Los vándalos originalmente nacieron de las Tribus Germánicas alrededor del siglo V. Posteriormente, los descendientes de estas tribus llevarían a cabo en el año 455 el Saqueo a Roma, acuñando así su fama de destrucción y terror. En medio de la destrucción, estos vándalos tenían un particular aspecto: jamás destruían su propio territorio y siempre actuaban fuera de su entorno.
Hoy, a poco más de la mitad del año 2020, aún se aprecia con similar intensidad los hechos de vandalismo alrededor del mundo, pero con una diferencia abismal. Si la comparamos con las Tribus Germánicas del siglo V, esta radica en que la población de hoy ataca su propio medio, pinta, daña, incendia y roba todo lo que les rodea. Es decir, con sus actos de vandalismo ellos son los propios afectados. Cabe reflexionar ¿Será que estas hordas de vándalos desconocen que los contenedores de basura quemados, paredes, monumentos pintados con aerosol y los buses del sistema masivo de trasporte a los cuales les rompen los vidrios y queman, no han sido comprados con el mismo dinero que estas personas pagan sus impuestos?
Al parecer estos pequeños grupos especialistas en dañar ciudades y enceguecidos por la adrenalina, no ven que en sus “actividades de protesta” están quemando y destruyendo su propio dinero representado en impuestos.
¿MOVILIZACIÓN O VANDALISMO?
Da lástima observar cómo cada ocasión que se convoca a una movilización por las principales calles de la ciudad, días antes, particulares dueños de pequeños negocios y entidades gubernamentales tienen que cubrir sus vidrios con láminas de madrea, latas de construcción, entre otros. Esto, para evitar que unos pocos salvajes encapuchados que desconocen el significado de una movilización nacional; afecten contra las fachadas de sus negocios y las entidades anteriormente nombradas.
Por estos pocos –que de seguro desconocen y ni les importa el porqué de la marcha pacífica–, hoy en día se ha estigmatizado todo tipo de manifestación que incluya movilización de personas por las calles. Es deber de los manifestantes de bien; evitar que personas de esta calaña manchen con sus actos de violencia el buen propósito de una protesta pacífica de verdad.
PROBLEMÁTICA
Es difícil señalar una explicación exacta de donde surge el vandalismo, pero si hay algo en claro y es que estas personas cometen actos de violencia aleatorios y sin sentido, típicos del vandalismo clásico sin una razón aparente. Algunos psicólogos han catalogado en gran número de ocasión que el vandalismo puede ser causado por el simple hecho de “huir del aburrimiento”. Con esta afirmación, se entendería que los vándalos no forman ni aportan a una movilización; por el contrario, este tipo de personas únicamente sale a las calles a saciar su falta de diversión y así “matar el aburrimiento”.
Nada más egoísta ante la sociedad que este tipo de personas.
PARA REFLEXIONAR
El egoísmo y la antipática que demuestran estas personas ante su comunidad; merece el repudio de todos. Cómo es posible que actos vandálicos –aplaudidos por unos pocos– tengan que ser reparados parcialmente, comprados de nuevo o restaurados por completo CON NUESTRO PROPIO DINERO por medio de impuestos. Colombia es un país de grandes necesidades donde cualquier peso cuenta y hace la diferencia; como para que de la noche a la mañana el dinero que puede destinarse para comedores comunitarios, atención a desplazados, ayudas a campesinos, mejoras en el trasporte público, brindar mayor cobertura en el plan de alimentación a niños, entre otras obras de carácter social, tenga que ser destinado para reparar los daños hechos por unos pocos.
Por dar un pequeño ejemplo: la sola reparación de los daños en los CAI de Policía –sólo en Bogotá– en los hechos vandálicos registrados la semana pasado, nos costará a los ciudadanos aproximadamente 25 MIL MILLONES DE PESOS.
Dejo la siguiente inquietud a mis lectores: ¿Qué proyectos de carácter social no se podrían hacer con este dinero?