EL CAPITALISMO Y LA MENTE CREATIVA

Basta con mirar el suelo que pisamos y a nuestro alrededor; para darnos cuenta de la obra humana. La creatividad humana no deja de sorprendernos porque siempre ha venido expandiendo posibilidades. Sin embargo, la creatividad humana no en todos los tiempos de la humanidad se cultivó o se elogió; muchas veces, incluso se persiguió a quienes dieron muestra de ella.

En la época tecno-informática y globalizada en la que vivimos, la creatividad se busca y trata de cultivarse desde los primeros pasos educativos. Las innovaciones pueden conocerse casi al instante, y así, despertar el entusiasmo de otros creadores y personas a la expectativa. Esta creatividad, siempre relacionada con la inteligencia, nos ha permitido movernos por múltiples ámbitos de acción que a su vez han logrado expandir nuestros límites y nuestras fronteras como individuos viviendo en sociedad.

La creatividad humana expresada de manera multidimensional dentro de la acción humana varía; podemos hablar ciertamente de actuaciones creativas, como lo puede ser el resolver un problema no resuelto hasta el momento, plantear un nuevo interrogante, poner los cimientos de otro paradigmas, plasmar una obra de arte, componer una melodía con el lenguaje de la música o calmar una necesidad.

Precisamente, uno de los pilares del sistema socioeconómico capitalista es la creatividad humana.

El capitalismo es fundamentalmente un sistema basado en el ahorro y la previsión donde se dan intercambios cooperativos mutuamente beneficiosos de bienes y servicios; entre personas que habitan y operan en ciertos tiempos y espacios.

Como todo sistema, con el tiempo ha ido transformándose —desde el capitalismo industrializado de finales del siglo XIX hasta el capitalismo transindustrial, actualmente—; éste ha ido mutando según nuestra manera de actuar, siguiendo nuestras necesidades, deseos y posibilidades, de manera tal que las condiciones en las que habitamos han mejorado notablemente (Pese a la propaganda falaz y malintencionada en contra, por parte de los detractores encarnecidos de este modelo. La data, tanto teórica como empírica, da prueba de los logros del capitalismo).

El capitalismo se apoya en la solidez del dinero, la seguridad jurídica (la protección de la propiedad de las personas), los mercados libres de trabas burocráticas y la libertad de los seres humanos para perseguir sus propósitos de vida queriendo mejorar su condición y las de los demás. En efecto, posee sus complicaciones y defectos, pues emana de nuestra humanidad, pero, ¿Qué explica, en parte, que el capitalismo se haya consolidado plenamente, contribuya a la generación de riqueza y mejore nuestras vidas, es decir, que su impacto sea social? En buena medida, la llamada función empresarial.

LA FUNCIÓN EMPRESARIAL Y EL PROCESO CREATIVO EN EL CAPITALISMO

Se entiende por función empresarial aquella capacidad humana de reconocer las oportunidades de ganancia subjetivas en un entorno para obtener ventajas de ellas. Según el economista Israel M. Kirzner (1998 [1973]), este ejercicio implica que el actor humano cuenta con una perspicacia que le dotaría de la capacidad de darse cuenta –aumentar su campo de visión, diríamos– de lo que pasa a su alrededor para actuar en consecuencia.

La función empresarial o la empresarialidad –del latín in (pre)hendo-(pre)hendi-(pre)hensum– significa descubrir, ver, atrapar, para así poder proyectar, en el futuro, una mejoría que contribuya al rendimiento y la eficiencia de las acciones; en coordinación con la de muchas más personas o agentes socioeconómicos. La función empresarial es creativa cuando permite descubrir y elaborar nuevos entes o medios para conseguir que los resultados impacten y mejoren las condiciones de vida propias y de los demás.

Esta es justo la perspectiva que estudia la moderna Escuela Austriaca de Economía, la cual concibe los procesos de mercado como sistemas complejos dinámicos[1].

En el capitalismo, siguiendo al economista español Jesús Huerta de Soto (2015 [1992]), la creatividad empresarial es estimulada por la competencia que permite que se genere un proceso de descubrimiento consciente (e inconsciente) de señales, oportunidades e información que luego se va a transformar en conocimiento práctico aplicable porque va a estar diseminado, como si fueran retazos, bits de información, en la cabeza de hombres y mujeres.

Para el empresario, siguiendo la visión del profesor Huerta de Soto, «el futuro no es un porvenir, sino un por hacer», por lo que no puede ser estudiado con herramientas econométricas formales y estáticas, pues se entiende que el futuro en realidad «no está ahí», sino que es necesario esperar para verlo (lo que implica paciencia, prudencia y ahorro: valores de raíz protestante y liberal); el empresario debe crearlo cada día mediante su acción; descubrirlo con la información/conocimiento práctico que dispone.

De esta manera, se pondría en marcha un proceso –dinámico y espontáneo– por el cual, dentro del mercado capitalista, tienden a reacomodarse los desajustes preexistentes (malas inversiones, escasos factores productivos, descrédito, poco ahorro, entre otros) que impiden el correcto funcionamiento de este sistema de intercambio; estos errores, desajustes e irregularidades, son descubiertos y coordinados por los empresarios en un entorno de libertad, que respete los derechos de propiedad y la libertad contractual.

Esto, traducido, quiere decir que la función empresarial creativa permite dar cuenta de manera subjetiva e intersubjetiva de todos aquellos cursos de acción que pueden tomarse en la práctica para analizar el mundo de los hechos, creando posibilidades y alternativas que permitirían la consecución de objetivos particulares, por un lado, pero que luego, dadas unas circunstancias, generarían o representarían un valor social y económico si colman una necesidad o satisfacen un deseo del resto de personas en sociedad (que comenzarían a demandar).

La creatividad empresarial específica, digamos, dentro de un nicho de mercado, es fruto de la creatividad humana en general; las obras de visionarios, desde A. Graham Bell con el teléfono hasta Steve Jobs con los iPhone, pasando por el ingeniero A. John Fisher, el inventor de la lavadora moderna; la creatividad humana desborda cuando se trata de mejorar y optimizar, no sin esfuerzo, nuestras condiciones; artefactos y tecnofactos que posibilitan desde una mayor calidad y esperanza de vida, mejoras en la alimentación hasta el impulso de hacer realidad lo que décadas anteriores parecían meras fantasía y especulaciones en cuanto al futuro.

Es cierto que la creatividad humana rebasa con creces nuestro sistema capitalista imperante, pero la supervivencia de la eficiencia, ética, justicia y posibilidad del capitalismo es precisamente la capacidad del ser humano de innovar, que sabe que vive en sociedad con otros, que comparte y coopera para su bienestar físico y espiritual, junto al de los demás, superando los obstáculos y confusiones que se presentan en el camino.

Esto va más allá de la mera ganancia, la ambición y la avaricia mundana; en las sociedades capitalistas: empresarios, políticos y científicos han cooperado para fomentar el bienestar de la sociedad, y también es cierto que en buena medida sus actuaciones se han descoordinado y han terminado haciendo mucho daño.

LOS RETOS DE LA CREATIVIDAD: LOS RETOS DEL CAPITALISMO

Los retos para mantener la creatividad humana en el siglo XXI son esencialmente de carácter educativo.

A comienzos de siglo, el reconocido psicólogo cognitivo Howard Gardner (2011 [2005]), identificaba a la «mente creativa» como una de las «cinco mentes del futuro». Gardner se centró en la educación de los niños y los adolescentes. Así, según él, se deben tener en cuenta los siguientes puntos para educar y mantener una mente creativa:

  • Fomentar la curiosidad: Los niños se sienten naturalmente atraídos e intrigados por una amplia variedad de experiencias, fenómenos, temas y cuestiones, sin necesidad de que se les dé aliento o una recompensa. Por ello, hay que procurar que educadores mantengan un ambiente de exploración e imaginación en lo posible.
  • Consolidar modelos abiertos y flexibles: La tarea del educador consistirá entonces en mantener viva la mente y la sensibilidad del niño, de tal forma que puede haber una exploración que trascienda las aulas y esté en contacto con el exterior; así se irán creando problemas estimulantes, que permitan el aprendizaje por prueba y error, lo que implica que el equivocarse no suponga un castigo que penalice al niño.
  • Proponer diferentes soluciones: Con niños y adolescentes debería fomentarse el tener en cuenta formas alternativas de abordar los problemas que se presentan de maneras distintas, logrando así pluralidad de respuestas y soluciones a un mismo problema. Esto, lejos de inducir al relativismo, pretende que se permita la discriminación en contexto para poder llegar a tomar las mejores decisiones y dar con lo que se busca. Es crucial que se planteen entonces actividades ajenas a la rutina escolar; nuevamente, que se premie la innovación y se toleren los errores.
  • No descuidar la disciplina: Flexibilidad y modelos alternativos no implican el desorden y la falta de rigurosidad; antes bien, la fórmula consiste en que el educador fomente el afianzamiento de modelos y disciplinas que son básicas para solucionar problemas que permiten asimismo potenciar las habilidades en niños y adolescentes.

Siendo que Gardner sugiere que la creatividad humana tiene una base que le da estabilidad técnica y disciplinar, entiende que la mente creativa iría adherida a la «mente sintética», la cual se encarga de concebir, contrastar, superponer, comparar e integrar modelos, conceptos, ideas, teorías y narrativas. Esto permite que el pensamiento y la imaginación se articulen de forma armónica, de ahí que «algunas de las mejores creaciones surgen de un intento de síntesis, y una síntesis puede ser un gran logro creativo, sobre todo en el caso de las personas que no son expertas.» (Gardner, 2011 [2005], pág. 70).

No es casualidad que personas altamente creativas que hoy reconocemos, como Jeff BezosMark Zuckerberg o Elon Musk, se hayan educado bajo el modelo educativo Montessori, que permite la exploración y la libertad de los educandos para crear y comprender el mundo de forma creativa e imaginativa, brindándoles todo aquello que necesitan bajo unos parámetros igualmente básicos de convivencia y aplicación.

Así pues, con todo lo anterior, la mente creativa humana, siendo inherente a la función empresarial y siguiendo a Kirzner y Huerta de Soto, permite entender una parte de los procesos de mercado conformados por actores que descubriendo y conociendo, cooperando e intercambiando, van supliendo sus necesidades y deseos, mejorándose a sí mismos con los otros.

Así pues, no es ajeno que desde que vivimos en sociedades de mercado de corte capitalista –que puede empezar a tenerse en cuenta desde finales del siglo XVIII con la Revolución Industrial, casi dos siglos y medio–, los descubrimientos, avances técnico-científicos, e innovaciones varias, han ido aumentando exponencialmente en la misma forma en que las sociedades capitalistas han logrado usar la acumulación de capital para hacer frente a un futuro ciertamente incierto; buscando nuevas oportunidades, terrenos inexplorados fértiles para la explosión de creatividad, en una carrera que ha permitido a la humanidad superar sus obstáculos.

En suma, lo anterior ha contribuido también a la pacificación de las sociedades, pues el intercambio cooperativo y la división del trabajo (más bien, la división del conocimiento y de la acción, como diría L. von Mises) han hecho posible una especialización que atendiera las diferentes demandas de cada vez más personas, dejando a la expectativa el porvenir para aprovecharlo; esto ha favorecido el Gran Escape de nuestro estado depauperado de enfermedad, pobreza e incluso desigualdad, pues todas estas variables han venido reduciéndose sustancialmente (Deaton, 2015 [2013]; Queralt, 2018).

Hemos venido generando un bienestar para cada vez un mayor número de seres humanos; y nuestra creatividad innata ha contribuido enormemente.

REFERENCIAS

Deaton, A. (2015 [2013]). El Gran Escape: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad (1ª ed.). (I. Perrotini, & F. J. Trejo, Trads.) CDMX, México: Fondo de Cultura Económica.

Gardner, H. (2011 [2005]). Las cinco mentes del futuro (1ª ed.). (F. Meler Ortí, Trad.) Barcelona, España: Ediciones Paidós.

Huerta de Soto, J. (2015 [1992]). Socialismo, cálculo económico y función empresarial (6ª ed.). Madrid, España: Unión Editorial.

Kirzner, I. M. (1998 [1973]). Competencia y empresarialidad (2ª ed.). Madrid, España: Unión Editorial.

Queralt, J. (2018). Are Economic Liberties Basic Rights? En J. Brennan, B. van der Vossen, & D. Schmidtz, The Routledge Handbook of Libertarianism (1ª ed.). Londres, Reino Unido: Routledge & CRC Press.


[1] Para acercarse a la perspectiva sociológica y económica de la Escuela Austriaca de Economía, véase el libro del profesor Gabriel J. ZanottiIntroducción a la Escuela Austriaca de Economía (Unión Editorial, 2013 [2002]); y consúltese sus exponentes principales, desde Carl Menger(1840-1921), pasando por Ludwig von MisesF. A. Hayek y Murray N. Rothbard, hasta Jesús Huerta de SotoIsrael M. Kirzner y Hans-Hermann Hoppe. El lector encontrará un análisis económico y sociológico alternativo (basado en el individualismo/subjetivismo metodológico, y el carácter dinámico y complejo de las interacciones sociales en el mercado) al de otras escuelas de pensamiento económico, como por ejemplo, la neoclásica.

En efecto, el análisis socioeconómico austriaco reconoce como esencial cualidad de los seres humanos la capacidad de crear y de descubrir; de ello se sigue que éstos puedan apropiarse de manera privada de los frutos de su creación, de su descubrimiento y esfuerzo, por lo que la eficiencia de los procesos de creación y del descubrimiento surgen del respeto a la propiedad privada y la función empresarial. Lo dicho se sostienen gracias a una ética social basa en el «derecho natural» de apropiarse de todos los resultados de su actividad empresarial, porque si una persona no pudiera reclamar lo que ella crea o descubre, su capacidad de detectar oportunidades de ganancia: queda bloqueada, y por tanto, los incentivos para actuar. La coerción sistemática o asistemática a la acción humana obstruye la capacidad creativa y coordinadora.

David Santa
David Santa

antropólogo y psicólogo en formación. De tendencia liberal y humanista. Comprometido de manera desinteresado con la verdad y el conocimiento

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