LA FALSA MAESTRANZA | Parte 1

El término “maestranza” alude a una “sociedad de caballeros cuyo objeto es ejercitarse en la equitación, y que en su origen fue escuela del manejo de las armas a caballo” (Real Academia Española, s.f., definición 1). Dicho concepto, por supuesto, es inherente a varones, y hoy por hoy, dado que el individuo y la razón han logrado alcanzar algunos ideales y victorias, también mujeres que, constituyen de algún modo, un ejemplo a seguir, pues personifican virtudes que solo unos cuantos poseen. Asimismo, existen en estos tiempos varones y mujeres que dicen o que creen ser los “impulsadores” y/o “representantes” de los “nuevos talleres y oficinas” donde se construyen y recomponen los montajes para las piezas de artillería, los buques de guerra y el arsenal marítimo de conquista, así como los carros y útiles necesarios para el servicio de maestranza; desde luego, este es más un ejercicio filosófico, socio-político y cultural que una aplicación veraz de lo que implica ser y pertenecer a una maestranza, el cual, refiere a todo lo que tiene que ver con “preservar los valores que han hecho grande a Occidente”. La verdad, una considerable parte –por no decir toda– de los integrantes de esa “maestranza” o “cruzada por conservar a Occidente” –los pobres aún tienen delirios con el movimiento templario– no le llegan ni a los talones a lo que es una per se o a lo que fueron las de antaño; esa gente tiene de maestranza, valores, virtudes y, además, contenido, lo que yo tengo de pelo en la cabeza, es decir, muy poco o nada.

Una vez más, me veo en la penosa obligación de presentar a los que desde hace ya buen tiempo llamo “enemigos íntimos” y a quienes, en un principio, expuse en este medio (Ver AQUÍ y AQUÍ), debido a los peligrosos que son para el debate político actual. El asunto es que ya no solamente se quedaron con su fanatismo enfermizo de consolidar en Latinoamérica o en otras regiones del planeta su anhelo ultramontano. No. Ahora los infelices son todo un revuelto de ideales –bastante arriesgados, oscuros y contradictorios entre sí– entre los que destacan teorías de conspiración global cada vez más complejas de comprender y cuyos efectos, en caso de que todo el mundo les creyera, resultarían devastadores; asimismo, sobresalen sus malsanos deseos de invisibilizar todo lo que no apeste a lo que ellos dicen que son “las sanas costumbres y los valores conservadores que llevaron a Occidente a ser la sociedad virtuosa que fue en otros tiempos” –siempre juzgando el ahora con el criterio del antes–, como es el caso de “la familia natural”, que, para su penosa desgracia, no necesariamente implica ser el mejor espacio donde un individuo puede crecer y desarrollarse. Conspiranoia a mas no poder, aversión por contar en nuestras sociedades con mujeres fuertes e independientes, desprecio –o deseos reprimidos quizás– por la población gay masculina (especialmente) y trans, uso convenenciero de todo lo que tiene que ver con La Iglesia Católica-Apostólica del Vaticano, la desvirtuación y sobre-simplificación de conceptos como “ideología de género” y “globalismo”, su marcado anti-semitismo y anti-protestantismo, y más preocupante todavía, ¡discursos abiertamente anti-ciencia!, entre otros que, combinados con ese esperpento del nacional-populismo –neofranquismo, más bien–, convierten a la falsa maestranza en el principal y más grande enemigo que tiene la libertad en la actualidad.

Debo admitir, para mi vergonzosa realidad, que años atrás, antes de identificarlos, me dejé seducir por ellos y hasta fui su colaborador. Pasa que, compartiendo con algunos, noté que los mueve más el poder y el dinero que las asquerosos doctrinas que promueven. Descubrí que, por más lenta que sea la marcha hacia la conquista de mis ideales, lo correcto es llevar la frente en alto y no vender mis principios por migajas, a fin de que la consecución de estos sea de la manera idónea. Esta gente es tan o más cortoplacista que el latinoamericano promedio que tanto aborrecen, y tan indecorosa y miserable como lo son los socialistas/progresistas y otros colectivistas a los que dicen atacar; realmente, ellos son la nueva pandemia del colectivismo hecha personas.

En este artículo introductorio, planeo únicamente dar a conocer algunos nombres, para, a la postre, indagar a profundidad sobre quiénes son y que están haciendo para que yo, un simple mortal que recién logra consolidar algo de divulgador de las ideas de la libertad, los perciba y considere tan peligrosos.

Anteriormente, mencioné con toda la evidencia y rigor asociados al caso posibles, a personajes como: Agustín Laje (el león/leona de la manada), Nicolás Márquez (el león/leona suplente), Vanessa VallejoJonathan RamosRicardo Puentes MeloJavier VillamorSamuel ÁngelHoracio Giusto VaudagnaMamela Fiallo FlorNicolás MorásAlejandro OrdóñezSantiago Giraldo (el cual ya no debe caber de la dicha porque al fin Javier Milei y otros “liberales” se “evangelizaron” y “desataron de su pecado”), Gian De Biase (que ya no suena ni truena), Andrés Orbea (otro irrelevante en estos tiempos), Chinda BrandolinoMiklos LukacsAlexis López TapiaCristian Rodrigo Iturralde y, como cereza del pastel, Alejandro Bermeo, figura pública con la que tuve el disgusto y no privilegio de colaborar en otros tiempos, porque créanme, no existe tipo más deshonesto y poco hombre que este.

Desafortunadamente, la secta de los enemigos íntimos ha crecido hasta llegar a ser la falsa maestranza. Por ejemplo, trabajando al lado de Bermeo, están ahora Anastasia Elizabeth Serrato y Sebastián Narváez Medina: dos nuevos reclutas a su causa que, de seguir ganando público, llegarían a ser tan nefastos como su impulsador. Y, para finalizar y crear expectativa, traeré a colación a Andrés VillotaEduardo MenoniJulián ParraDiego ReyesMauricio VillegasAngélica RubioOmar Bula-EscobarIsabella WillsLucas Durán Hernández, y otros más. Debo también mencionar a María Fernanda Cabal, quien con una supuesta retórica pro-empresa y pro libre mercado, atrae incautos y, cada vez más, adquiere un ostentoso capital político; y a Enrique Gómez Martínez, el cual, resultó ser una terrible decepción para muchos, incluyéndome.

Como ya lo he hecho en otros espacios, invito a los liberales de este rincón del mundo, en especial, a los que recién comienzan a conocer estas ideas, para que se tomen la tarea de analizar a estas personas, saquen sus propias conclusiones y se cuestionen absolutamente todo, particularmente a mí, porque existe la posibilidad de que yo sea el equivocado. La libertad de América Latina está casi extinta gracias a que la izquierda predomina en la región; aun así, soy optimista, porque creo que al final, la razón, el individualismo, y el capitalismo de libre mercado puro y duro prevalecerán. Por favor, no nos dejemos llevar por “liberales” y “defensores de Occidente” como los que señalé en este escrito. Siempre que nuestras ideas se combinan con la carencia de propósito de los ya mencionados, ¡Todos salimos jodidos!

Cristian Toro
Cristian Toro

Cafetero. Ingeniero Electrónico de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales y Especialista en Gerencia de Proyectos de la Escuela de Ingeniería de Antioquia (EIA). Docente de matemáticas, física y estadística.

Editor Ejecutivo (EIC) de El Bastión y Revista Vottma, miembro fundador de la Corporación PrimaEvo y del movimiento Antioquia Libre & Soberana, y columnista permanente de Al Poniente y el portal mexicano Conexiones. Afiliado al Ayn Rand Center Latin America y colaborador de organizaciones como The Bastiat Society of Argentina y México Libertario.

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