Esta columna será un deshago que vengo aplazando por meses, y si no escribo sobre el fanatismo que predomina en redes y el maniqueísmo patético que lo fundamenta, terminaré cayendo en ostracismo… O en una eventual funa o cancelación por salirme de casillas y decir lo que no debo.
A veces reflexiono sobre lo que veo en redes y me pregunto: ¿Qué será lo que lleva a la gente a interactuar en RRSS de esa manera tan lamentable?, y créanme, siempre la misma respuesta llega a mi cabeza y seguramente más de uno se sentirá identificado con ella; así es, el vertedero en el que se han convertido las RRSS tiene su génesis en el fanatismo.
En Colombia, la “dicotomía” en materia política se materializa en lo que dicen dos personajes –Petro y Uribe– nada más, y sobre los fans más obstinados de esos dos es que pienso comentar algunas cosas en este escrito. Para dar estructura a mi terapia decidí soltar todo lo que tengo entre pecho y espalda sólo en el contexto colombiano; seguramente, después haga lo propio abarcando otros países y a otros ídolos de la escena política internacional. A continuación me dispondré a sugerir una definición, hacer un análisis muy breve de su forma de actuar, su perspectiva de la realidad y, por supuesto, mi postura frente a todo ello.
1. DEFINICIÓN DE FANATISMO
Para evitar ser señalado por “amañar” definiciones, me permito sugerir la que nos da la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Todas mis observaciones y conclusiones se sustentarán en atención a esa definición nada más.
2. URIBISTAS Y PETRISTAS: LOS EXPONENTES POR EXCELENCIA DEL FANATISMO MÁS RECALCITRANTE QUE PUEDE EXISTIR EN COLOMBIA
Antes de que empiecen los lloriqueos, haré una brevísima precisión. Acá no pretendo universalizar, pero si generalizar. En otras palabras, no hablo de todos los que adhieren a los postulados petristas o uribistas, sino de la inmensa mayoría que se comporta como gamines, como violentos y a los que se rehúsan a discutir con unos mínimos. Continuemos pues.
Si se habla de colectivos tóxicos, intolerantes y dogmáticos, toca sí o sí mencionar a los hermanos mellizos de distinto padre. Tanto los uribistas como los petristas se caracterizan por llevar en sus genes la agresividad primitiva, esa que no es sinónimo de vehemencia sino más bien de violencia rudimentaria. Su apasionamiento los lleva a hacer mucho ruido y a monopolizar el debate, el cual sólo se puede adelantar desde las opiniones y la ideología, pero no desde los datos y la sensatez, buena educación y altura.
Con estos fanáticos la discusión es muy básica y poco enriquecedora; ellos sustentan sus afirmaciones en opiniones, en el discurso sacro de su ídolo y en insultos fáciles. Ya sabiendo eso, es necesario comprender que una discusión con un fanático de la estirpe petrista o uribista no va a resultar en un aprendizaje ni mucho menos. Muy difícilmente pueden apoyarse en un dato contrastado, y si lo hacen, por regla general el dato está desactualizado o manipulado; y para concluir, ya sabemos que la vieja confiable de ellos, es calificarte como su contraparte para intentar deslegitimar cualquier crítica que hagas a sus líderes. Uribista que se respete, cuando va perdiendo la discusión y ve que se queda sin argumentos, te suelta la típica… “es que eres petrista”, y viceversa, el petrista suele llamarte uribista para “ganar” el “debate”. Son muy básicos.
3. LOS DEFENSORES DE LAS PAJAS MENTALES
Como dije antes, no todos los que adhieren a las ideas de Petro o de Uribe actúan igual; salvo contadas excepciones que comprenden que su político predilecto es humano y puede cometer errores, encontramos a los que por el contrario le conceden cualidades casi que divinas a sus ídolos del momento.
Si le preguntas a un uribista fanático sobre las extrañas relaciones del Estado colombiano con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), empezará a hacer todas las maromas semánticas imaginarias posibles para terminar reduciendo todo a un supuesto desconocimiento de Uribe sobre el tema –o sea, que todo se hizo a sus espaldas–, o peor aún, justificarán los crímenes de las AUC sólo porque luchaban con los otros delincuentes: los de las FARC.
Si le preguntas a un petrista fanático de dónde va a salir el dinero para aterrizar el Estado de bienestar que Petro les describe en el discurso, te responderán que con el dinero que se pierde en la corrupción –dan por hecho los muy inocentes que en el gobierno de Petro no habrá de eso–, y si les demuestras que con eso únicamente se podría tapar el hueco fiscal del sistema de pensiones, se vuelven un ocho. Recientemente a los fans de Petro se les expuso toda la evidencia posible sobre cómo emitir moneda resultaría en una inflación y en una devaluación de esta, y a pesar de eso siguen creyéndole a su ídolo por que sí.
Estos fans, tienen una extraña cualidad, una que les permite desconocer cualquier dato, cualquier cifra y cualquier evidencia contrastable, y no sólo eso; también, les permite poner cualquier situación o pronunciamientos –hasta académicos– por debajo de su ideología sectaria. En otras palabras, esta gente tiene un don maravilloso que les permite diseñar la verdad en atención a sus pajas mentales y no a otra cosa. Y cuidado se les cuestionas esa “verdad”, porque de hacerlo ya sabes que más allá de evidencia y datos, te responderán con tonterías de niño de colegio.
4. NO TODO SE RESUME EN ESOS COLECTIVOS
Aunque parezca algo loco –para los fanáticos–, hay personas que no resumen al país, sus problemas y las soluciones a esos problemas en Petro y Uribe. Si bien dichos personajes son la realidad electoral –más no política– de este platanal, también cabe mencionar que estos no logran convencer a un amplio sector de los votantes colombianos. Es más, para ser sinceros, ellos no han convencido totalmente a sus fans, pues resulta que una gran parte de sus feligreses los sigue solamente por ir en contra de su enemigo; hay uribistas que son eso no por creer ciegamente en Uribe, sino porque odian a Petro, y hay petristas que son eso no por creer en Petro ciegamente, sino porque odian a Uribe. ¿Si lo ven? Aunque se repudian, actúan parecido, muy parecido, de ahí que los entienda como mellizos de distinto papá. Por si se preguntan, la mamá de los dos bandos es la ceguera.
5. ¿Y DÓNDE VAN LOS LIBERALES ACÁ?
Los liberales serios, esos que tienen bases académicas y no electorales, entienden que integrar uno de estos dos bandos es contradictorio y por eso no entran al fango y se mantienen al margen. ¡Ya sé! Ya sé que hay “liberales” con manillas de Uribismo, pero esos no son liberales, esos son estatistas confundidos que ven en el liberalismo algo cool, pero hasta ahí. No conozco un liberal petrista, pero como van las cosas, sé que pronto saldrá uno por ahí.
6. CONCLUSIONES FINALES Y POSDATAS
No veo como un groso error creer en un político. Yo personalmente no pienso que eso sea lo más sabio, pero respeto que haya seguidores de Uribe y de Petro. Lo que si veo como un gravísimo error, es creer que el político al que sigues, va a resolver todos los problemas de este país sólo porque sí. También veo grave que la defensa a ese político sea pasional y carente de argumentos serios, y ni que decir de que la defensa se sustente en insultos y falacias del más bajo calibre.
El día en que los colombianos comprendamos que el fanatismo en gran parte hace responsable –no culpable– de todo lo malo que pasa acá, seguramente avanzaremos. El día que dejemos de votar por castigar, o por pasiones, y más bien votemos en atención a un análisis de las propuestas del candidato, ese día, ese bendito día, seremos mejor país.
Pdta. 1
Electoralmente los fans suelen perjudicar a su ídolo. Su odio visceral y sus falacias recurrentes, terminan generando más adversarios que adeptos.
Pdta. 2
¡Ojo con Alex Char! ¿Será que le salen fanáticos igual de repulsivos que los homenajeados acá?
Pdta. 3
Mi batalla personal es contra el estatismo, y veo estatismo en Uribe y Petro.
Pdta. 4
Liberales, sigamos haciendo lo que toca, y lo que toca es criticar lo que haga falta sin caer en levantar banderas que no nos corresponde levantar. Nuestro enemigo es el Estado grande e interventor, no simplemente la izquierda.
Pdta. 5
Ya sé que los uribistas me dirán petrista y que los petristas me dirán uribista. Son tan tiernos.
Pdta. 6
Tengo amigos y conocidos petristas y uribistas con los que se puede hablar, con los que incluso se puede aprender algo. Un saludo a ellos.
Pdta. 7
Fanatismo y dogmatismo van de la mano, de ahí que sea regla general que los fanáticos de este país tomen como cierto e irrefutable lo que dicen sus ídolos. Por la falta de autocrítica es que terminan haciendo el ridículo.
Pdta. 8
Fajardo y sus fans perfumados de buenismo también son lamentables.
Nada más triste que despertar y saber que al abrir alguna red social, la que sea, más allá de encontrar una discusión seria u opiniones fundamentadas, lo que predominará serán insultos, opiniones vacías perfumadas de señalamientos y poco más. ¿A ustedes nos les aburre eso? A mí personalmente ya me salieron callos, aunque no por eso creo que ese deba ser el transcurrir adecuado de la discusión que se gestiona desde las RRSS.
Las peleas en las redes parecen ser un muro alto y muy fuerte, y no sólo eso, sino que parece estar muy bien custodiado –al mejor estilo del de Berlín–, y si acaso pretendes omitirlo, los custodios del muro te inmovilizarán y buscarán la manera de que no pases su barrera absurda. ¿No les ha pasado que a veces observan que en tendencias hay un tema que quizás, a pesar de su irrelevancia, es casi imposible no verse tentado a opinar sobre este? Exactamente así, ocurre con las peleas de las que hablo.
¿Qué se necesita para que la gente entienda de una buena vez que lo políticos no son deidades salvadoras? ¡Un milagro! ¡Eso es lo que se necesita!