LA REGLA DE ORO DEL LIBERTARISMO

En tiempos de posmodernidad, la principal víctima de esta ola de barbarie es la verdad y, por supuesto, los conceptos como base para conocer la realidad. Se ha dicho mucho que es el libertarismo, o quitándole o poniéndole en exceso, desfigurando un concepto que, en vez de ayudar, confunde a nuevas generaciones de libertarios.

¿QUÉ ES EL LIBERTARISMO?

El maestro Alberto Benegas Lynch (h) nos dice que el liberalismo (en esta columna tendremos como sinónimos liberalismo y libertarismo, para no entrar en detalles innecesariamente largos): “es el respeto irrestricto al proyecto de vida de los demás”. Lo dicho, a su vez, se denota como una defensa irrestricta a los derechos individuales de toda persona. Este concepto va unido a otro muy conocido en el ambiente libertario: El Principio de No Agresión (NAP, en sus siglas en inglés), el cual se define como: “una postura moral, que afirma y reafirma la agresión como algo totalmente ilegítimo”. Es decir, cualquier ente, sea un individuo, una organización o el mismo Estado, no tiene derecho de agredirnos por ninguna vía. Y si le agregamos que “la libertad es el fin político más alto”, con este andamiaje puesto podemos empezar a saber que es el libertarismo.

Para hacer una delimitación mas justa de que es el libertarismo, podemos empezar a decir que no es éste: empezando que no es una filosofía de vida, no te dice como debes vivir tu vida, no es un código ético como actuar en cada situación y ámbito de vida; es sólo una filosofía política que estudia y prescribe acciones a partir de la relación entre los individuos y el Estado. Ya que este último es el monopolio institucional de la fuerza (mas allá si esta justificado o no, no es el tema en cuestión ahora), entonces siguiendo el NAP, la tarea principal del libertarismo es limitar las agresiones hechas por el Estado a los individuos. El único caso que se permite alguna acción violenta es a través de la defensa propia, única fuente legítima de agresividad hacia otros.

LA IMPORTANCIA DEL CONTEXTO

Todo esto visto, desde una visión limitada a lo político, nos presenta al libertarismo como una filosofía amoral (no hablo ni de inmoral ni moralista), lo cual, desde el punto de vista conceptual se encuentra bien fundamentado, pero en la práctica ya es otro tema. El ser humano no es de una sola dimensión; no es ni político, ni económico, ni cultural, ni ninguna otra dimensión sola. Es un ser multidimensional, por esa razón vemos que existen fines más importantes que la libertad, como la sabiduría, la felicidad y el significado, por mencionar algunos aspectos que rebasan los objetivos del liberalismo, que tienen que ver más con la ética, la filosofía y la fe.

Teniendo esto claro, se denota que el liberalismo nació dentro de una cultura que tenía lo que llamaremos un “Marco Común”. Estos son los valores éticos que comparte toda una sociedad en específico. La sociedad donde se forma esta ideología política es de carácter occidental, dentro de una ética y cultura cristiana –sean creyentes o no–, donde la vida es un valor supremo jerárquicamente encima de otros derechos naturales, a pesar de las fallas morales de cada persona o país. Se puede observar que personas con diferentes fundamentos filosóficos, como por ejemplo Ludwig von Mises (utilitarista), Milton Friedman (positivista), Friedrich Hayek (evolucionista), y hasta Murray Rothbard (iusnaturalista tomista), por hablar de economistas, y siendo todos agnósticos y/o ateos, todos a pesar de ciertas deficiencias individuales, compartían el mismo “Marco Común” del que hemos venido hablando. Sólo fue a partir de 1950, después de la era baby boom, que esos axiomas se rompen, en especial por la política cultural marxista gramcsiana, la Escuela de Fráncfort, y todo el andamiaje posmoderno y nihilista que, si bien no es nuevo en el pensamiento liberal, si tomó un auge increíble en la actualidad.

DIVERSIDAD DE OPINIONES

Hoy en día, en una era que no sólo la cultura cristiana es la dominante, sino ya dentro de múltiples cosmovisiones (como las filosofías orientales, el islam, el ateísmo y filosofías materialistas) que existen dentro de nuestras sociedades, y por ende, de la filosofía libertaria; podemos tener libertarios utilitaristas, hedonistas, ascetas, conservadores, progresistas, nihilistas y hasta de religiones exóticas como los santeros, o incluso satanistas. Eso no es un problema per se para el libertarismo, ya que el valor intrínseco a respetarse es el de no romper el Principio de No Agresión (NAP).

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La pregunta que nace de esta multiplicidad de cosmovisiones es: ¿si yo apoyo “x” o “y” filosofía, eso es compatible con el libertarismo? ¿Cualquier filosofía o regla de vida es compatible con el libertarismo? Y poniendo como ejemplos, podemos ver la profundidad de la pregunta: ¿Si yo apoyo la cultura japonesa y quiero vivir según sus reglas, va en detrimento del libertarismo? Otro ejemplo: ¿Si apoyo el hispanismo, junto con sus manifestaciones culturales como la tauromaquia, ello va en contra del “ideal libertario”? Otro: ¿Si apoyo una posición ateísta militante, y voy contra todo vestigio de fe religiosa, eso va en contra del libertarismo? Y por último, como contraparte: ¿Si yo soy cristiano evangelista, y mi cosmovisión esta basada en la Biblia, esto va en detrimento de la filosofía libertaria?

LA REGLA DE ORO

Existen reglas intrínsecas y externas para ver si una filosofía es compatible con otra. El primer principio intrínseco que tenemos para entender esto, es: el Principio de No Agresión. En esta columna vamos a presentar otro principio intrínseco (ya que en próximas columnas vamos a presentar principios externos para ver si hay compatibilidad entre libertarismo y diferentes filosofías de vida). A continuación, les presento lo que he llamado “La Regla de Oro del Libertarismo”:

“¿La promoción de una política determinada, hace crecer el poder del Estado sobre el individuo?”

Si la respuesta es NO, se denota que no incumple con los principios de la filosofía libertaria. Si tu respuesta es SI, es incompatible con el libertarismo y debería ser desechada, desde un punto de vista político.

PARA TERMINAR

Si bien este no es el espacio para determinar cuáles filosofías responden si o no a la pregunta previa, yo los dejo con la siguiente reflexión: si como libertario yo quiero saber la consistencia de mis políticas, en temas polémicos me tengo que hacer la pregunta de la “Regla de Oro” y juzgar a partir de ahí. Por ejemplo: ¿El matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, la adopción homoparental, la despenalización de las drogas, el feminismo y muchos otros temas álgidos rompen o no, la “Regla de Oro”?

Termino esta columna con una propuesta para ver si hay coherencia o no en el libertarismo de cada uno de nosotros, y poder, sin entrar en emocionalismo, falacias argumentativas ni manipulaciones, sino con bases objetivas, si el concepto de libertario es coherente o no con la cosmovisión de cada quien. ¡¡Tema profundamente necesario en este mar de confusiones que vivimos en la sociedad y el libertarismo en general!!

Otman Domínguez
Otman Domínguez

Venezolano. Economista de la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas Venezuela) especializado en Econometría y Evaluación de Proyectos para PYMES. Estudioso de la “Escuela Austriaca de Economía”. Miembro docente del Instituto Juan Calvino y locutor en la Radio Presbiteriana Reformada y candidato a Anciano Gobernante de la “IPR Pacto Eterno Chía”.

Jefe de operaciones (COO) y miembro fundador del medio digital libertario El Bastión, y miembro fundador de la Corporación PrimaEvo.

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