El país se desmorona lentamente. Cada día, el gobierno destruye las libertades, especialmente las económicas, mientras la salud colapsa y la seguridad retrocede a niveles que creíamos superados hace décadas. El 1 de julio la reforma pensional nefasta hará que el Estado confisque gran parte del ahorro de los colombianos. Las estructuras criminales, fortalecidas y expandidas, han sitiado gran parte del territorio.

Y mientras tanto, la mayoría de los empresarios –salvo unas pocas, valientes y heroicas excepciones– prefieren mirar para otro lado. Ignoran la realidad, creyendo que no es su problema. Cuando se les llama la atención sobre la urgencia de cuidar la libertad, e invertir dinero en ella, responden que tienen “otras prioridades”.

Pero ¿puede haber una prioridad más importante que defender la libertad? Parece que olvidaron que solo gracias a ella pueden llamarse empresarios. Sin libertad, no hay creación, no hay cooperación, no hay innovación ni competencia. Sin libertad, no hay riqueza, ni progreso, ni posibilidad de mejorar la vida de otros. Sin libertad, el empresario no es más que un esclavo, sometido a la voluntad del gobernante de turno.

A Colombia le está pasando lentamente lo que le ocurrió a Venezuela. Allí, los empresarios también eligieron la comodidad del momento, pensando que podían salvarse solos. Optaron por cuidar su rentabilidad inmediata, dejando que la libertad se destruyera. Terminaron sin libertad, sin empresa y sin riqueza.

Hoy, muchos empresarios en Colombia creen estar ahorrando unos cuantos pesos al ignorar esta batalla. Sin embargo, ese “ahorro” garantiza solo una cosa: que en el futuro no habrá rentabilidad, ni siquiera la posibilidad de generar utilidades.

Este vacío no es ignorado por los enemigos de la libertad. Ellos tienen todo el poder del Estado, recursos inagotables, fundaciones y ONG financiadas con presupuestos millonarios, y lo más importante: una narrativa que domina la mentalidad de los colombianos. Mientras ellos moldean mentes, forman líderes y ganan terreno en todos los frentes, los defensores de la libertad apenas resistimos con las uñas.

Es fácil para ellos ganar. No tienen oposición seria, porque quienes deberían enfrentarlos (los empresarios) ni siquiera se atreven a hacerlo. Y aunque algunos piensan que el gobierno actual está debilitado, la verdad es que nunca en otros tiempos el socialismo había avanzado tanto en Colombia.

El socialismo tiene un proyecto sólido, estructurado y pensado a largo plazo. No se limita a ganar elecciones, busca transformar la cultura, moldear el pensamiento colectivo y perpetuarse. Mientras tanto, los defensores de la libertad estamos desmotivados y sin recursos suficientes para dar esta batalla.

Lo que siento es desahogo y dolor. Dolor por ver cómo un país con tanto potencial se hunde lentamente, no por falta de talento, sino por falta de compromiso. Desahogo porque la indignación ya no basta. Hay que actuar, hay que movilizarse, hay que entender que esta batalla no es solo política ni económica: es moral y cultural.

A los empresarios que siguen creyendo que no es con ellos, les digo esto: sin libertad, no hay empresa. Sin libertad, no hay futuro. Sin libertad, lo perderán todo. Ahora es el momento de actuar, de invertir lo máximo posible en defender la única condición que hace posible la prosperidad. De lo contrario, el precio que pagaremos será incalculable, y para entonces, ya será demasiado tarde.

¿Dónde están los valientes que entienden que el verdadero legado no es solo la riqueza que generan, sino la libertad que ayudan a preservar? No podemos esperar más. El tiempo de salvar a Colombia es ahora.

Camilo Guzmán
Camilo Guzmán

Administrador de negocios de la Universidad EAFIT. Especialista en Gobierno, Gerencia y Asuntos Públicos de la Universidad Externado de Colombia y de Columbia University, y Magíster en Políticas Públicas de Queen Mary University of London. Fue becario Chevening: beca otorgada por el Gobierno británico a futuros líderes.

Ha trabajado en el Senado de la República de Colombia. En el sector privado ha sido docente de cátedra en la Universidad de La Sabana, y actualmente se desempeña como Director Ejecutivo del tanque moderno de acción LIBERTANK.

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