ESPECIALES EL BASTIÓN: Las FARC y su falsa “paz” como forma de manipulación

Nota:

Esta es la sexta entrega de un especial dedicado a develar las intenciones de la izquierda colombiana y de sus más representativos partidos-movimientos políticos. Para poder comprenderla mejor, es recomendable leer las cinco anteriores:

Karl Marx decía que “El significado de paz es la ausencia de oposición al socialismo”. De acuerdo con lo anterior, Marx plantea que si no hay comunismo ¡Jamás habrá paz! Asimismo, y muy sutil y nebulosamente, se desprende de los Acuerdos de La Habana –para quienes los hemos leído– que sólo mediante la destrucción del capitalismo; los colombianos podremos alcanzar una paz verdadera, estable y duradera”. Será acaso que ¿Las FARC quieren una paz como la que propone Marx? Para mí es innegable. Tanto así que, previo a la consolidación de los acuerdos, Iván Márquez expresó que La paz es una estrategia para consolidar el socialismo en el poder. Desgraciadamente, una gran mayoría de los colombianos –en especial los más jóvenes– aún no han podido entender que el proceso de paz con las FARC; es una estrategia para hacerse al control del Estado colombiano y arrasar con todo aquello que se los impida.

INTRODUCCIÓN

Hablar de las FARC con todo el nivel de detalle que lo amerita, a fin de desnudar las que siempre han sido sus verdaderas intenciones, implicaría hacer una extensa radiografía, o incluso, escribir un libro. No obstante, es posible efectuar análisis más concisos al respecto y desvelar porqué ahora las FARC son lo que son: una alternativa política plenamente apuntalada y con toda la potestad del caso para poder ejercer el poder en Colombia. Gracias a ello, nuestra nación sucumbe ante la polarización más visceral que haya podido verse hasta ahora. El mecanismo empleado para dividir a la sociedad con tanto odio y resquemor ha sido precisamente la paz, permitiendo así, la puesta en operación de las FARC como proyecto político.

Anterior a la firma de los acuerdos, en el evento tal de no suscribir a ellos y criticarlos con severidad; hacía que te señalaran como “vende patria”, “traidor”, “proguerra” u otros calificativos negativos. Esto en parte, debido a una masiva campaña de comunicación –pagada por supuesto con recursos públicos– que promovía a los Acuerdos de La Habana y la expresión “Paz” como sinónimos. Curiosamente, y dadas las condiciones en las que Colombia yace desde hace mucho; se tenía una considerable cantidad de ciudadanos que desconocían qué se iba a refrendar. ¿Cómo los colombianos podríamos fiarnos de unos acuerdos que se plasmaron en el lugar donde se ha llevado a cabo la peor dictadura genocida latinoamericana de los últimos tiempos? Es decir, Cuba. Entre otras ¿Acaso los acuerdos garantizaban que el conflicto no siguiera? Claro que no, puesto que existían –y existen aún– otros grupos guerrilleros con los que no se iba a firmar nada.

Aparte de lo planteado por Marx, ¿Dónde surge la estrategia de clamar por diálogos de paz para fortalecer la lucha de las guerrillas marxistas-leninistas? Veamos.

EL ORIGEN

Antes de entrar en materia, debe hacerse una breve reseña de cómo surgieron las FARC. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), nacen como un movimiento revolucionario de carácter político-militar (1964) en las montañas del sur del departamento del Tolima. Sus fundadores fueron cerca de 50 campesinos que habitaban en la región de Marquetalia, una colonia agrícola fundada por ellos mismos, aproximadamente, una década antes. Los principales líderes de ésta eran Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas, quienes encabezaron la lucha del movimiento hasta su fallecimiento natural –según las mismas FARC– años después.

Las FARC-EP son una respuesta armada ante la agresión iniciada por el gobierno de aquel entonces; contra las colonias de Marquetalia, el Pato, Riochiquito y El Guayabero –las razones de ser de lo anterior siguen presentando múltiples vacíos históricos que no han sido esclarecidos en su totalidad–. Su propósito desde el principio fue siempre la toma del poder político en el país, en conjunto con la inconformidad y la rebeldía de lo que ellos aún llaman “las grandes masas de desposeídos del campo y la ciudad”. La primera declaración política de las FARC se conoce como Programa Agrario de los Guerrilleros, y en él, se expresa que su motivo de alzarse en armas era debido a que en nuestro país se encontraban cerradas las vías del activismo político, legal, pacífico y democrático.

EL OBJETIVO

En la actualidad, las FARC tienen miles de combatientes repartidos entre el partido y sus disidencias, y esparcidos por todo el territorio nacional. Su objetivo hoy es más claro que nunca, siguiendo a cabalidad la agenda marxista: promover la lucha de clases y abolir el capitalismo, levantando las “banderas de la paz y la reconciliación” entre los ciudadanos de una nación –en este caso, los colombianos–. En su website oficial han dejado claros sus oscuros deseos:

(…) Queremos conseguir de las clases dominantes el compromiso definitivo de erradicar la violencia como respuesta a la inconformidad popular. Queremos que en nuestro país se configure la más amplia democracia política, que se pueda hacer política sin peligro de ser asesinado, que se abran las puertas a la solución efectiva de las más graves carencias que afectan al pueblo colombiano.

Hacemos parte de la marea mundial contra el imperialismo y el neoliberalismo, contra la guerra, contra la destrucción del medio ambiente, contra el patriarcado y toda forma de discriminación entre los seres humanos. Creemos en la integración Latinoamericana y Caribeña, creemos que toda nación tiene derecho a su soberanía, a decidir libre y democráticamente su destino, sin injerencias extranjeras. Soñamos con un mundo mejor, sin abismales diferencias económicas y sociales, en paz y armonía. Un mundo en el que un día termine por fin la explotación capitalista.

Este discurso se lee muy compasivo y ha logrado posicionar la palabra capitalismo como un “fenómeno del mal”, cuando es todo lo contrario. De hecho, el libre mercado, el emprendimiento individual y la defensa de la propiedad privada son congénitos al hombre. Por su parte, el comunismo pretende que el aparato productivo pase a manos del Estado y que las necesidades particulares permanezcan subordinadas a las del colectivo, anhelo último, bastante anti-biológico e inmoral.

LOS RESULTADOS

Para muchos no es un secreto que el comunismo ha dejado la cuota de alrededor cien millones de muertos en todo el planeta. Colombia, por supuesto, no escapa a ella. Las FARC y otros grupos guerrilleros; recurrieron y continúan recurriendo a los asesinatos y desplazamientos forzados selectivos, el pillaje, los ataques terroristas contra personas y bienes civiles, la extorsión, y los adoctrinamiento y reclutamiento ilícitos –aunque lícitos también, pues tienen varios representantes en el interior del mercado educativo–. Además, lograron convertir la afectación al ciudadano del común en un efecto colateral producto de los ataques a los centros urbanos, y de la siembras masivas e indiscriminadas de minas antipersonas. Todo lo anterior, de acuerdo con el informe ¡BASTA YA! Colombia: memorias de guerra y dignidad, presentado por el Centro de Memoria Histórica.

Este informe dice también que, conforme a denuncias de las víctimas del conflicto armado en Colombia, el abandono y despojo de tierras es responsabilidad casi por partes iguales de los exmiembros de las autodefensas y de las FARC, y que asimismo, ocurre con las cifras de violencia sexual, en las que ambos grupos armados serían responsables de alrededor 350 casos por cada uno de los más de 1.700 registrados.

El secuestro fue otra de las acciones delictivas a las cuales acudieron; y que marcó una época de frustración e intenso dolor. Según un artículo del portal La Vanguardia, ocho miembros del partido FARC que hicieron parte de su Secretariado, máximo órgano de decisión de dicha guerrilla, hicieron el pasado lunes 14 de septiembre un mea culpa para “pedirle perdón público a todas sus víctimas de secuestro y a sus familias”. La Vanguardia informó también que, por tal crimen, las FARC tendría la responsabilidad de haber retenido contra su voluntad a 20.000 víctimas, o quizás más.

¿PAZ?

Evidentemente, la paz es el caballo de batalla con el que la extrema izquierda, materializada en el partido FARC, busca tener el poder en Colombia.

Las entregas unilaterales de secuestrados y las negociaciones de paz eran para las FARC una herramienta estratégica dentro de la guerra”, así lo afirmaron expertos en el tema de la paz como son los reconocidos investigadores del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (ISS)James Lockhart Smith y Nigel Inkster, editores del libro Los documentos de las Farc: Venezuela, Ecuador y el archivo secreto de Raúl Reyes, durante la presentación de la edición en español que se llevó a cabo en Bogotá en el año 2016, y que fue cubierta por el portal EL UNIVERSAL.

En ese momento, Inkster indicó que, “Lo más interesante de los 8.382 archivos de Office Word que analizamos; fue el nivel de cinismo de las FARC en cuanto a negociaciones de paz. Hay un mensaje dentro del archivo que dice por ejemplo que la entrega –de secuestrados– es una forma de guerra, que no existía el concepto de llegar a una autentica negociación de paz con el gobierno colombiano y que el objetivo era llegar a una victoria”. Por su parte, Lockhart Smith señaló que “Lo que los archivos nos muestran es la importancia de actuar con muchísima cautela, porque las FARC tuvieron como una parte integral de su estrategia el tema de la paz (…) Cualquier conversación, cualquier desmilitarización puede ser aprovechada por el grupo guerrillero con fines no pacíficos”.

La paz, como ideología, ha sido desde siempre, un instrumento de los marxistas-leninistas adherido a todas sus demás formas de lucha, en las que por supuesto, está la subversión.

LOS TERCIOS DE LA ESTRATEGIA DE LA “PAZ”

Tercio de varas: promoviendo la “paz”

La necesidad de conversaciones de paz no es una novedad. Desde el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, las FARC y otros grupos insurgentes; se han valido de estas como un distractor para hacer pausa a la embestida de nuestras fuerzas militares, y para poder rearmarse y reorganizar sus directrices y demás jerarquías. Esto pasó incluso en sus orígenes, durante el mandato de Guillermo León Valencia, quien, una vez decidió arremeter con arrojo a las nacientes FARC –apoyadas logística y militarmente por el gobierno de Cuba para que secuestrara y masacrara a miles de nuestros compatriotas, y por el Partido Comunista Colombiano (PCC)– padeció ante la mirada inquisidora de “intelectuales”, “defensores de derechos humanos” y “académicos” de toda clase; los cuales lo acusaron por “usar desmedidamente la fuerza”.

Como expuse en mi anterior artículo, el gobierno de Belisario Betancur dio lugar a “diálogos de paz” de carácter formal. Durante los gobiernos que le siguieron, también se dio lugar a otros diálogos más, todos fallidos para el país y beneficiosos para las guerrillas. Durante su presidencia, Álvaro Uribe Vélez – el Judas con corbata como yo lo llamo– no escapó al planteamiento de un proceso de paz con las FARC y el ELN, cuyas negociaciones nunca fueron concretadas. Finalmente, llega Juan Manuel Santos con los Acuerdos de La Habana, ya por todos conocidos, y los cuales propiciaron la formación de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

Los diálogos de paz siempre han sido utilizados como una oportunidad para que las FARC puedan fortalecerse, al mismo tiempo que se engaña al ciudadano de a pie hablándole de “paz”. Una estrategia –como lo expresó Iván Márquez– para hacerse al poder y aniquilar íntegramente el sistema imperante y a aquellos que lo defienden. La primera parte del sacrificio toma forma.

Tercio de banderillas: la materialización

En 1988, Gilberto Vieira, máximo líder del PCC, dijo públicamente:

Cuando comienza la lucha armada en Colombia, del 50 en adelante, el partido elabora la que hemos llamado «combinación táctica y estratégica de todas las formas de lucha», donde no se excluye ninguna, sino que se trata de combinarlas adecuadamente (…) Ahora, al mismo tiempo que hablamos de paz, nosotros decimos que frente a la violencia militarista es necesaria la violencia popular: «en forma de autodefensa o en forma de movimientos guerrilleros». En ningún momento dejamos de justificar y de defender la existencia del movimiento guerrillero como una respuesta del pueblo colombiano a la violencia de la oligarquía. Y, en ese sentido, no creemos que la bandera de la paz desarme el espíritu combativo de la gente (…) Para nosotros, es el principio leninista aplicado a la realidad colombiana.

Como lo reveló Vieira, implementar el marxismo-leninismo en Colombia aplicando sus principios, demanda atraer con engaños a los opositores para, una vez influenciados: eliminarlos del gobierno y allanar el camino revolucionario.

Muchas de las medidas del tercio de banderillas –estableciendo un símil entre el contexto actual y el acto de la muerte de un toro de lidia–, ya están cumplidas en Colombia:

  • Aprobación del matrimonio homoparental como institución regulada por el Estado.
  • Aprobación del aborto bajo causas específicas, y con miras a su plena legalización.
  • “Ley de medios” o “Ley Mordaza”.
  • Deterioro económico –acelerando nuestro apocalipsis inflacionario–.
  • Destrucción total, tanto moral como física, de nuestras Fuerzas Armadas y de seguridad.
  • Persecución y judicialización de todo lo que haga la oposición –acá, la rama judicial colapsa y se convierte en una secretaría del gobierno–.
  • Una oposición fragmentada que gana elecciones legislativas, pero es incapaz de generar una gestión efectiva, y menos, acrecentar su militancia.

La estocada final

Como ya lo manifesté en este artículo, el periodismo se enfrenta a una nueva estrategia de destrucción: desprestigiar como mecanismo de eliminación del escenario de la opinión. La persecución contra opositores, usando el asesinato, y la guerra mediática y/o judicial ¡Apenas comienza! Un ejemplo de ello fue el lío legal en el cual se vio involucrada la economista y periodista Vanessa Vallejo, con el hoy Senador de las FARC: Carlos Lozada. Hace poco, Vallejo aprovechó para pronunciarse al respecto, después de que Lozada se convirtiera en tendencia en Twitter por las múltiples acusaciones de violación que se le achacan.

Aunado a eso, el desarme es una falacia. Los cabecillas de las FARC fingen desmovilizarse, al tiempo que sus mandos medios simulan rebelárseles y tomar el camino de la disidencia. No es así mis estimados lectores. Cada paso está cuidadosamente planificado desde hace mucho. Las FARC hacen creer a los colombianos que ya no existen, y que los asesinatos de policías, militares y líderes civiles, el ataque a la infraestructura del país, los secuestros y tomas de regiones, entre otros; los ejecutan sus “disidencias”. O, como también lo muestra la prensa que ensalza a Santos, son actos vandálicos perpetrados por el ELN.

La estocada final para Colombia se acerca. Iván Duque sería el que lo concretaría, pues desde su ascenso a la Presidencia de la República, ha pregonado también el “principio leninista aplicado a la realidad colombiana”. Durante su campaña, y una vez posesionado, engañó –tal y como lo hizo Lenin en la URSS–, cuando expresó que “se debían armonizar dos sistemas de gobierno que parecen irreconciliables: socialismo y libre mercado”.

Muchos empresarios colombianos y extranjeros; han interpretado la realidad y se están yendo. Otros colombianos del común hacen igual ¡Auguro tiempos muy difíciles para los que nos quedamos!

EN DEFINITIVA

La paz siempre fue y ha sido una estrategia de guerra de las FARC para tomarse el poder, así como de cualquier movimiento de inspiración marxista-leninista. De la misma forma, se deduce que el Partido Comunista Colombiano (PCC) es el creador de las FARC y sus dirigentes son los cabecillas máximos de todos sus frentes, así como también es el encargado de designar los miembros de su Secretariado y de los demás grupos narcoterroristas. El PCC también permitió que el partido político Unión Patriótica (UP) fuese erigido, y operara desde su concepción como brazo político de las FARC –a colmo de uno, ya tiene varios–.

Sumado a lo anterior: la carencia de formar en principios y valores, una educación de calidad no fomentada por el Estado, y la falta de oportunidades en Colombia, es lo que nos ha llevado a tal nivel de descomposición social y a que muchos jóvenes se adhiriesen a grupos de bandidos como las FARC. Los dirigentes comunistas se han sabido beneficiar de esto para inyectar odio y resentimiento en nuestras futuras generaciones.

Para cerrar, dejo esta entrevista realizada por el portal Periodismo Sin Fronteras a Elda Neyis Mosquera García, Alias “Karina”, comandante del sangriento Frente 47 de las FARC, muy famoso por la extrema crueldad de sus acciones.

Cristian Toro
Cristian Toro

Cafetero. Ingeniero Electrónico de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales y Especialista en Gerencia de Proyectos de la Escuela de Ingeniería de Antioquia (EIA). Docente de matemáticas, física y estadística.

Editor Ejecutivo (EIC) de El Bastión y Revista Vottma, miembro fundador de la Corporación PrimaEvo y del movimiento Antioquia Libre & Soberana, y columnista permanente de Al Poniente y el portal mexicano Conexiones. Afiliado al Ayn Rand Center Latin America y colaborador de organizaciones como The Bastiat Society of Argentina y México Libertario.

Artículos: 33

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