Cuando reducimos la realidad al sesgo de la low-hanging fruit, o “la fruta más fácil de agarrar”, terminamos descartando partes que la explican. No, no se trata de posar, ni se trata tampoco de creernos “Capitanes y Capitanas Planeta”, sino de comprender que el llamar la atención sólo es una de las distintas motivaciones o intereses que los seres humanos podemos tener frente a algo. Explicaré punto por punto de qué trata esto.
Y LA MORAL LIBERAL… ¿QUÉ?
La acción humana cobra importancia ahí. Hablando de liberalismo, no debemos fijarnos solamente en La riqueza de las naciones, libro insignia de Adam Smith y de dicha corriente de pensamiento, sino también en el poco explorado Teoría de los sentimientos morales, donde se expone la esencia de la moral liberal.
¿DESPRECIO POR LOS TALENTOSOS?
La Liendra, pese todas las críticas –válidas e injustas– que tenga encima como influencer, elaboró un curioso video en respuesta a sus críticos alegando que las personas pueden hacer lo que sea, que él no tiene la culpa del salario y condiciones bajo las cuales ellos trabajan, y que si les parece ofensivo que se haga millonario haciendo contenidos virales para redes sociales, que hagan también contenidos e intenten lograr lo mismo.
Pero vamos más allá. En Teoría de los sentimientos morales, Adam Smith expresa tajantemente lo siguiente en su segunda parte:
El poder de la sanción social en una sociedad como la que Smith analiza: individualista pero moral, evidencia que la virtud no está lejos de representar una postura liberal, sino todo lo contrario: se vuelve su base esencial. En palabras modernas: para Smith el capitalismo será moral o no será. En efectos prácticos: un comportamiento inmoral termina siendo tarde que temprano sancionado en una sociedad individualista, porque la afectación de individuos termina afectando a la sociedad entera.
El individualismo va de la mano de la virtud, ya que de no ser así, no pasa de ser mero egoísmo. Por lo tanto, la acción individual es virtuosa, y no cómo se describe con desprecio por el conocimiento una simple acción individual, lo que genera progreso social y económico. Hoy día, admito que el “vendehumismo profesional y aficionado” ha hecho caricatura con ello, cual si fuera una fantochería motivacional más, despreciando rudimentos del liberalismo.
LOS PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES
El liberalismo clásico no parte sólo de un fundamento económico, sino sobre todo moral. Los problemas medioambientales actuales, por supuesto, le competen a la sociedad.
Smith nuevamente hace sus aportes mediante lo que él denomina justicia distributiva, en cuanto a que se asume con cautela una posición frente a la intervención estatal. No la rechaza de plano, pues asume de manera realista que, bajo ciertas condiciones y únicamente en casos excepcionales, el Estado mediante su sistema judicial puede y debe ejercer control. Tal vez sea el caso del calentamiento global, del cambio climático y de los problemas derivados de los mismos. Pero no olvidemos que se da bajo un principio de cautela, cuando no existan otros mecanismos que puedan defender lo que hoy llamamos “interés general”.
CONCLUYENDO
Al final, el “relato liberal extremo” no está exento de escrutinio moral, pues su base moral es la virtud: el actuar virtuoso. Fuera de ese actuar virtuoso y de la actuación del Estado en casos excepcionales para hacer justicia, no puede existir una verdadera economía de mercado. El mensaje de Smith ahí es no sólo una invitación a la responsabilidad sobre los actos propios, sino además un llamado a practicarla también como corresponsabilidad: nuestra conexión con el resto de los seres humanos, de manera que podamos tener una sociedad más justa y más virtuosa, ergo, mejor.