Aunque sea mil y una veces juzgado por lo que diré, en definitiva, quien vive diciendo que: “lo material se recupera”; es alguien que nunca en su vida ha sentido la horrible presión en pecho de ver todo su sacrificio, su esfuerzo y su vida hecha literalmente cenizas.
Uno de los pensamientos más absurdos y empobrecedores –que incluso me enfurece– que tiene la mayoría de la sociedad colombiana; es el de menospreciar los bienes materiales. Es un pensamiento muy tóxico y que, en parte, puede influir muy negativamente en el desarrollo económico de una persona.
Todo este tema, no negaré que me nace por los estragos económicos provocados por culpa de la cuarentena y los destrozos causados en las diferentes marchas. Pero realmente no quiero resaltar las causas, sino por primera vez, analizar y mostrar los efectos; y el porque el libertarismo defiende tanto a la propiedad privada.
UNA PARTE DE TI
Tu libertad, va más allá del imaginario de no tener un amo que sostenga con fuerza una cadena amarrada sobre tu cuello. Todos los individuos que habitamos en este planeta, tenemos sueños y metas que queremos cumplir para sentirnos felices, tranquilos o realizados. Tú, en tu libertad, has escogido esos sueños y metas; pero además de compartir eso, también compartimos la necesidad de recursos físicos para realizarlas.
Es ahí donde la propiedad privada se vuelve la herramienta indispensable para cumplir tus sueños. Pero para no perdernos en teorías, hagamos un ejercicio mental. Supongamos que quieres ser un panadero de renombre, por ende, lo primero que tienes que hacer es saber cómo hacer un pan. Lo que obligatoriamente te guiará a necesitar insumos tales como harina, leche, levadura, entre otros. Estos son necesarios porque necesitas practicar, además del tiempo que te exigirá dicha práctica.
Avanzas y dedicas ocho horas diarias a un trabajo diferente para tener los recursos económicos necesarios para seguir practicando. Día a día, en tus horas que deberían ser de descanso, practicas y haces cinco o diez panes con mucho detalle y minucia para que satisfagan esa perfección que te has idealizado. Un día, después de tanto esfuerzo y dedicación, logras esa receta que te brinda ese pan perfecto que quieres vender. Esto te entusiasma, porque la propia naturaleza de tu primer logro, aflora en emociones como expectación, felicidad y la más importante de todas; esperanza.
LO QUE PONES EN RIESGO
Esa receta que te inventaste, la pusiste a prueba con tus amigos y familia; encantándole a todos. Esa reacción positiva es la que esperabas para tomar la difícil decisión de poner –como dice una expresión popular– “toda la carne en el asador”. Sales a buscar nuevamente insumos necesarios para poner tu propio negocio en marcha y una vez más, es la propiedad privada tu mejor aliada. Ella es el local donde te pondrás: los hornos, las vitrinas, de nuevo la harina y también la mantequilla.
Pero ¿Que has dado hasta ahora para tener todo ello? Has puesto dinero, esfuerzo, trasnochos, sacrificios, el dejar de complacer tus gustos y por si fuese poco; la estabilidad financiera que te brindaba tu salario. Pero no importa, has logrado –hasta ahora– parte de tu sueño. Eres un panadero.
UN HIJO MÁS
Dar ese primer paso es importantísimo, pero lastimosamente es sólo eso; un primer paso. Luego de ser impulsado por el miedo de evitar que todo fracase, redoblas los esfuerzos. Te capacitas, empiezas a cuidar las finanzas, velas porque todo este limpio y ordenado; todo para ofrecer el mejor servicio que puedas dar. El negocio crece y con ella tu propiedad, porque sabes que entre más tengas en función de tu trabajo, serás mejor y mucho más reconocido; entonces reinviertes.
Pero cuidado, no todo es material, porque no todo lo hacen las máquinas; necesitas de otras personas. Entonces contratas a otros, que muy posiblemente como tú, están sacrificando ocho horas de trabajo o más; para tener los recursos financieros necesarios, para adquirir los recursos físicos –propiedad privada– que le permitan cumplir sus sueños o metas; cuales quieran que estas sean.
LO QUE ALGUNA VEZ FUE UNA ILUSIÓN
Toda esa propiedad privada se vuelve tu robusto y sólido presente. Han pasado diez años y aún con todos los vaivenes que uno sufre a lo largo de su vida, has tomado las decisiones correctas y por ello, tu negocio sigue vivo y brindándote esa satisfacción de haber creado tanto; literalmente de la nada. No contento con lo anterior, has brindado oportunidades de empleo a quienes lo necesitan y apenas inician ese largo camino que has recorrido. Tienes una vida cómoda, no como para despilfarrar dinero en mansiones, pero si te permite pagar la universidad de tus hijos, darte por fin esos gustos que tanto te prohibiste durante tantos años y pagar todas las deudas que has adquirido.
Pero debes seguir creciendo y todavía tienes fuerzas para luchar y entonces…
Un día todo acaba
Para evitar que este artículo se pierda en discusiones políticas banales, no señalaré una causa especifica; y te dejo a ti la razón más frecuente y creíble para que el desastre suceda en nuestro país. Pero continuemos…
Un día, llegas a tu local, ese lugar donde han surgido los recursos necesarios para cumplir todas las metas y sueños que tuviste. Ves en cenizas –o también clausurado– esa parte importante de tu vida; y es así, no por tu “ambición” o tu “apego a las cosas materiales”.
Es así porque has puesto toda tu vida en ese negocio, y duele ver como todo por lo que has luchado se ha esfumado de un día para otro.
Es una sensación de vacío, frustración, asfixia, angustia y dolor…
Creo que, la mejor forma de culminar el resto de este artículo, es que vean a un ser humano; quien ha tenido que sufrir esto.
Contexto
Debido a la estricta cuarentena puesta en México para ciertas empresas, un dueño de un restaurante se despide de sus empleados –entre lágrimas–, debido a que no cuenta con la liquidez para seguirles pagando su salario. Además de no saber si la empresa sobrevivirá.
Debido a temas de copyright sólo he decidido colocar este fragmento, pero pueden buscar el video completo en la plataforma de YouTube.
PARA REFLEXIONAR
El derecho a la propiedad privada es algo que va más allá de la miope visión de ser un materialista. Los bienes materiales que nos rodean; están ahí porque han representado o una función, un beneficio o incluso una felicidad en nuestras vidas. En otras palabras, la propiedad privada es una extensión elemental y necesaria para una vida feliz; y protegerla es literalmente proteger el tiempo, el esfuerzo y el trabajo del prójimo.
Pensar que “lo material se recupera” es la mejor forma de desperdiciar el corto tiempo de vida que tienes, y no es figurativamente hablando. La evidencia de ello, está en el estrago que el desplazamiento forzado ha traído en nuestro país; que no es más que la violación sistemática al derecho de propiedad privada de miles de campesinos. A los que dicen que “lo material se recupera” les digo, que, aunque exista la remota posibilidad que así sea, el tiempo y trabajo que pusiste para conseguir eso que se perdió; jamás volverá.