica (UP) se creó en 1985 como resultado de los acuerdos de paz firmados entre el gobierno de Belisario Betancur y la comandancia de las FARC (La Uribe Meta, 1984). El dialogo político en mención, abrió la posibilidad para la creación de un nuevo movimiento que le permitiera a la insurgencia ejercer política de formar legal; con garantías e intensión de acceder a cargos de elección popular que los favoreciera incluso, para poder gobernar.
Es así como la UP incursiona en las plazas públicas con la idea de consolidar una apuesta distinta a la de las entonces fuerzas políticas tradicionales –los partidos políticos liberal y conservador–. Defensores a ultranza de los recientes “acuerdos de paz”, tenían entre sus propósitos “materializar la apertura democrática –slogan con el que se mantienen hasta el día de hoy– en una nación cuya limitada visión de la política no consentía otro punto de vista sobre el manejo del Estado” y reivindicar TODAS las “luchas sociales” –luchas que, decididamente, hacían ver como sólo suyas–. De entrada, ya se podía contemplar que sus intenciones iban más allá de todo esto que se lee hasta bonito.
Con la promesa de gobernar para “el interés de las mayorías excluidas”, la UP supera sus expectativas y obtiene un significativo apoyo electoral en los comicios de 1986. Disputando concejos municipales y diputaciones departamentales, alcanza la no despreciable cifra de 300.000 votos, consiguiendo así: 19 diputados, 286 concejales y una bancada de parlamentarios.
¿Quiénes militaban allí?
La conformación del entonces naciente partido político; era bastante diversa. Estaba compuesta por exintegrantes de las FARC-EP y del Partido Comunista Colombiano (PCC), así como de exlíderes tanto de los partidos tradicionales como de otros movimientos políticos afines a la izquierda. Posteriormente, en 1987, ante la fractura de los acuerdos de paz, las FARC se retiran oficialmente del partido, con lo cual la UP adquirió “independencia del grupo guerrillero”.
¿Terrorismo de Estado? O ¿Una estrategia masiva para acabar con Colombia?
Desde sus inicios, líderes, participantes y simpatizantes de la UP, experimentaron muertes violentas en toda Colombia, catalogadas por algunos como “el peor crimen político de la historia reciente del país” (CNMH, 2008, pág. 16). Fue tal la magnitud de las muertes, que en 1994, Aída Avella denunció ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU el asesinato de 2.339 militantes de la UP (Romero Ospina, 2012, pág. 143).
Sin embargo, todo esto no puede considerarse como un cúmulo de hechos aislados. No se puede olvidar que jamás fueron claros los mecanismos para hacer efectivos los acuerdos de paz de 1984. Según informó la Revista Semana en este artículo de 1997, el gobierno colombiano alegó que las FARC-EP no sólo nunca cesaron sus acciones ofensivas sino que extendieron el secuestro y la extorsión, al tiempo que fomentaban la formación de nuevos frentes guerrilleros. Las FARC, por su parte, sostuvieron que para la época, la estrategia del gobierno no estaba orientada a crear un ambiente positivo para sus intereses –curioso, porque en estos tiempos, gran parte de actores involucrados, y en especial sus disidencias, continúan diciendo lo mismo–. Finalmente, lo que sepultó las últimas esperanzas de una paz negociada, fue la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 en noviembre de 1985.
Entonces ¿Las muertes sistemáticas en contra de líderes, participantes y simpatizantes a la UP, se debieron al ejercicio de acciones inherentes a la guerrilla de las FARC? O ¿La misma guerrilla fue la que propició que esto ocurriera, y extrajo réditos políticos para que dicho partido político pasara a la historia como víctima del conflicto en Colombia? Dado el para nada espontáneo origen de la UP y el innegable hambre de poder que siempre ha manifestado la izquierda socialista colombiana, al respecto, existen otras versiones.
Las verdaderas intenciones de su creación
Según el periodista Ricardo Puentes Melo, la UP nace como “una concesión macabra del gobierno de Belisario Betancur para los terroristas de las FARC, pues, rápidamente a su creación, se le unen el Partido Comunista Colombiano (PCC) y otros movimientos sindicales y de izquierda”.
Particularmente, lo creo así, ya que, a poco tiempo de operar en política, se empezó a hacer la tarea para la cual la habían concebido las FARC y el PCC: servir como instrumento “legal” para que la insurgencia llevara a cabo su labor de adoctrinamiento y captación de nuevos miembros para sus milicias urbanas y tropas en los montes, con la discreción y el velo de un partido político legitimado.
Puentes Melo, en este artículo de 2014 para el portal Periodismo sin Fronteras, dijo que:
“la UP jamás fue la manifestación de la buena voluntad de los terroristas. Nunca fue cierto que la UP fuera la organización para demostrar gestos de paz de los bandidos, ni mucho menos buscaba la «reconciliación» con los colombianos. La mayoría de los miembros de la UP no eran más que bandidos y auspiciadores del terrorismo, instrumentos para encubrir, espiar militares, planear masacres, desviar recursos públicos para las FARC y servir como banderín de lo que en esa época ya llamaban «la tercera vía de la democracia» (…) Mientras las FARC seguían cometiendo sus crímenes, la UP actuaba sobre la población civil con un discurso de reivindicación pacifista por la igualdad y los derechos humanos.
La UP siempre actuó bajo el amparo armado de las FARC y las directrices del Partido Comunista. Los tres eran cabezas de la misma Hidra. Incluso, en varias regiones del país, quienes conminaban – fusil en mano– a la población civil para que integraran la UP, eran bandidos armados de las FARC: Los Frentes 14 y 15 fueron especialmente efectivos en esta labor.
Así, actuando como un solo cuerpo –que lo son–, mientras las FARC seguían con sus atentados, asesinatos y secuestros, la UP denunciaba a los cuatro vientos supuestas agresiones del Ejército y «la extrema derecha» contra el proceso de paz de Betancur. El periódico VOZ, órgano del Partido Comunista –medio de estos criminales para colocar en sus páginas la lista de sus opositores para ejercer como sicarios–, reproducía los comunicados de los terroristas y falseaba información que algunos grandes medios reproducían como cierta. Actos cometidos por las FARC contra sedes de la misma UP eran denunciados como hechos cometidos por el Ejército como parte de «una guerra sucia» para exterminar a los miembros pacíficos de la UP.
Un ejemplo de estos burdos montajes para criminalizar al Ejército fue el caso de finales de 1985, conocido como Las Cañas, la vereda donde ocurrió un enfrentamiento en el que los bandidos atribuyeron al Batallón Voltígeros una «masacre» de 22 guerrilleros y un «civil al que el mando militar hizo aparecer como guerrillero muerto en combate». Dijeron los hampones que el Ejército había emboscado a estos guerrilleros que iban pacíficamente a hacer una labor humanitaria en pro del proceso de paz. El periódico VOZ regó como pólvora esta falsa acusación y los medios de comunicación extendieron la calumnia a nivel internacional.
La verdad de lo ocurrido es que un comando de las FARC había llegado hasta el sitio luego de atacar a unos trabajadores reunidos en Currulao. Un poco más tarde, el Ejército, que patrullaba la zona, encontró a los bandidos en la vereda Las Cañas, donde se produjo el enfrentamiento que dio de baja al «comandante Otoniel González» y otros 22 terroristas.
Los terroristas abatidos fueron enterrados cerca del lugar del enfrentamiento con una placa conmemorativa que destacaba «el valor y el heroísmo» de los bandidos. (…)”
De acuerdo con esto, la terna conformada por la UP, las FARC y el PCC, no sólo se ha encargado de falsear hechos, sino que también ha montado falsos positivos para acusar al Ejército de las masacres que al parecer, ellos mismos cometieron. Esto tiene mucho sentido, más aún por las denuncias efectuadas por Aída Avella ante diferentes ONG y la Comisión de Derechos Humanos de la ONU; en virtud del “genocidio político” de su grupo.
Entre otros, varias acusaciones de masacres han recaído sobre los hombros de los principales cabecillas de la UP, las FARC y el PCC en Urabá y Bogotá. A saber: Manuel Cepeda –padre de Iván Cepeda y quien fuera Representante a la Cámara por la UP–, Ovidio Marulanda, Álvaro Vásquez del Real –este último miembro del Comité Central del Partido Comunista y que fungía como emisario autorizado de las máximas autoridades de las FARC para todos sus planes criminales–, y desde luego, nuestra Dama de Troya.
EL ASCENSO POLÍTICO DE AÍDA AVELLA
Pese a las circunstancias previamente descritas, Avella Esquivel continuó trabajando como líder sindical, formando parte del comité ejecutivo de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la mayor central sindical del país. Y en 1991, llega a la Asamblea Nacional Constituyente, elegida en la misma lista con el excanciller conservador Alfredo Vázquez Carrizosa. Allí, perteneció a la Comisión Primera, donde trabajó sobre todo temas de derechos humanos y el rol de los militares, junto con Misael Pastrana, Diego Uribe Vargas, Augusto Ramírez Ocampo, Horacio Serpa, Álvaro Leyva y Juan Carlos Esguerra.
Ese mismo año, asume la dirección de la UP, meses después de que fuera asesinado su candidato presidencial Bernardo Jaramillo Ossa. Luego, fue concejal de Bogotá durante dos períodos después de la Constituyente, y con la segunda mayor votación.
EL EXILIO
Avella Esquivel permaneció como concejal hasta que, el 7 de mayo de 1996, salió ilesa de un atentado con bazuca en plena Autopista Norte de la ciudad de Bogotá. Razón por la cual, abandonó el país.
Durante los siguientes diecisiete años, residió en Ginebra (Suiza) dedicándose a apoyar reclamos y pleitos del sindicalismo en organismos como la Organización Internacional del Trabajo, a la que accedió gracias a sus vínculos con la Federación Sindical Mundial (FSM).
SU RETORNO
La Dama de Troya regresa a Colombia en noviembre de 2013 para asistir al Congreso de la Unión Patriótica. Cabe destacar que el movimiento vuelve al escenario político colombiano no hace mucho, específicamente, seis meses antes, debido a un fallo del Concejo de Estado, en el cual se reconocía que el partido había perdido su personería jurídica por no tener físicamente candidatos. En ese evento, la UP designa a Avella como su candidata presidencial.
Avella Esquivel hace campaña durante tres meses hasta que, a un día para que se venciera el plazo de inscripción de candidaturas, la UP y el Polo Democrático Alternativo llegan a un acuerdo programático que la convierte en la fórmula vicepresidencial de Clara López. Al final, obtuvieron cerca de dos millones de votos, quedando en cuarto lugar. En 2015, se lanza nuevamente al Concejo de Bogotá como cabeza de la lista de la UP, pero a pesar de obtener la mayor votación de su partido, no logra su cometido.
LOS ACUERDOS DE LA HABANA Y SU ACERCAMIENTO A GUSTAVO PETRO
En octubre de 2014, La Dama de Troya formó parte del tercer grupo de víctimas que viajó a La Habana para reunirse con los equipos negociadores de las FARC y del gobierno de Colombia.
¿Por qué razón Avella Esquivel siempre se encuentra en todo intento que convoque a la creación de una mal llamada “paz”? No resulta ser bastante cuestionable que alguien que ha demostrado desde siempre afinidad con el comunismo –aunque ahora lo disfrace–, los grupos insurgentes, y el sindicalismo ¿Esté siempre ahí? Corresponde considerar además; no echar en saco rato la obsesión casi patológica de la izquierda en insistir muy sutilmente con que su nuevo sujeto revolucionario sea la mujer. Aunque se podría decir que esto viene desde mucho tiempo atrás, pues en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), Friedrich Engels afirmaba que “el burgués ve en su mujer un mero instrumento de producción, no sospecha siquiera que el verdadero objetivo que perseguimos –los comunistas– es el de acabar con esa situación de las mujeres como mero instrumento de producción”.
Para el año 2018, Avella Esquivel se lanza al Senado como parte de la “Lista de la Decencia”, integrada por su partido, así como por la “Colombia Humana” de Gustavo Petro, el MAIS y la ASI. Resultó elegida con 57 mil votos, siendo la segunda votación más alta de la lista después de la de Gustavo Bolívar. Actualmente, Aída Avella se desempeña como senadora, destacándose por plantear proyectos medioambientales, de apertura democrática –ya viejo y curtido slogan de la UP–, y a favor de los “derechos de los trabajadores” y de garantías para la continuidad del proceso de paz con las FARC –el trabajo para el que desde sus inicios en política, fue designada–.
El sello de una alianza
El 6 de junio de 2019, los movimientos políticos “Colombia Humana” y UP deciden unir sus fuerzas conformando una alianza político-electoral para enfrentar juntos los próximos comicios, tanto regionales (2019) como legislativos y ejecutivos (2022). En esta circular, ambas organizaciones políticas dejan claro que la alianza puede prolongarse en el tiempo, según la voluntad de sus integrantes.
Con esto, se reafirma el peligro inminente que constituye el megalómano Gustavo Petro para Colombia, puesto que el que evidentemente fue creado como brazo político de la insurgencia para dinamizar su labor adoctrinadora y violenta, la UP, ahora respalda a un exguerrillero que se muere de ganas por instaurar un régimen comunista en Colombia. Tanto así que, la UP desde el perfil de Twitter de Aída Avella, anunció oficialmente el pasado 30 de agosto que apadrinará su precandidatura presidencial para 2022.
La alianza entre UP y Colombia Humana se debe, entre otras razones a las innegables, a que el movimiento del megalómano Petro no cuenta con personería jurídica para avalar candidatos, por lo que sus aspirantes se inscribieron con el reconocimiento del partido político que dirige La Dama de Troya. A su vez, el VII Congreso de la UP, aprobó también la candidatura al Senado de la misma Aída Avella.
REFLEXIÓN FINAL
Nuestros lectores se preguntarán ¿Qué sucedió con las acusaciones en contra de los dirigentes de la UP, las FARC y el PCC, por las masacres de las que se habló con anterioridad? Pues lo cierto es que la mayoría se conservaron en la impunidad, a otras le concedieron un plebiscito negociado y robado de frente al pueblo para proporcionarle blindaje jurídico, y, los que pagaron parte de esas culpas, fueron indultados luego por el expresidente Andrés Pastrana durante Los Diálogos de paz del Caguán.
La verdad está dicha: La UP, las FARC, y el Partido Comunista Colombiano, básicamente son la misma basura. A ellos, súmenle otros partidos políticos de izquierda que carecen de personería jurídica y reconocimiento nacional; y se obtendrá el panorama ideal para que el más oscuro engaño populista pueda materializarse aún más y hacerse al poder en Colombia ¡Y eso, que esto tan solo es un abrebocas! Basta con observar todas las organizaciones políticas que convergen en el Foro de São Paulo; para entender que todos los allí afiliados son sino un montón de canallas que le quieren hacer creer al ciudadano de a pie, que ese, es el mejor camino para Colombia y toda Latinoamérica. Tanto así, que alguna vez, Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”, aseguró hablando de las barbaridades cometidas por las FARC –junto con la UP y el PCC–, que “Nos sentimos orgullosos, no nos arrepentimos ni siquiera por un instante de lo hecho. Y jamás vamos a hacerlo”.
REFERENCIAS
[1] Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2008). Todo pasó frente a nuestros ojos: El genocidio de la Unión Patriótica 1984-2002 (1ra ed.). (M. V. Duque López, Ed.) Bogotá, Colombia: CNMH.
[2] Romero Ospina, R. (2012). Unión Patriótica: Expedientes contra el olvido (2da ed.). (C. González Posso, R. Romero Ospina, & J. C. Jiménez, Edits.) Bogotá, Colombia: Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.