En Colombia, el debate sobre cómo mejorar la calidad de vida y la movilidad social ha estado dominado por una falsa creencia arraigada en la supuesta efectividad de la redistribución de la riqueza y la intervención estatal. Estas ideas se encuentran presentes tanto en lo que denominamos “derecha” como “izquierda”, y en mayor o menor medida son compartidas por líderes que parecen antagonistas. Históricamente, se ha sostenido que estas políticas son el camino hacia una “sociedad más justa e igualitaria”, sin embargo, la evidencia demuestra un panorama completamente diferente: tenemos muy poca movilidad social y nuestro país ocupa el puesto 65 de 82 naciones en el Global Social Mobility Report de The World Economic Forum (Foro Económico Mundial). Nos encontramos atrapados en un ciclo de políticas obsoletas y promesas vacías, vendidas como la única ruta hacia una sociedad más equitativa.
Una investigación del IEA (Institute of Economic Affairs) del Reino Unido reveló que es la libertad económica, y no la intervención estatal excesiva, la que verdaderamente impulsa la movilidad social. En claro contraste con nuestras políticas estatales asfixiantes, el estudio demuestra que la libertad económica definida como derechos de propiedad seguros, mercados menos regulados, impuestos más bajos y comercio abierto es fundamental para que las personas, especialmente aquellas de bajos ingresos, mejoren su situación de vida respecto a la de sus padres. Mientras más permitimos que el mercado respire libremente, sin las ataduras del exceso gubernamental, más oportunidades brotan para aquellos con menores ingresos.
La evidencia subraya una correlación positiva entre la libertad económica y la movilidad de ingresos, tanto intergeneracional como intrageneracional. Los investigadores destacan que en regiones con mercados menos regulados y mayor protección de los derechos de propiedad, las personas tienen mayores oportunidades de mejorar su situación económica en comparación con la de la sus padres. Además, la evidencia subnacional, como la derivada de datos en Canadá y los Estados Unidos, sostiene que una mayor libertad económica se asocia con un ascenso significativo en la escala de ingresos a lo largo de la vida de una persona. Por otro lado, la evidencia indirecta, extraída de la historia económica, apunta a que los períodos y las regiones caracterizados por mayores niveles de libertad económica coinciden con mayores tasas de movilidad social y económica.
Las últimas décadas de políticas públicas en Colombia han fallado en promover una movilidad social significativa, creando un abismo entre las promesas gubernamentales y las realidades cotidianas de nuestra gente. Es hora de sacudirnos del sopor de las políticas obsoletas. No se trata de desmantelar la protección social, sino de construir un sistema más efectivo que recompense la iniciativa, la innovación y el esfuerzo.
Necesitamos un sistema donde el Estado sirva como un árbitro justo, no como un jugador omnipotente que dicta cada movimiento de sus ciudadanos. Debemos despertar del letargo de las políticas arcaicas y mirar hacia un horizonte donde la libertad económica sea la norma, no la excepción. Para fomentar una verdadera movilidad social en Colombia, necesitamos desmantelar las cadenas de la regulación excesiva y promover un entorno de libertad económica. Solo entonces podremos hablar de un país donde las oportunidades no son monopolio de unos pocos, sino un paisaje accesible para todos.
NOTA:
La versión original de este artículo apareció por primera vez en el Diario La República (Colombia).