Hoy 8 de Marzo, en el Día Internacional de la Mujer, mi universidad se viste de verde y morado para lo que queda del mes. Los edificios se llenan de letreros con mensajes alusivos al empoderamiento femenino, a la legalización del aborto, al rechazo al feminicidio, entre otros. Todo el mes tendremos actividades pedagógicas sobre la mujer vistas desde distintos aspectos de la vida y desde diversas áreas del conocimiento. Las calles de Bogotá se llenarán de pañuelos verdes y morados y de mujeres cantando y gritando, con comparsas y actividades artísticas, pechos desnudos y pelos pintados de colores. Es una fiesta en “honor a la mujer”… en teoría al menos.
El 8M ya no es el día de la mujer. No. Este día ya no le pertenece a todas las mujeres. Le pertenece a algunas mujeres: a las feministas. ¿Por qué? El 8M no todas las mujeres podemos salir a marchar. No todas estamos siendo representadas por un grupo de activistas de pelo pintado de azul, con los pechos al aire y un pañuelo verde que cuando les preguntas “¿Qué es una mujer?”, no son capaces de darte una respuesta.
Que triste que no todas podamos salir a marchar un día como el 8M. Que triste que este día nos haya sido arrebatado. Que triste que este día tan importante para la mujer haya sido ideologizado por y para unas pocas mujeres.
Cuando hablo de que no todas las mujeres podemos salir un 8M a exigir nuestros derechos, me refiero a la violencia recibida por parte de grupos feministas cuando vas con un cartel con un mensaje en contra del aborto, o que tenga un mensaje de rechazo al feminismo o a las políticas de hembrismo extremas promovidas por estos movimientos; o, sencillamente, en actuares tan simples como ir a la marcha con un acompañante hombre. Es imposible querer salir a una marcha de esas cuando hay un discurso previamente aceptado y no se tolera en ninguna medida el debate; no aceptan que hay mujeres que no somos feministas o que somos capaces de criticar aquello que consideramos que el feminismo ha omitido o está haciendo mal.
No por ser mujer debes ser feminista. En lo absoluto. Está bien pensar diferente, está bien no compartir las luchas del feminismo, y está bien querer dar el debate y alzar la voz para decir: “¡No hablen en mi nombre!”
Días como el 8M son para alzar la voz sobre problemas de las mujeres tanto a nivel nacional como internacional y, sin embargo, a las que pensamos distinto nos mandan a callar. El feminismo actual únicamente escucha lo que le conviene, pero no lo que necesita escuchar para mejorar.
No ser feminista, no se trata simplemente de estar en contra de todo lo que predica el feminismo solo por ser feminismo. No. Por lo menos desde mi perspectiva, ser lo que yo denomino anti-feminista se trata de pensar críticamente frente a los argumentos feministas y no dejarse llevar por la marea verde, solamente para evitar la discriminación y violencia que vienen con el pensar distinto a la hegemonía ideológica.
Por eso, en días como el 8M le digo al feminismo que NO HABLE EN MI NOMBRE. No hablen en mi nombre cuando por ser mujer no me considero víctima. No hablen en mi nombre si piden el aborto legal y seguro como medio de empoderamiento femenino. No hablen en mi nombre si discriminan al hombre con cuotas de género. Soy mujer y no soy feminista. Soy mujer, y así como ustedes, tengo derecho a decir libremente lo que pienso y opino sin que me censuren. Soy mujer y debería poder salir a marchar el 8M sin miedo a ser golpeada, acosada y discriminada por los grupos feministas en razón de mis posiciones políticas.
A todas aquellas mujeres que no estamos de acuerdo con el feminismo les digo: no tengan miedo, no están solas. Recuperemos el 8 de marzo del feminismo. Que el 8M sea realmente de las mujeres: que se escuchen todas nuestras voces y no solo las de un sector. No dejen que el feminismo hable en su nombre. No se empoderen, ¡SEAN MUJERES PODEROSAS! Y recuerden: siempre femeninas, nunca feministas.