Margarita Rosa De Francisco es el ejemplo vivo de que el “mainstream” en Colombia está inclinado hacia la izquierda, y que muy distinto a lo que ella y sus aliados proponen, el discurso hegemónico gira en torno a la idolatría a Petro, a sus cualidades casi divinas concedidas por sus feligreses y a lo “políticamente correcto”. Margarita Rosa es, en otras palabras, la representación del zurdo colombiano, ese que posa de bueno y de superior sólo por manejar un discurso lleno de odio, de lucha de clases, de victimismo y de otras pajas mentales más que ella y los suyos se encargan de reproducir a diario en RRSS.
Margarita Rosa entiende de qué va todo esto; ella no es boba, y por eso al incursionar como columnista concluyó que no hay nada que dé más views que el resentimiento y el odio, de ahí que difícilmente pueda encontrarse en sus columnas una propuesta que resuelva algún problema del país. Lo que si abunda en sus líneas, y mucho, es ese discurso de la izquierda buenista: ese que por quedar bien es capaz de venderle el alma al diablo o de simplemente mentir. Ese discurso, ese bendito discurso es el que me hace verla de lejitos y de leerla con la nariz tapada, y no por su ideología, sino por la forma en que maquilla un modelo económico y un sistema político que nunca ha funcionado en ningún país del mundo, pero que ella entiende “porque ha estudiado mucho” de que con Petro si funcionará.
“La Niña Mencha” hoy es una de las defensoras a ultranza más fuertes del caudillo de la Colombia Humana. La mayoría de sus tweets y de sus columnas parecen ser un homenaje a Gustavo Petro; y no digo que esté mal rendir culto de esa manera, lo que si digo es que en medio de ese culto no puedes soltar perlas que induzcan al error del lector, o bueno, así debería ser por aquello de los escrúpulos –si se tienen–.
Pasemos pues a analizar algunas joyas que Margarita Rosa nos ha dejado en medio de sus reflexiones, sus análisis, su intercambio de opiniones con “expertos”, y las pajas mentales que se hace en medio de su idolatría a Gustavo Petro.
1. GUSTAVO ES DE CENTRO Y ES CAPITALISTA
Que ella se perciba mamerta es lo de menos. Acá cada quien puede sentirse como quiera y eso no debería ser un problema. Lo que si es delicado, y mucho, es que después de haber “estudiado”, siga sin enterarse que Petro no es capitalista como ella dice. Petro ha sido claro en eso, no ha titubeado; sin embargo, sus fans pretenden desconocer lo que dice el tipo, y buscan con interpretaciones a lo que este dice, unas cosas muy extrañas. ¿Es capitalista un país que cierra su economía, sube aranceles a los productos importados (desincentivar la competencia) y pretende el alza de los impuestos (ricos y clase media) como si no hubiera un mañana? Ese es el modelo de país que Petro ha descrito varias veces en sus entrevistas, y no, eso no es capitalismo ¡Dejen la tontería de una buena vez!
Con relación a lo que Petro es de “centro” no hay mucho que decir. El centro es una paja mental que busca caer en el buenismo fácil, y ni siquiera Petro se considera de centro ¡Es más! Niega su existencia.
2. ABOLIR LA EDUCACIÓN PRIVADA
Yo a ella en su momento le respondí a este tweet y creo que no hay mucho que agregar acá. Ciertamente concibo que esta idea no sólo es absurda, sino perjudicial; ella vive renegando del Estado y sus fallas, pero quiere que ese Estado fallido sea quien se encargue de educarnos a todos. Solamente un fanático enceguecido cae en incoherencias de este estilo; quiere que su “opresor”, ese del que tanto reniega, sea quien la capacite para salir de la opresión.
Acá hay algo más, y es ese afán de pretender que el Estado sea como una suerte de papá que termine de criar a los ciudadanos y ese no debería ser el objetivo de este –que insisto, ella desprecia–. Los ciudadanos debemos tener el derecho de elegir, y si se nos quitan las opciones y se nos deja sólo una sobre la mesa, no estamos eligiendo, sino aceptando lo que hay ¡Larga vida a la educación privada!
3. DE LOS FANÁTICOS PETRISTAS (SUS COEQUIPEROS) Y LA AUSENCIA DE CAPACIDAD DE DEBATE
Debo reconocer que en esto estoy de acuerdo con ella; es decir, comparto la postura de no discutir con un fanático –sea de Petro o de Uribe–, porque no se va a aprender nada, y por el contrario, se recibirá mucho insulto. Hasta ahí, todo bien.
Lo que no me cuadra del tweet, sino de ella, de la Caponera de la Colombia Humana, es que cae en fanatismos y, pese a ello, cree estar en condiciones de recriminar a los bobos útiles. Sólo basta con hacer un repaso breve de la cuenta de Twitter de Margarita Rosa para ver que ella no es “antisistema” ni mucho menos; ella quiere el mismo sistema, pero gobernado por su ídolo pop. No he leído de ella una columna que sugiera una crítica o una observación a Gustavo Petro, y sé que no la va a sacar, y no la va a sacar porque ella es fanática, sólo que no de esas que hablan como gamines, sino más bien, con un lenguaje más elaborado.
4. LA PRINCIPAL RAZÓN QUE TIENE MARGARITA ROSA PARA DEFENDER A PETRO Y USAR SUS REDES COMO PANFLETO DINÁMICO DE LA COLOMBIA HUMANA
Simple: Lambonería pura y dura.
5. DE LA ESTUDIANTE DE FILOSOFÍA Y SUS REFLEXIONES
Acá sólo tengo una cosa para decir: espero que al terminar la carrera, entienda que esto le hace un flaco favor a la academia.
6. CONCLUSIÓN FINAL
Ojalá, Margarita Rosa, lleve a la Colombia Humana a un poco más de reflexión y de análisis. A veces, a veces, dice cosas realmente interesantes; lástima que su idolatría por Petro la haga caer en lugares comunes bastante trillados y pasionales, lugares en los que se suele revolcar la fanaticada que ella dice despreciar.
¿Será que a Petro lo acompañará la suerte con el respaldo de “La Caponera” y por fin llegará a la Casa de Nariño? Esperemos a ver que depara el destino.
Las redes sociales, ese vertedero lastimero donde se congrega todo tipo de personas, no sólo es el escenario perfecto para que se intercambien insultos y calificativos de la más baja calaña –que eso es decir mucho–, sino que hay más, mucho más. Y es que no es secreto para ninguno de los que usamos redes que hay un común denominador en lo que se refiere a ese mundo virtual caótico; la facilidad con la que se reproducen los bulos, y no solamente eso: como parece que se imponen a la realidad misma y reescriben la historia, mientras lo respaldan con likes y retweets.
En Colombia, mi platanal favorito, uno de los bulos más recurrentes en las RRSS son los extraños apellidos con los que se bautiza a la economía del país. Unos dicen que Colombia vive bajo la sombra de un “capitalismo salvaje”, mientras que otros afirman que Colombia es “neoliberal”. En ambos casos, lo más probable es que quien lance estas afirmaciones no conoce los conceptos de los que habla, o en su defecto dice conocerlos por haberlos escuchado en algún discurso por ahí, pero ciertamente no se ha tomado la molestia de averiguar y consultar sobre lo que repite como loro, mientras se siente sabio por ello. No quiero meter en un solo saco a todos los usuarios de las RRSS, así que haré la salvedad que corresponde; hay gente, poca, o más bien poquísima, que si decide ir más allá de lo que dice el político o el influencer con el que comulgan, y no conformes con lo que dice éste o el otro, investigan y consultan. A esa gente, le mando un saludo, aun cuando dentro de ese selecto grupo hay personas con las que no estoy de acuerdo absolutamente en nada. Continuemos pues.
La mayoría de las personas a las que veo discutir sobre la economía del país, las veo ensuciarse en el mismo lodazal; o sea, las veo arroparse con esas palabritas mágicas que, insisto, parecen no poder ser descifradas por la mayoría de sus usuarios. Según todo indica, el capitalismo y el neoliberalismo sólo son líneas por recitar en sus monólogos, y de ahí que cuando las usan, no las acompañen con una definición rigurosa.