LA DERECHA COLOMBIANA: UNA BURDA MENTIRA

Tómese un momento para asimilar el provocativo título de esta editorial. Seguramente, pensará que es algún clickbait o los desvaríos de un loco sin fundamento, y lo entiendo; es natural, en un país tan corrido hacia la izquierda como lo es Colombia. Pero con sinceridad le afirmo, si se da la oportunidad de terminar esta lectura, quedará convencido que el título, más que una provocación: es una realidad palpable.

Esta percepción generalizada de una “derecha gobernante”, curiosamente, no es gracias al esfuerzo propagandístico de algún partido o político que se autodetermine de derecha, ni mucho menos, nace del análisis objetivo sobre un plan de gobierno o de leyes impulsadas por “x” o “y” bancada que, dicho sea de paso, también se identifique de derecha o por lo menos sea consecuente con dicha ideología.

Este perverso imaginario, es gracias al extenuante trabajo de un sector político empeñado en incrustar, a punta de martillo y yunque que, en Colombia, todo lo que no sean sus postulados, propuestas o métodos; es resaltado como de “derecha” o “ultraderecha” –dependiendo de la conveniencia–. Pero, para escozor y molestia, ello no es más que un burlesco sofisma y una treta politiquera para mantener su discurso hegemónico y liberticida vigente.

Esta constante satanización no vino sola, y fue acompañada de una fuerte campaña de corrupción semántica que aún hoy prevalece; deshonestidades como el torcer términos académicos, en aras de crear indignación como la definición de la palabra capitalismo, a la que le adjudican características morales o éticas como si de un ser vivo e igual de consciente que nosotros se tratase. Y nada más lejos de la realidad, si usted no lo sabía, la definición única y real de capitalismo es esta:

El capitalismo es un sistema económico y social basado en que los medios de producción deben ser de propiedad privada, el mercado sirve como mecanismo para asignar los recursos escasos de manera eficiente y el capital sirve como fuente para generar riqueza. A efectos conceptuales, es la posición económico-social contraria al socialismo.

Nada de esos adjetivos agregados a propósito como “salvaje” o “despiadado”, que buscan personificarlo cual humano. Recuerde, es un sistema, algo que obligatoriamente depende de un externo para su funcionamiento; así como el sistema operativo del aparato en el que lee esta editorial depende, en primera instancia, del aparato físico –celular o Tablet– y más importante aún, todo lo anterior depende de un ser humano que sepa leer y manejar dicho aparato. En resumidas, nosotros hacemos el capitalismo, y si en este han sucedido hechos lamentables, se debe culpar al actor y no a la herramienta.

Dejando ese punto aclarado, este sector político aplicando a rajatabla tal estrategia, ha señalado al partido del actual Presidente –el Centro Democrático–, de ser la máxima expresión de “ultraderecha” y del “neoliberalismo” en el país. Algo bastante difícil de creer cuando son los mismos que hace escasos días, crean un nuevo arancel a la importación textil; un escandaloso 40%, con la populista excusa de “proteger el sector nacional”.

El proteccionismo, como propuesta económica, proviene del nacionalismo visto en bastos regímenes de izquierda como la URSS y la China de Mao, fuente de inspiración del partido Polo Democrático Alternativo, quienes, no casualmente, apoyaron felizmente esta iniciativa regulatoria (evidencia AQUÍ). Pregúntese un momento ¿Cómo es posible que un partido de “ultraderecha”, ande aliado con un partido de corte maoísta?

Dinámica política” dirán algunos, “politiquería” señalarán otros; pero la realidad, es la notoria simpatía ideológica de ambos partidos. Y si cree que la cosa acaba ahí, le digo ¿Recuerda quién fue el proponente de imprimir dinero para subsidiar al Estado? Exactamente: Álvaro Uribe Vélez, el cual, antes de estar en boca de su “mayor contradictor” (Gustavo Petro), afirmó en Twitter qué:

Sin hilar tan extenso sobre las similitudes, aquí les resumo en una corta lista, la mayoría de las acciones reales de corte socialista o socialdemócrata que ha realizado el Centro Democrático o su máximo líder:

  1. Como muestra de apoyo a los dos Alcaldes más nefastos, populistas y empobrecedores que tiene Colombia actualmente: Claudia López y Daniel Quintero Calle, Petro y Uribe deciden NO apoyar los procesos revocatorios.
  2. Uribe y Robledo se unen en impulsar impuestos “a los más ricos” junto con otros partidos de izquierda. El CD y el PDA comparten más que la palabra “democrático” en su nombre.
  3. El recalcitrante apoyo al impuesto al patrimonio.
  4. Uribe: el Presidente que prefiere “más gasto público y deuda, a mayor pobreza”.
  5. Proyecto de ley del Centro Democrático y de Cambio Radical, para regular la “contratación” de los “trabajadores” de plataformas digitales como Rappi y Uber.

Y la lista sigue y sigue. Como pueden observar, sólo he traído noticias relativamente recientes y me limito a las acciones. Pero, si empiezan a escudriñar sus dos periodos presidenciales, y suman algunas declaraciones, se toparán con muchas más similitudes que diferencias con los partidos abiertamente de izquierda.

Ahora, tampoco estoy señalando burdamente que el Centro Democrático sea un partido de izquierda. Este, aunque de forma tímida y a su modo, procura –más o menos– algunos elementos de la derecha conservadora y patriota. Por consiguiente, la posición natural del Centro Democrático es esa, el centro. Una amalgama inteligibles de ideas y propuestas que no son claras y se mesen al son de los tiempos que van corriendo; algo así, como una suerte de oportunismo.

Siendo este el mayor partido en Colombia reconocido como de “derecha”, sobra decir que el resto son tristes clones o lacayos. Por un lado, tenemos a Cambio Radical, un partido que ha comulgado con el CD desde siempre, y lo ha apoyado en cuanto proyecto se embarque sin dudas o cuestionamientos académicos.

Por el otro, está el Partido Conservador, una famélica organización que, en cabeza de David Barguil, no encuentra bien su norte y asidero. Anda fingiendo una lucha quijotesca en contra del oligopolio bancario, monstruo que el mismo Estado creó y ahora se le salió de control. Y al respecto les digo, no se dejen engañar, por cada ley que busque “beneficiar” a los consumidores, los bancos crean tres nuevas formas de seguir ganando más ¡Ah! Y como olvidar el detalle de que, la actual Vicepresidente, es de dicho partido.

Por último, me gustaría dejarle una de guía, más no un dictado, de las características que un verdadero partido de derecha debería proponer e impulsar. Como primera propuesta, este imaginario –por ahora– partido, impulsaría una gran reforma estatal que recorte la mayor cantidad de gasto público innecesario: salarios, camionetas, viáticos y, por supuesto, temas calientes como educación y pensiones. Segundo, velaría por una reducción sustancial en la carga impositiva de las empresas, sin peros, miedos o dudas, y mucho menos contradicciones –como si lo hace el CD–.

Tercero, avanzaría en una reforma política que velara por la maximización de la democracia participativa, colocando al mismo tiempo, mayores mecanismos de control a la democracia representativa. Cuarto, y considero que es un eje fundamental e indiscutible: la lucha por la federalización de Colombia, destruyendo el nefasto y tóxico centralismo que sigue propiciando los tribalismos políticos.

A partir de aquí, estimado y querido lector, es su trabajo –si quedó con alguna duda– de investigar y seguir encontrando ese cosmos de puntos en común entre la “derecha” colombiana y la izquierda; carnívora y vegetariana. También, tendrá que revisar las acciones de verdaderos gobiernos de derecha, como los de Ronald Reagan o Thomas Jefferson, y hacer la justa comparación. Nada que no se pueda encontrar en un par de videos de YouTube.

Pero eso sí, una vez ate todo los cabos, no permita que se sigan burlando de su inteligencia y sentido crítico. Y a ese que intente, muy vergonzosamente, convencerlo de que llevamos 200 años bajo la derecha, señálele sin miedos la burda mentira que está diciendo.

Carlos Noriega
Carlos Noriega

Barranquillero. Administrador de empresas y maestrante de finanzas públicas. Director ejecutivo (CEO) y miembro fundador del medio digital liberal/libertario El Bastión y de la Corporación PrimaEvo.

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