POPULISMO Y CRISIS DE LIDERAZGO JUVENIL

En el instante que me encuentro escribiendo esta columna cumplo un año más de vida, y por más que mis amistades y familiares demanden mi presencia, no puedo evitar corresponder con esta batalla cultural por las ideas que se surte sin tregua en Colombia y Latinoamérica. Y es que a mis veinticuatro años es mucho más lo que siento que debo aportar a este país que lo que realmente se me ha otorgado como ciudadano: como jóvenes nacimos en una sociedad apática por el desarrollo y, rápidamente, ha habido un penoso contagio.

Es una juventud que, francamente decidió no crecer, decidió no discernir sobre aquellas promesas que recita un buen orador en la palestra pública, no verifican su viabilidad y decidió vivir con su secuestrador en una absurda enfermedad de Estocolmoel populismo.

Y ese mismo populismo, ha tenido una influencia dañina en millones de jóvenes latinoamericanos, al extremo de que han creído que el Estado debe crecer a tal punto de ser el inicio y el fin de la sociedad, y supeditar todas las necesidades a él, gestando de esa manera generaciones enteras dormidas e incapaces de conseguir las cosas por sus propios medios.

EL EFECTO

Este fenómeno endémico trasciende espectros políticos desde el socialismo marcado hasta las “livianas” socialdemocracias que han atravesado la historia de este país, teniendo en cuenta el panorama de libertades económicas que promulgaba las políticas públicas de su agenda política en los últimos 120 años. Y es realmente claro: el ciudadano del común vive una crisis de liderazgo que lo hace caer en una extraña especie de mitología religiosa, donde esperan con ansias la llegada de un mesías y obvian que realmente tienen un caudillo al frente.

Y esa crisis de liderazgo ha recaído en la elección de nefastas personas en los cargos ejecutivos más importante del país; desde Samuel Moreno en 2007, Gustavo Petro en 2011, Rodolfo Hernández en 2015, Claudia LópezDaniel QuinteroIván Ospina y Carlos Caicedo en 2019, entre muchos otros, quienes dictaron una agenda política con planes, políticas, programas y proyectos que difícilmente podrían ser ejecutados en la realidad del contexto político, económico, social y cultural de nuestro país. Toda una carrera por accionar de acuerdo a cuantos aplausos se ganen.

Es triste observar cómo millones de jóvenes colombianos no trascienden de un vacío activismo en redes sociales por una “justicia social”, cuando en su vida real no son ajenos a los problemas de fondo que aquejan al país. Muchos de ellos se han visto seducidos por el dinero fácil, otros se han hecho con el clientelismo para surgir profesionalmente, e incluso, muchos hablan de corrupción y al interior de organizaciones públicas o privadas siguen las prácticas que critican.

Además, tienen prácticas ajenas al desarrollo económico, se han contagiado de una cultura anti sector privado que busca estatalizar la economía en su máxima expresión y han ignorado el compromiso que debería tener todo ciudadano por ser un motor individual de progreso, una competencia por quienes hacemos mejor la tarea y un rechazo total a cualquier ayuda colectivista del sistema que pretende volvernos dependientes.

PROTAGONISTA EN DIFERENTES ESCENARIOS

No debemos olvidar que el populismo puede ser también un mal de “derecha”, donde vía nacionalismo, se le prometa al ciudadano el cambio mediante la colectivización, coartando las libertades individuales y económicas como cualquier régimen que ostente un pañuelo rojo; un enemigo de la democracia igual de peligroso.

Y de estos se evidencian ejemplos claros, tales como la dictadura de Pinochet en ChileFranco en España, o el proselitismo político de Donald Trump en su campaña en 2020; todas y cada una, a manos de ideas populistas cargadas de un eminente peligro.

EN CONCLUSIÓN

El populismo es el resultado de la crisis de liderazgo que atraviesa el país; por ello, ante el actual panorama político y el año electoral que se avecina, se requiere del surgimiento de un liderazgo asertivo: uno que invite al ciudadano a analizar las políticas públicas desde su impacto económico. De igual forma, es clave entender la importancia del individuo como motor del desarrollo de las naciones: uno que aporta día a día y evita esperar que alguien más le solucione la vida.

Kevin Pacheco Del Castillo
Kevin Pacheco Del Castillo

Barranquillero. Abogado y Administrador de Empresas con más de siete (7) años de experiencia en derecho empresarial y administración inmobiliaria. Miembro fundador de la Corporación PrimaEvo.

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