Donald Trump: el 45° Presidente de los Estados Unidos de América; es todo un “showman”, un hombre políticamente incorrecto y el vivo ejemplo de las falencias de los sistemas presidencialistas, donde hay una clara tendencia a señalar personas –en este caso al presidente– y no a las instituciones como responsables de los aciertos y desaciertos en la planificación, ejecución y control de políticas públicas.
Tras las elecciones presidenciales del año 2020, el revuelo mediático que ha despertado la polémica figura de cabello rubio-rojizo no tiene precedentes en el país norteamericano. Se ha señalado al mandatario de situaciones como errar las políticas públicas del manejo del coronavirus, nación donde se recuerda que se optó por la inmunidad de rebaño sobre el aislamiento obligatorio a nivel federal, aun cuando muchos otros países del mundo tomaron las mismas medidas. También ha habido señalamientos por los manejos migratorios que ingresan al territorio, como medida de control de empleo a favor de la mano de obra local, prevención contra la delincuencia común y aumento del gasto público a favor de estas poblaciones.
¿ES UN MAL DE SOLO LOS EE.UU.?
En Colombia se presenta esa personalización de los problemas y soluciones a nivel político, encontrándonos por ejemplo al expresidente Álvaro Uribe Vélez, personaje que desata amores y odios a nivel nacional, reconocido por muchos por “haber puesto la casa en orden” tras dos periodos presidenciales desde el año 2002 hasta el año 2010, también tenido como culpable de todo tipo de problemas al interior de las instituciones y sistemas como salud, pensiones, educación, entre otros. En otra orilla, se tiene al exalcalde de Bogotá Gustavo Petro, aspirante a la Presidencia de la República, y visto por gran parte de la ciudadanía colombiana como salvador del país y sus problemas estructurales, aunque jamás haya mostrado soluciones realmente viables.
En países como Venezuela, la ciudadanía apoyó en las urnas a un líder autoritario como Hugo Chávez por representar una firme figura de unas inviables políticas de bienestar social que terminaron colapsando las finanzas públicas; en Bolivia la ciudadanía votó a Evo Morales por la empatía que despertó un indígena en el puesto de dirección más importante de ese país; y en México el actual mandatario Andrés Manuel López Obrador, quien militó en diferentes partidos del espectro político, es una figura populista elegida completamente por la ciudadanía azteca en medio de una crisis de liderazgo que se sintió con el expresidente Enrique Peña Nieto.
¿ACASO EL VOTO POPULAR ES POR PERSONAS O PLANES PROGRAMÁTICOS?
En la mayoría de las sociedades del mundo civilizado el voto popular está llamado a ser programático, una característica que es ejercicio de responsabilidad del ciudadano por investigar las propuestas de los diferentes candidatos, analizar su viabilidad y pensar en su bienestar, y en el de su familia, comunidad y territorio.
En contravía, muchas personas obvian esta obligación con su ciudad, provincia o nación y eligen candidatos con perfiles llamativos, excelsa expresión oral, apariencia física y políticas “fantasiosas”. Así las cosas, surgen interrogantes como ¿Qué destino toman las instituciones en manos de personas no calificadas para el tema? O ¿Qué destino toman las instituciones de personajes megalómanos, obsesionados con el protagonismo mediático?
Los anteriores, profundos interrogantes a resolver antes de emitir un sufragio a favor de figurillas mediáticas en lugar por coherentes programas de gobierno. Ello nos evita el éxito de instituciones y sistemas que se quedan, avanzan yevolucionan, mientras las personas son servidores pasajeros a favor de dichas figurillas y los servicios públicos básicos que requieren las sociedades para poder funcionar.
CONCLUSIONES
Al referirse a los ciudadanos emplea “todos y todas”, lleva un excelente traje enterizo de diseño italiano, tiene habilidades para tocar la guitarra y dominar el balón de fútbol, usa una camándula en la muñeca, fue anfitrión de un reinado internacional de belleza femenina, es hijo de una maestra, un empresario exitoso, o nacido en un barrio popular ¿Qué cualidades debe tener un político para convencerme y personificarlo a favor o en contra en materia de políticas públicas?
Sea Donald Trump en Los EE.UU., quien ha sido culpado de problemas sistémicos de racismo que datan de la fundación del país y los orígenes raciales del mismo; Gustavo Petro y Álvaro Uribe en Colombia, quienes son señalados como salvadores o destructores del país según el bando político del cual se mire; o el primer ministro Justin Trudeau y su activismo a favor de las poblaciones LGTBI+ en Canadá. Figuras para admirar o repudiar, las cuales deben desligarse de la función que ejercen como mandatarios para evaluaciones objetivas que eviten al máximo populismo, autoritarismos y medidas antidemocráticas.
Finalmente, la nación más próspera del planeta acudió el 03 de noviembre de 2020 a las urnas, para depositar su confianza por cuatro años en contra de la polémica figura del magnate norteamericano Donald Trump. La campaña del partido de oposición emitió en su mayoría argumentos contra la persona, se le personificó de los efectos colaterales de problemas causados por la pandemia del virus COVID-19, y le jugó en contra la falta de protocolo en sus discursos para encajar en lo políticamente correcto. No hubo debate técnico sobre el panorama económicos, sólo sobre subjetividades.