LA IDEOLOGÍA DEL MAL: SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

El socialismo del siglo XXI es una experiencia complicada y polémica que marcó profundamente a América Latina. Desde las ideas del liberalismo pude identificar varios semblantes críticos que caracterizan a los regímenes marcados con esta ideología del mal, como también sus políticas.  

EL INTERVENCIONISMO ESTATAL Y CONTROL ECONÓMICO

Dentro de los pilares fundamentales del socialismo del siglo XXI, el maldito intervencionismo estatal en la economía está presente. Estos, inspirados en la idea de eliminar desigualdades económicas, ampliaron considerablemente el papel del Estado, incrementando la propiedad estatal sobre áreas estratégicas como, energía, telecomunicaciones, hidrocarburos, etc. Todo esto genera una mayor centralización económica y administrativa, teniendo consecuencias negativas, reduciendo la eficiencia y la competitividad dentro del ámbito privado. El resultado de todo esto es un engendro del mal denominado burocracia, que tiene como fin obstaculizar la iniciativa empresarial, dando lugar a una reducción de la inversión extranjera y limitando la capacidad de una respuesta económica frente a crisis internas. 

Todas las políticas de control de precios y producción deterioraron los mercados, llevando a la creación de mercados paralelos informales y a una escasez de productos de primera necesidad. El tener una falta de incentivos y de competencia en la innovación frenaron de manera abrupta el crecimiento económico y prolongaron la dependencia estatal como pilar principal de la economía, en lugar de promover espacios para la inversión privada y el fomento de fuentes laborales. Dentro de todas las perdiciones que trae consigo esta ideología destacan: el éxodo de talento y la fuga de capital, muchos emprendedores prefieren migrar a entornos más libres.

RESTRICCIONES A LA LIBERTAD INDIVIDUAL Y DERECHOS CIVILES

Los regímenes socialistas del siglo XXI muestran una predisposición preocupante hacia el poder político y la restricción de los derechos civiles. Las más afectadas son la libertad de prensa libre y la libertad de expresión, con todas las leyes y regulaciones impuestas, llegan a limitar la crítica pública y sancionan a aquellas personas que no piensan de la misma manera. Se usa la rama judicial para originar persecución política, silenciar aquellas voces que luchan por la libertad y el Estado de derecho, carcomiendo los principios de la democracia y la pluralidad política.

La persecución a periodistas, activistas y la censura, crean un clima de autocensura y terror, el debate y las diferencias ideológicas son duramente castigadas. De igual manera, las comunidades indígenas experimentan discriminación bajo este tipo de regímenes, esto a pesar de la línea discursiva que se maneja, de inclusión, igualdad y diversidad cultural. El poder centralizado exacerbó las ya existentes brechas sociales y étnicas, no permitiendo que se dé la verdadera integración y representación de las minorías en la política y economía.

INEFICIENCIA ECONÓMICA Y CORRUPCIÓN

Otro de los logros del socialismo del siglo XXI es la ineficiencia económica y la repudiable corrupción sistémica que merman los sistemas democráticos que se establecieron con anterioridad. El poder político y económico centrado en las garras del Estado creo incentivos malignos para una gestión imprudente de los recursos públicos, facilitando que parásitos como el clientelismo, nepotismo y la malversación de fondos estén presentes en nuestras sociedades. La ausencia de mecanismos de rendición de cuentas, de transparencia en la administración pública, lograron que exista un ambiente de impunidad, elevando la desconfianza en las entidades estatales.

En cuanto a la corrupción, un mal que lo único que logra es debilitar la capacidad del Estado para poder proveer servicios básicos como son, la educación, salud y seguridad, de esta manera afectando de manera desproporcionada a los sectores más vulnerables. La falta fiscalización permitió que los recursos destinados al desarrollo social sean desviados y perpetúe la pobreza.

EL POPULISMO SU GRAN ALIADO

Uno de los denominadores en común de todas las tiranías socialistas de América Latina es el populismo, una herramienta que utilizan para hacerse del poder dada la gran capacidad de movimiento de masas que esta les permite. Para comprender esto se debe tomar en cuenta las 5 características de la cual nos hablan Axel Káiser y Gloria Álvarez en su libro “El Engaño Populista” (2016):

  1. Desprecio por la Libertad Individual: Se genera un estatismo, aman al Estado, lo idolatran como en su tiempo lo hizo Hitler y Mussolini
  2. Complejo de Víctima: De las crisis internas siempre tienen la culpa factores o personajes externo, en el Socialismo del Siglo XXI el culpable de todo es el “Imperio Norteamericano”, la “Derecha”, haciendo que las masas tengan un enemigo en común. Sin embargo, esto solo demuestra su incapacidad de desarrollar instituciones públicas efectivas.
  3. Paranoia Antineoliberal: Siempre se condena al neoliberalismo en los discursos y al libre mercado de las problemáticas económicas y sociales
  4. Pretensión Democrática: Todos los populistas utilizan un discurso “democrático” para legalizar su centralismo estatal, aunque después violen toda democracia.
  5. Ceguera Igualitaria: Buscan la igualdad, pero la igualdad hacia abajo, es decir, no crean oportunidades, sino que tienen una manía por generar más crisis, es decir, que buscan la igualdad en la pobreza. Lo que los lleva a la implementación de políticas uniformadoras.

Si bien estas son algunas características, no hay que olvidar que también debe existir aquel personaje que implemente esta herramienta. Suele ser un líder carismático, casi siempre un mesías que viene a salvar a aquellos que sufren para darles dignidad en el “paraíso” que creara. Es notorio esto en el «Socialismo del siglo XXI, el dirigente utiliza los parámetros de pueblo y antipueblo. Se declara vengador del pueblo y enemigo apasionado del antipueblo»

En su obra Las máscaras del fascismo, Juan Claudio Lechín sostiene que los líderes del socialismo del siglo XXI, como Chávez, Castro y Morales, comparten similitudes con el fascismo. Entre estos líderes y figuras históricas, como Hitler, Mussolini y Franco, Lechín compara métodos políticos, discursos y mecanismos de concentración de poder. Para ilustrar cómo los líderes del socialismo populista del siglo XXI se asemejan a los tiranos europeos, presenta el «índice facho», que consta de doce componentes.

El marxismo y el nazismo tienen una conexión ideológica tan profunda que, según Revel, el antisemitismo nazi es parte del marxismo. Familiarizado con el ensayo de Marx sobre el tema judía, Hitler incorporó conceptos de ese texto en su obra Mein Kampf. Friedrich Hayek, quien en su juventud también fue socialista, señaló que el comunismo y el nazismo eran esencialmente iguales y que ambos eran adversarios del capitalismo y del liberalismo. Juan Claudio Lechín apoya esta perspectiva al examinar los gobiernos de Castro, Morales y Chávez, llegando a la conclusión de que el fascismo, independientemente de su tendencia política, tiene como objetivo concentrar el poder y destruir las instituciones liberales.

El socialismo del siglo XXI y otros populismos socialistas son proyecciones de ideologías que, aunque difieren en aspectos superficiales, tienen métodos y objetivos similares al fascismo.

CONCLUSIÓN

En América Latina existen inquietantes paralelismos entre los regímenes socialistas y totalitarios del siglo XXI. Como resultado de su enfoque en el intervencionismo y el control económico, la burocracia y la centralización aumentaron, lo que resultó en escasez de productos y una disminución de la eficiencia del sector privado; Estas políticas reducen la inversión extranjera y el espíritu empresarial y prolongan la dependencia del Estado, en lugar de crear un entorno propicio para la inversión y el desarrollo económico.

Los regímenes socialistas del siglo XXI mostraron una inclinación alarmante hacia la restricción de las libertades fundamentales en cuanto a los derechos civiles. La restricción de la libertad de prensa y expresión, junto con la censura y la persecución política, afectaron los principios democráticos. La persecución de activistas y periodistas, la discriminación de las comunidades indígenas y la limitación de la participación democrática y la pluralidad política son aspectos de un ambiente autoritario.

El control centralizado de estos regímenes es apoyado por el populismo, que emplea un discurso antineoliberal y un complejo de víctima para justificar su dominio. La obsesión por la igualdad y el odio a la libertad individual muestran una táctica de manipulación política que desvía la atención de las deficiencias del sistema.

Por último, los estudiosos como Juan Claudio Lechín y Friedrich Hayek manifestaron que, a pesar de las diferencias superficiales, el socialismo del siglo XXI tiene objetivos y métodos similares al fascismo. Ambos buscan la destrucción de las instituciones liberales y la concentración del poder; enfatizan la importancia de una vigilancia crítica de estos sistemas que, en nombre de la justicia y la igualdad, pueden conducir a la opresión y la centralización autoritaria.

Lourdes Romero
Lourdes Romero

Lourdes Romero es una destacada líder y defensora de las libertades individuales y económicas, y de los principios democráticos en Bolivia y toda Latinoamérica. Como coordinadora local de SFL Bolivia y cofundadora de LOLA Bolivia, ha dedicado su carrera a empoderar jóvenes líderes y a la promoción de políticas basadas en la libertad y el libre mercado.

Licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, ha demostrado un compromiso excepcional con el estudio y la comprensión de los sistemas políticos y económicos. Su pasión por ampliar sus conocimientos y habilidades, y por el fortalecimiento de la democracia y la participación ciudadana, la llevaron a completar los diplomados: 1) «Democracia, liderazgo y libertad: ejes para una prosperidad incluyente», impartido por la Escuela de Gobierno de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y 2) «Comunicación Política», ofrecido por la Fundación Konrad Adenauer (KAS) y la Asociación Civil de Estudios Populares (ACEP); estos, le proporcionaron herramientas para comunicar efectivamente ideas políticas y promover el diálogo constructivo en el ámbito público.

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