La pandemia del COVID-19, sin duda alguna, ha generado todo tipo de estudios científicos, políticos y económicos alrededor del planeta Tierra. Todos tienen algo en común: se reducen a cifras, índices y porcentajes, principalmente. Sin embargo, también ha permitido identificar aspectos no cuantificables de las personas. En esta columna convocaré a una reflexión de tres casos enfocada en los liberales.
1. A CHANTAJE O A LA FUERZA
Con la aprobación paulatina de diferentes vacunas para combatir el COVID-19, se empezaron a levantar voces a favor y en desacuerdo de la vacunación obligatoria. Un caso real que ejemplifica esta situación es el del conocido pase sanitario francés.
No asombra para nada la pluralidad de opiniones. Lo realmente revelador es encontrar liberales de diferentes vertientes apoyando la obligatoriedad desde la privación en el acceso a supermercados, restaurantes, cinemas, parques, entre otros, hasta la pretensión de castigar vía sanciones monetarias; inclusive, promocionan utilizar todo el aparato militar estatal en aras de violar la libertad individual de los demás por el sobreexplotado y altamente romantizado “bien común”.
Si desean que las personas se vacunen, acudan a la pedagogía mediante campañas e incentivos, no a chantaje o a la fuerza.
2. NO TRAGUEN ENTERO, A MENOS DE QUE SEA DE MI PARTE
Paralelamente con el primer escenario, existe una incoherencia perfectamente visible con el tema de la vacunación.
Al ser algo tan reciente y con inconsistencias en la información difundida por los medios, en repetidas ocasiones, es normal que existan quienes tienen dudas sobre el origen del virus y las vacunas. Aunque, hay liberales que desde el discurso se jactan de su academia y proliferan la importancia de corroborar todo el contenido, cuando ellos mismos no lo hacen y señalan de conspiranoico a todo aquel que controvierte su conocimiento y posturas. Como quien dice: “no habrá lugar a dudas si estás de acuerdo conmigo”.
3. CULTURA DE LA CANCELACIÓN
Esta última parte de la reflexión, si bien no se encuentra ejemplificada con la coyuntura del COVID-19, también evidencia falencias que van en contravía y resultan incoherentes a todas luces respecto a la promulgación de las ideas de la libertad y la aversión a la cultura de la cancelación, caracterizada principalmente por personas de izquierda.
Para desglosar lo expuesto anteriormente, es necesario exponer la creciente introducción de proyectos que se acogen a postulados liberales, la cual se ha facilitado con el incremento de herramientas que permiten su difusión, por ejemplo, las redes sociales.
He podido observar cómo ciertos liberales realizan contribuciones enormes desde la academia con algunos proyectos que tienen una labor social, y en la cual interactúan todo tipo de posturas y dogmas con la intención de confrontar y/o concientizar a su público objetivo. No obstante, también no titubean a la hora de cancelar otros proyectos y/o personas basados en motivaciones espurias y exógenas.
Para terminar, quiero hacer énfasis en que los casos expuestos buscan hacer una reflexión acerca de la incoherencia en la que se cae repetidamente y de la cual incluso yo no me encuentro excepto, y de esta manera no tener el liberalómetro intermitente.