Luego de la muerte de Diego Armando Maradona el pasado 25 de noviembre y su posterior entierro al día siguiente; se hace necesario poner en mesa de discusión el ¿Por qué se diferencian el fanatismo del fútbol y el fanatismo político? ¿Por qué un político no puede gozar del mismo cariño que un futbolista?
Luego de la trágica noticia de la muerte del campeón de México 1986, toda Argentina y el mundo lamentaban la partida de Maradona, considerado aun hoy, como uno de los mayores genios en la cancha. Las horas trascurrían y el mundo entero se admiraba de cómo la muerte de este personaje producía todo un terremoto social, cómo miles de personas se olvidaron por un momento de la pandemia del COVID-19 y fueron hasta la Casa Rosada a darle el último adiós al 10 de la selección argentina. Todo pasó a segundo plano.
GUERRA DE LAS MALVINAS
El terremoto social causado por esta triste noticia, tiene sus explicaciones en temas que van más allá del fútbol: Maradona, fue quien sacó a la selección de Argentina campeona del Mundial México 1986, nada más y nada menos, que ganándole a la selección de fútbol de Inglaterra; país con quien apenas cuatro años atrás –en 1982– había sido derrotada en la Guerra de las Malvinas, dejando un saldo desfavorable para Argentina de poco más de 22.000 víctimas entre las que se encontraban prisioneros de guerra, heridos, víctimas del suicidio y más de 1.000 bajas.
La Guerra de las Malvinas tuvo su inicio en abril de 1982 y tendría su final apenas dos meses y dos días más tarde, el 14 de junio de 1982. El fundamento de esta guerra se basó en la disputa entre Argentina e Inglaterra por el dominio las Islas de las Malvinas, Islas Georgia del Sur y las Islas Sándwich del Sur.
La disputa por dichas islas y sus aguas de alrededor provenía desde tiempo atrás, cuando la Organización de las Naciones Unidas las consideraba como territorio de litigio, esto a causa de que en el pasado habían sido ocupadas por España, Francia, Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña; estos dos últimos eran quienes aún las reclamaban a su favor.
La oportunidad de una especie de “reivindicación” para la Argentina tras la derrota en la guerra, llegó en la final de la Copa Mundial de fútbol en 1986, donde Diego Armando Maradona haría campeona a su selección de fútbol anotando el mejor gol de su historia deportiva. Ese día el furor y la alegría era irradiante en los argentinos, pues le habían arrebatado de las manos a la selección de Inglaterra la copa del mundo. Argentina vencía a Inglaterra, pero en esta ocasión, no en la guerra, sino en la cancha, en un ambiente de paz. Todo el pueblo argentino observó como su patria se ponderaba por encima de Inglaterra de la mano de Maradona.
Desde aquel momento, “el Pelusa” sin saberlo, iniciaba su terremoto social y esa revolución cultural que el pueblo necesitaba.
NÁPOLES, ITALIA (1984 A 1990)
Con su llegada al Napoli en 1984, no sólo llegó al club deportivo a convertirlo en campeón de Italia; sino también, le dio una trasformación social a toda Nápoles. Antes de Maradona, el fútbol italiano únicamente le “pertenecía” a la élite del Norte del país, dejando al resto del territorio nacional aislado del deporte. El sur de Italia –donde se ubicaba Nápoles– tan sólo era recordado y mencionado por hechos relacionados a la mafia, que para ese entonces, hacía de las suyas en la ciudad del club del Napoli.
Diego Armando Maradona tuvo la capacidad de llevar a la victoria al Napoli y junto con ello colocar a toda la ciudad de Nápoles en el mapa ¡Todas las miradas estaban ahí! fue capaz de activar tanto el mundo deportivo como el turístico, social y cultural de la región. El sur de Italia pasó de ser conocido alrededor del mundo por la mafia italiana, a ser mencionado como la tierra del fútbol: el campeón de Italia.
DORADOS DE SINALOA, MÉXICO (2019)
Ya retirado como jugador profesional, Maradona asumió como director técnico del club deportivo Los Dorados de Sinaloa, un club de segunda división que para ese entonces estaba en la última posición de tabla y para el final del semestre, se encontraba disputando ya la final.
Esta región de México, extremadamente golpeada por el narcotráfico, por las guerras de vendetta y la corrupción, volvía a brillar y aparecer en las primeras planas de los medios de comunicación de todo el mundo; pero en esta ocasión, no por las malas noticias, sino por su club deportivo, quien llegó a disputar dos finales consecutivas bajo el liderazgo de Maradona como director técnico.
La figura del argentino en la ciudad de Sinaloa causó toda una oleada de fanatismo. Fue tal el impacto, que logró recuperar la economía del equipo gracias a la masiva asistencia al Estadio. Todos querían verlo.
REFLEXIÓN
Luego del recorrido por la vida del “cebollita” y de su impacto más allá del fútbol, topamos con aquel 25 de noviembre: el día de su muerte.
Al observar todo el terremoto social del cual era capaz de tramitar y lograr Maradona, nos preguntamos ¿Por qué un gobernante a pesar de tener una mayor capacidad de trasformar, este no goza del mismo querer?
Para dar una respuesta a lo anterior hay una sola razón:
Si bien el gobernante está facultado para obtener una mayor trasformación, siempre tendrá que enfrentarse a la toma de decisiones, muchas veces decisiones impopulares pero necesarias para un buen gobierno. Más allá de eso, el buen gobernante siempre tendrá que enfrentar a una fracción de oposición, que en muchas ocasiones, pondrá sus intereses personales por encima de los de la comunidad, es decir, tal y como le decía Platón: “El hombre se desarrollará a plenitud al interior de una comunidad, y para ello requiere dejar a un lado sus pasiones e intereses individuales y anteponer los intereses de todos. Facultad que aun el hombre no desarrolla”.
El fútbol y la política tienen un desmesurado poder, que únicamente lo obtienen quienes sepan desarrollar de la manera correcta cualquiera de las dos. Basta con la práctica de una verdadera comunidad y que un buen gobernante se aleje de todas las pasiones primitivas y actúe de manera correcta, para que de este modo, pueda llegar a obtener el mismo cariño que un futbolista de la talla de Diego Armando Maradona puede gozar.